
Dos palabras, esas dos palabras pueden salvarme de una muerte tortuosa. Camino torpemente por las cuerdas en mis pies. Pero no tengo miedo… camino con la frente en alto y sé que eso asusta más a mis guardias. Detestan no ver el miedo en tus ojos, de pie frente a todos percibo curiosidad, asco, miedo, pero sobretodo rencor, mucho rencor.
Y allí están sus ojos entre la multitud. Mirándome.
“… invocadora de demonios, ha pactado con ellos entregar las almas cristianas de la comunidad…”
Lamentablemente no me sorprende que me entregara. Me entristece pero no me sorprende, quizás los rumores tengan algo de razón y soy mucho más anciana que lo que mi piel muestra.
“… ha lastimado a la comunidad al pervertir a jóvenes cristianas y ayudarlas a asesinar a sus no nacidos hijos…”
Lo miro fijamente y le sonrío. Estoy nerviosa pero trato de terminar todo esto con dignidad. Se que les hacen a las acusadas que niegan las historias que inventan improvisadamente mientras las arrestan. Los gritos y las piedras que me golpean me impiden escuchar completamente la lista de los cargos… aunque no importa mucho ya.
“… promoviendo el uso de infusiones para seducir a hombres de bien, pervirtiendo sus almas inmortales como ofrenda a sus dioses paganos…”
“… Dios dijo: a los hechiceros no los dejarán con vida…”
El ruido se desvanece poco a poco cuando el juez se dispone a darme la palabra. Todos lo respetan lo suficiente como para saber cuándo guardar silencio. Mis nervios se incrementan pero trato de no quebrarme. Sus ojos me dicen que está seguro de lo que hace, confiado en ser un servidor divino.
─ ¿Niega usted estas acusaciones en contra de Dios?
─ No, señor.
Y allí están sus ojos entre la multitud. Mirándome.
“… invocadora de demonios, ha pactado con ellos entregar las almas cristianas de la comunidad…”
Lamentablemente no me sorprende que me entregara. Me entristece pero no me sorprende, quizás los rumores tengan algo de razón y soy mucho más anciana que lo que mi piel muestra.
“… ha lastimado a la comunidad al pervertir a jóvenes cristianas y ayudarlas a asesinar a sus no nacidos hijos…”
Lo miro fijamente y le sonrío. Estoy nerviosa pero trato de terminar todo esto con dignidad. Se que les hacen a las acusadas que niegan las historias que inventan improvisadamente mientras las arrestan. Los gritos y las piedras que me golpean me impiden escuchar completamente la lista de los cargos… aunque no importa mucho ya.
“… promoviendo el uso de infusiones para seducir a hombres de bien, pervirtiendo sus almas inmortales como ofrenda a sus dioses paganos…”
“… Dios dijo: a los hechiceros no los dejarán con vida…”
El ruido se desvanece poco a poco cuando el juez se dispone a darme la palabra. Todos lo respetan lo suficiente como para saber cuándo guardar silencio. Mis nervios se incrementan pero trato de no quebrarme. Sus ojos me dicen que está seguro de lo que hace, confiado en ser un servidor divino.
─ ¿Niega usted estas acusaciones en contra de Dios?
─ No, señor.
Creo que le falta algo, aunque puede convertirse en algo importante si es que lo piensas de nuevo.
ResponderEliminarYoSabina
no entendi nada... :(
ResponderEliminarEsto esta pa´l perro, va de mal en "pior"
ResponderEliminarChias.
YoSabina: No entendí si le falta trabajo o le falta historia. Historia si, es un fragmento pequeño.
ResponderEliminarvico: ¡pero si está bien fácil! ^^
Sofía: ... y lo que me falta.
Anónimo: ya sé qué alias deberías usar, ¿te lo digo? "IGNORANTE" je je je vas de mal en pior
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