69

Cuando estaba en 6to de primaria descubrí el 69.

El número, claro. (Cochinos, lo pensaron, yo lo sé)
Escrito en un poster afuera de mi escuela.
Me encantó como se veía y decidí que el 13 no sería ya mi número favorito sino el 69 por su perfección innegable.
Solía tapizar mis estuches conforme a lo que me gustaba en el momento, ese día arranqué los recortes de los ramones y forré mi estuche de colores con calcomanías ñoñas y recortes del 69.

Al día siguiente un compañerito al ver mi estuche se escandalizó; refiriéndose a mis sesenta y nueves me dijo que era yo una grosera, una cochambrosa y demás adjetivos que usa uno casi casi exclusivamente a ésa socarrona edad.

De verdad me preocupé. No tenía yo idea de qué se trataba, ¿por qué mi número tan redondito y perfecto era tan malo?

Cuando llegué a mi casa, a la hora de la comida le pregunté muy tranquila a mi mamá:
-Mamá, ¿de qué se trata el 69?

Mi mamá peló los ojos como lunetas al tiempo que tosía como si la sopa se le fuera a salir por la nariz.

-Ehm, verás, el 69, pues, es un número.

(NO KIDDING!)

-Ya sé mamá, pero ¿qué significa? ¿es algo malo, verdad?
-Pues, no malo, es una práctica sexual.
-¡¿QUÉ QUÉ?!
-Si, pues, utilizan ese número por su forma para referirse a la posición.

Entonces llegó la imagen a mi mente y lo entendí todo.

-¡NO MANCHES, MÁ! ¡QUÉ ASCO!

Corrí a mi cuarto a arrancar de mi estuche todos los recortes del ahora asqueroso y siniestro número sintiéndome sucia... muy sucia.

Más de 69 han sido las veces que he visto a mi madre al borde de la asfixia por preguntas de tal tipo.

Por las mismas fechas, me encontraba una mañana de sábado tendiendo la ropa en el patio cuando me percaté de que dos de mis vecinos estaban en el jardín de uno de ellos justo a un lado del mío platicando acerca de mi vecina del lado contrario.

-Oye güe, y ¿qué onda con la Mary? ¿ya le tronastes el ejote?
-Si güe, ya tiene rato.
-Uuuuh, pos ya era hora eh.

¿Tronar el ejote? No podía imaginarme qué demonios significaba la frasecita pero ésta vez no iba a verme tan ignorante, adopté una nueva estrategia para averiguar su significado y de nuevo a la hora de la comida, a medio taco de pescado, se la solté a mi madre:

-Mamá, ¿sabías que a Mary ya le tronaron el ejote?

Ojos como canicas, cara roja, sonidos guturales propios del ahogamiento. Mi madre es una santa. 69 veces santa.