martes, 28 de abril de 2009

Calles sin héroes



Poco a poco las calles se han quedado vacías. Por las tardes, un poquito antes de que se meta el sol, algunos hombres y mujeres de pelo blanco y arrugas hondas sacan una silla a la entrada de su casa y se sientan a tomar el fresco, a platicar. En algunos casos los nietos corretean por la avenida recién pavimentada, o juegan en las canchas de basquetbol, con canastas nuevecitas. La calma del pueblo apenas cubre el dejo de nostalgia por los que se fueron, por esa generación de en medio que un día agarró pa’l norte.

Y desde el norte llegan los dólares, y los dólares se notan. Las fachadas de las casas dejan de ser de cal y se cubren con materiales de buena calidad. La iglesia del pueblo tiene paredes blancas, recién pintadas. Y allá en la tele suena la crisis, y el gobierno dice que no hay presupuesto, y las cifras del desempleo suben como el dólar. Y el presidente municipal no puede recibir a la gente porque está ocupado, pero ahora ya nadie le pide que haga obra pública; desde que se organizaron los que se fueron, y desde que mandan dinero para arreglar el puente, para poner un semáforo, para ponerle letreros a las calles, al edil ya ni lo necesitan: brillantes, relucientes, se ven en cada esquina los letreros nuevos que llevan escritos sobre ellos nombres de héroes de libro de la SEP.

Cada quince días, gracias a “Dinero en Minutos”, llega el cariño de los que ya no están. Y los niños estrenan zapatos, tienen fiestas de cumpleaños, ven la tele por las tardes y juegan Playstation. Y cada noche, antes de dormir, le dan un besito a la foto de su héroe personal.

María, 36 años. Cruzó la línea sentada en un carro, por la garita de Tijuana. Tenía las manos empapadas; manchó su falda azul cielo de tanto tallarla para quitarse el sudor. Sabe que ahora la cosa está más difícil desde que pasó lo de los aviones en Nueva York; ahora los de la “border patrol” se ponen bien perros. Su hermano ya estaba allá; la recomendó con el “manager” de la empresa donde trabajaba y así es como María consiguió empleo aún sin tener papeles. En las noches, mientras limpia los escritorios de madera con un aceitito para que queden brillosos, piensa en sus hijos: nueve años sin verlos. La niña ya tiene 16 y amenaza con irse a alcanzarla; pero María le llama los sábados y le recuerda que es por su bien: que ya terminó la secundaria, y que de aquí, hasta la universidad. Aunque no se vean.

Yolanda, 23 años. Su respiración sonaba tan fuerte que retumbaba por todo el desierto. El coyote le dijo que caminaría nomás durante 8 horas, lo que se hace de Sonora a Arizona. Durante la segunda noche de caminata cayó de rodillas y dijo que no podía más; pero el resto del grupo no podía esperarla. Sintió un brazo de un lado, otro del otro, y se dio cuenta de que entre sus dos primos la iban a cargar, aunque trajeran los pies hinchados. Cada que se acuerda sonríe conmovida, mientras corta, recoge, guarda, corta, recoge, guarda las mandarinas que cosecha. Con lo que gana en el campo manda para su casa desde hace seis años. Su hermana la chiquita cumplió quince en febrero; Yolanda, por las noches, mira largamente la foto de la fiesta que ayudó a pagar.

Anastasio, 19 años. Salió de Altar, Sonora, el 23 de octubre de 2007, rumbo al desierto. Hasta la fecha no se sabe nada de él.

Gonzalo, 38 años. Parado frente a la imagen de un santo, extiende una mano y la coloca sobre la madera. En silencio empieza a llorar unos lagrimones que le ruedan por las mejillas y le empapan la camisa, sin que él se inmute. Quince minutos después retira la mano de la imagen. Gracias a la organización de un grupo de su pueblo, el santito fue de visita a Estados Unidos, para que lo vieran todos los que no tienen papeles y no pueden salir. Gonzalo se emociona al pensarlo: su mano toca la misma imagen que su mamá, acá en su hogar, toca todos los domingos desde hace ocho años cuando va a la iglesia a pedir por él.

Cae la noche sobre el pueblo; cada quien guarda sus sillas y sus sollozos. Los pasos lentos de los viejos se enciman sobre los pasos agudos de los niños, que antes de dormir se cuentan entre sí cuentos y leyendas sobre el norte. La luna se refleja en las paredes, y las calles del pueblo extrañan los pasos de sus héroes, los que tal vez nunca las volverán a pisar.

15 comentarios:

Kyuuketsuki dijo...

Que bonito texto. No tengo nada mas que decir.

La Rosy dijo...

Me sacaste una lagrimita
You rocks!

Anónimo dijo...

"Gonzalo se emociona al pensarlo: su mano toca la misma imagen que su mamá, acá en su hogar, toca todos los domingos desde hace ocho años cuando va a la iglesia a pedir por él."

y esos héroes son de carne y hueso pero mas bien hechos todos de un gran y fuerte corazón.

Me hiciste llorar.

tazy dijo...

mis héroes personales están ahorita mandando cubrebocas y gel de alcohol. Nos llamaron hoy para avisarnos :D

también de eso se preocupan.

Imelda dijo...

Tocaste una fibra real de los mexicanos, en cada casa tenemos alguien alla lejos, que sueña con volver pero no regresa para que los sueños de los que están acá no terminen...mientras el gobierno habla de que combate eficazmente a la pobreza, el unico combate eficaz es el que hacen todas esas personas que mandan el pan a quien lo necesita.

Anónimo dijo...

Solo gracias...

Eo dijo...

me hiciste recordar mi infancia jejeje, snif

Karma Girl dijo...

conmovedor

Unknown dijo...

Excelente estampa literaria. Honestamente, agradezco mucho que compartas con nosotros lo que escribes. Gracias.

Enhorabuena.

Aura dijo...

Muy bonito. Muy cierto.

Luis dijo...

Ya te deje un recado alla arriba con Manuel.

¬¬

ge zeta dijo...

¡Maravilloso! ¡Me encantó!

Aplausos para tí

Anónimo dijo...

No mames!! Qué chingón se está poniendo Recolectivo; cada vez tiene mejores temas y escriben con más pasión...Uff!

Este texto en particular es muy real y cala duro porque en nuestras familias tenemos a más de uno que decidió jugársela para que a los de acá no les faltara nada...


Blanca

Chanfle II dijo...

Padre, padre, padre.

Chilangelina dijo...

Kyuuketsuki, gracias!
Mi Rox, no era la intención! Prometo hacerte cosquillas cuando te vea...
Ann, ciertamente esos son héroes...
Tazy, de eso y de otras cosas. Siempre.
Imelda, eso es cierto: casi cada uno de nosotros conoce a alguien que está allá. Uno de cada diez mexicanos es parte de ese grupo de héroes...
Drocha, gracias a ti por leer...
Eo, yo creo que así fue la de muchos...
Karma Girl, gracias por leer y por comentar...
Nefesh Bleu, como siempre, gracias a ti...
Aura, gracias...
Luis, ni madres, lo que me quiera decir venga y dígamelo aquí... pos este!
Ge Zeta, gracias!
Blanca, mil gracias. En los comentarios de este post se refleja esta realidad: a mucha gente "le llega" el tema porque nos es cercano, sin importar dónde vivamos...
Chanfle, gracias!

El tema de esta semana fue particularmente sensible para mí porque aunque las condiciones en las que yo migré distan mucho de tener algo de heroico, vine a vivir entre estas personas que con enorme generosidad sostienen a dos países con su esfuerzo cotidiano. De verdad, no los olvidemos y no permitamos que los demás los olviden.

Blogalaxia