miércoles, 8 de abril de 2009

Uno de esos días.



Sucedió uno de esos días, uno de esos calurosos y largos, larguísimos días ¿Saben? Cuando el sol se queda colgado del cielo tanto tiempo que parece que el hijo de puta no bajara nunca de ahí. Uno de esos días que se alargan mientras a uno se le encoge el alma.

Me encontraba sentado frente a un vaso de whiskey, observando como se derretían los hielos que flotaban indolentes en el líquido ámbar. Tomaba el vaso con las dos manos, dejando que mi estado de ánimo —en aquel día, destructor— calentara el contenido, violando con ello una antiquísima regla etílica. El humo de mi cigarro se elevaba en volutas frente a mis ojos.

De pronto, una sirena no más grande que mi dedo meñique salió a la superficie del líquido y mientras flotaba sin esfuerzo alguno, me miró largamente. Después se encaramo a uno de los hielos y sacudió un poco su rizado cabello.

  —Hola —dijo ladeando la cabeza.

  —Hola —respondí curioso, acercándome un poco al vaso.

  —Si vienes conmigo —dijo después de un momento con una vocecilla encantadora— te daré besos y caricias, sueños e ilusiones. Te diré cosas que nunca has escuchado y pensaras cosas que nunca habías pensado; beberé de ti y tú respiraras de mí; pondré una estrella de mar en el hueco de tu corazón y un poco de coral sobre tus viejas heridas. Si vienes conmigo, seremos uno y dejaremos de ser los dos.

Yo la escuchaba en silencio, pensando en lo que me decía. Al ver que no respondía, elevó un poco el tono de voz.

  —¿Qué dices? ¿Vienes? —preguntó de nuevo, mientras acomodaba indiferente un par de escamas sueltas en su piel.

  —Me gustaría, me gustaría mucho —respondí—. Pero no puedo.

  —¿Por qué no? —espetó un tanto desconcertada.

  —Porque, has de saber —dije mientras encendía de nuevo el cigarro que se había apagado— que amo a las mujeres. Las amo como seres completos y complejos. Amo la suma de sus partes. Pero también amo cada parte de ellas, cada detalle, cada minúscula pieza de su rompecabezas. Amo sus cabellos, amo sus ojos, sus sonrisas. Amo sus espaldas, sus caderas, pero sobre todo, amo sus piernas. Claro, sus pechos, sus nalgas, todo es importante, por supuesto, pero no son nada frente a un par de torneadas piernas. Piernas largas, tersas, delicadas, hermosísimas piernas de mujer. La mayoría de los hombres se pierden en una mirada, en una sonrisa, creyendo que ahí descubrirán la verdad, su verdad, pero se equivocan. Una mujer puede velar sus ojos; puede ocultar una sonrisa, pero a sus piernas no puede callarlas. Las piernas de una mujer lo dicen todo: si las muestra, si las esconde, si le gustan o las odia; si las cuida y las consiente o si es negligente con ellas. Incluso si nos las niega o las entrega; todo eso dice mucho de una mujer. Claro, si sabes observar.

  —Así que eso piensas —dijo ya claramente molesta.

  —Así es, y como podrás deducir de todo ello, por más que lo desee, por más que me atraigan tus placeres y promesas, tus ensueños o utopías, jamás podría amar a una mujer que me no me hablara de si misma a través de sus piernas; una mujer que careciera de una parte tan importante de su ser. Imposible.

Hizo un pequeño y encantador mohín. Levantó una ceja despectivamente mientras se acercaba a la orilla del ahora diminuto hielo.

  —Tú te lo pierdes —dijo altivamente y se sumergió en el líquido con un ágil y grácil movimiento.

  —Sí —respondí, pero ya no pudo escucharme.

Con el cigarro en la boca, hice girar el vaso entre mis manos, logrando que el diminuto y solitario pedazo de hielo en el que tan sólo unos momentos antes la sirena descansaba desapareciera, luego solté una bocanada de humo y de un trago apure el liquido restante.

La sirena nunca regresó y desde entonces, en esos largos, larguísimos días, jamás pongo hielo en mi whiskey.


14 comentarios:

marcemars dijo...

Excelente idea la de este blog

Anónimo dijo...

No manches, tanto por un par de piernas? Y la sirena todo lo que prometia...!

Bah.

Chilangelina dijo...

Nice.

Reuter Nopaltzin dijo...

A medida que empezaba a pasar letras pensé en un texto que aludía a este. Pero ya que mi mente es tan vaga, no recordaba que era un remake de un viejo post tuyo.

¿Podrías pasar el linc? haber que es lo que dices que cambiaste, y porque te gusto mas este que el anterior.

Bárbara Gómez dijo...

lo mismo me pasa con el six pack de los hombres... aunque no tan tajante como a ti

davihds dijo...

de hecho si fue muy poco lo que se le cambió, eso o mi memoria no da para más.

Unknown dijo...

¿y el pájaro dodo de la warner era el cantinero?

Breve instante en la imaginería de Luis.

Bien.

El fantasma de los ricos dulces de albaricoque dijo...

tienes razón, quedo mejor ahora. aunque crei que le "agregarias": tú no tienes vagina... ¿o si tienen?

«danito» dijo...

Ese párrafo de la suma de las partes no tiene madre, chingón.

Yo me pregunto... ¿y olía a pescado o a whiskey?

TheSamael dijo...

es que a ti te gustan las formas falicas.

Anónimo dijo...

ya lo habia leido anteriormente, sigo pensando que es muy bueno, solo le quitaria algunas palabras que suenan muy cliches, como "volutas" sonaria mejor estelas de humo.

Guffo Caballero dijo...

De tus escritos, mi preferido, snif.
Buenas vacaciones.

saRay dijo...

Chale y yo que siempre me había dejado llevar por las miradas.

Anónimo dijo...

Nunca pense ke pudieras escribir ficcion tan INTERESANTE.

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