“Puto el que lee esto.”
Nunca encontré una frase mejor para comenzar un relato. Nunca, lo juro por mi madre que se caiga muerta. Y no la escribió Joyce, ni Faulkner, ni Jean-Paul Sartre, ni Tennesse Williams, ni el pelotudo de Góngora.
Lo leí en un baño público en una estación de servicio de la ruta. Eso es literatura. Eso es desafiar al lector y comprometerlo. Si el tipo que escribió eso, seguramente mientras cagaba, con un cortaplumas sobre la puerta del baño, hubiera decidido continuar con su relato, ahí me hubiese tenido a mí como lector consecuente. Eso es un escritor. Pum y a la cabeza. Palo y a la bolsa. El tipo no era, por cierto, un genuflexo dulzón ni un demagogo. “Puto el que lee esto”, y a otra cosa. Si te gusta bien y si no también, mariposa. Hacete cargo y si no, jódete. Hablan de aquel famoso comienzo de Cien años de soledad, la novelita rococó del gran Gabo. “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento…” Mierda. Mierda pura. Esto que yo cuento, que encontré en un baño público, es muy superior y no perteneces seguramente a nadie salido de un taller literario o de un cenáculo de escritores pajeros que se la pasan hablando de Ross Macdonald.
Ojalá se me hubiese ocurrido a mí un comienzo semejante.
Fontanarrosa, Roberto. Cuento: “Palabras Iniciales”. Libro: Usted no me lo va a creer. Página 7.
Caminaba con mi cara de mamona deshidratada por la famosa calle Corrientes cuando entré a una librería. Un pibe con gafas y melena desigual (por cierto, esas melenas me causaron traumas psicológicos, que me han hecho tocar cabezas sin permiso) se me acercó y amablemente se puso a mi disposición. Estos guapotes saben de lo que te hablan, porque más que buscar el título deseado en una computadora, te siguieren libros en base a tus gustos. Le pedí literatura argentina y me dejó frente a un enorme librero que hasta tenía una escalera para alcanzar los de arriba.
Usted no me lo va a creer, estaba ahí, sin necesidad de arriesgar mi vida. Lo tomé y leí las primeras palabras del cuento con el que abre el libro y que el autor aseguraba que no iba yo a creer. En efecto, no lo podía creer y tampoco podía dejar de comprarlo. Devoré el libro tomando caguamas de Quilmes y cacahuates en mi bar cerca de mi hostal/hogar de Palermo. Cuando les dije por chat a mis conocidos que había descubierto a un cabronazo llamado Roberto Fontanarrosa se burlaron de mí. “¿No conocías Al Negro?” me pendejearon.
Les regresé la mentada de madre con la valentía que adquiere una al estar en el coño sur del mundo y compré un par de libros más. Guglié su nombre con la esperanza de que el señor tuviera una presentación programada, en la que le daría a firmar mis tetas y mis libros con un “Señor Fontanarrosa, me enamoré de usted con el "puto" con el que abre su cuento de Palabras Iniciales”. Pero lo que encontré fue que La Flaca se lo estaba llevando en ese inicio del 2007, cosa que finiquitó unos 5 meses después.
Puto es no es más que una palabra. Mala palabra dicen las mentes retrógadas que intentan clasificar. Fontanarosa y su paisano Casciari escriben con muchas groserías, estilo que por supuesto me encanta y e intento copiar obscenamente.
Crecí en una familia en la que estaba prohibidísimo decir groserías. Me inculcaron que el respeto, la admiración, la inteligencia, el cariño, etcéteras están ligados a las palabras. Pero las puteadas que me ha dado la vida me han enseñado que esto no es 100% cierto. Que detrás de un pinche o un cabrona puede haber cariño o insulto por igual.
El darle la dimensión correcta a las palabras es un reto, ya que además de conocer la intención del que las dice (por su background, la intensidad de la voz, sus ojos y el momento), es necesario aceptar nuestras propias barreras y limitaciones.
Y eso es lo que más me gusta de las groserías. No crea usted que soy una pinche vulgar, corriente y poco fina porque no me ha quedado de otra. A huevo.
Les regresé la mentada de madre con la valentía que adquiere una al estar en el coño sur del mundo y compré un par de libros más. Guglié su nombre con la esperanza de que el señor tuviera una presentación programada, en la que le daría a firmar mis tetas y mis libros con un “Señor Fontanarrosa, me enamoré de usted con el "puto" con el que abre su cuento de Palabras Iniciales”. Pero lo que encontré fue que La Flaca se lo estaba llevando en ese inicio del 2007, cosa que finiquitó unos 5 meses después.
Puto es no es más que una palabra. Mala palabra dicen las mentes retrógadas que intentan clasificar. Fontanarosa y su paisano Casciari escriben con muchas groserías, estilo que por supuesto me encanta y e intento copiar obscenamente.
Crecí en una familia en la que estaba prohibidísimo decir groserías. Me inculcaron que el respeto, la admiración, la inteligencia, el cariño, etcéteras están ligados a las palabras. Pero las puteadas que me ha dado la vida me han enseñado que esto no es 100% cierto. Que detrás de un pinche o un cabrona puede haber cariño o insulto por igual.
El darle la dimensión correcta a las palabras es un reto, ya que además de conocer la intención del que las dice (por su background, la intensidad de la voz, sus ojos y el momento), es necesario aceptar nuestras propias barreras y limitaciones.
Y eso es lo que más me gusta de las groserías. No crea usted que soy una pinche vulgar, corriente y poco fina porque no me ha quedado de otra. A huevo.
Yo puedo decir que vengo de una familia orgullosamente grosera. Nos gustan las malas palabras y no tenemos mucho reparo en pronunciarlas cuando es debido. Y eso no necesariamente es vulgar. Además, muchas veces se deben tomar más en serio que las palabras "corteses."
ResponderEliminarDe hecho, por eso vine corriendo bajo la amenaza tuitera de ser puto si no comento, y como la sabiduría eterna se encuentra en tuiter pues...
El manejo es bueno; pero visualizan a García Márquez como si fuese la Corín Tellado de los colombianos... No es bueno caer en estereotipos...... Gabo exalta la corrientez sin tocarla... pero bueno, capté la intención... buen ejercicio; me antojaste las caguamas...
ResponderEliminarZafo!!!!,por lo de "puto el que lea esto", sinceramente es cierto que las frases celebres vienen de anónimos y aparte que muchas veces puedes decir -Como no se me ocurrió!!
ResponderEliminarMuy buen escrito, me hizo recordar varios pasajes de mi vida leperosa, las palabras obscenas son como las palabras sexuales... si se dicen o hacen en el momento indicado hasta un premio nobel de literatura te dan... pero en un mal momento... LA CAGAS!! je je je
Kyuuketsuki: muy bien! ora dame la patita :P
ResponderEliminarElvis: es el calorcito, no me culpes de tu alcoholismo!
Osvaldo: Podría prestarte mi libro... al fin que se donde vives! muajaja
Anónimo: no me pinche chingue.
"Ojalá se me hubiese ocurrido a mí un comienzo semejante."
ResponderEliminarREGRESÉ EL TIEMPO. AHÍ PARÉ LA LECTURA. CHIDITO.
LO DEMÁS: ei.
A propósito de las malas palabras, es recomendable escuchar en youtube el discurso del mismo Fontanarrosa durante el congreso de la lengua...confirma que el Negro era un crack en el manejo de las groserías!
ResponderEliminarCuál es el tema principal del texto de Fontanarrosa?
ResponderEliminar