Se renta bici.

No soy bueno para hacer negocios. Nunca lo he sido y nunca lo seré.
El primer indicio fue a muy temprana edad. Me regalaron una bicicleta en Navidad e invariablemente me caía. No pasaba 2 cuadras antes de azotar como becerro.

Entonces el espíritu emprendedor se apoderó de mi y tuve una genial e innovadora idea: rentar la bicicleta a los vecinillos, 5 pesos la vuelta a la manzana.
Mis padres se resignaron a no tener un deportista en la familia pero se esperanzaron en un futuro hombre de negocios.

Al otro día me fui con mi bici a la esquina y hacía como que la limpiaba, llegó el primer vecino, platicamos de cualquier cosa y así charlando le comenté de mi negocio. Él vio mi bicicleta y sin pensarlo mucho, fue mi primer cliente.
El novedoso negocio fue muy publicitado y en un momento ya había fila para pasearse en la bicicleta.

Al meterse el sol me regresé a mi casa sintiéndome mínimo Rockefeller con una sonrisa de oreja a oreja.
Mi madre me recibió con honores y cena especial.
En la mesa empezó el corte de caja:
-¿Y cómo te fue? -preguntó mi interesada progenitora.
-Uf, retebien, se pasearon como mil niños.
-¿Cuánto dinero ganaste?
-Eh, pos nada, orita no traigo nada.
-¿Cómo que no traes nada? ¿Te lo gastaste?
-No, se los regresé.
-¿A quién se los regresaste? ¿Pues qué hiciste?
-Pos renté la bicicleta.
-¿Y no ganaste dinero? ¿Cómo?
-Pos así, llegaba un niño, le rentaba la bicicleta, me daba 5 pesos, él le daba la vuelta a la manzana, me regresaba la bici y yo le devolvía su dinero.