Soy mejor que tú.

"…Me voy a coger a esa."

Dijiste señalándome directamente con el dedo índice frente a tu grupo de amigos.

“A huevo.” dijeron tus compinches asintiendo con la cabeza apoyando la moción.

Tú, un tipo bien vestido, con fama de galán de telenovela. Un tipo que cualquier otro mortal envidiaría por su carro del año, su ropa cara, por el rostro perfecto que ponía a su disposición el calor de cualquier cuerpo femenino. Tú, el sueño de cualquier señorita. Tú, tú querías “cogerme”.

Te mire incrédula y desconcertada. Por dentro no pude evitar sentir un dejo de emoción y desprecio combinado con asco y vergüenza. Me levante de la banca que ocupaba en el jardín de la universidad y caminé directa y lentamente hacia ti. Me solté el cabello y te miré fijamente mientras avanzaba. Mientras tanto, tú acomodaste el cuello de tu playera y torciste la sonrisa en señal de triunfo.

“Hola extraña”

“Así que me quieres coger”

“¿Hay algún problema con eso?, ¿Acaso no te gustaría pasar “una” noche conmigo, nena?”

“Já”…

“¿Qué quieres decir con tu Ja?”

“¿Sabes?, cualquier otra daría lo que fuera por pasar una noche contigo, pero da la casualidad que yo no soy cualquier otra. Gracias por tu “oferta” pero no estoy interesada.”

En ese momento sólo se oyeron unos “uyyyyyyyyyyyy” combinados con otros “tsssss” por parte de tus amigos y los que estaban a los alrededores.

Tu cara perfecta que antes denotaba triunfo y orgullo, se tornó desencajada y sorprendida ante mi negativa. Obviamente no ibas a dejar que una “nena” como yo te hiciera quedar mal frente a la gente y tus amigos. Como es de esperarse de personas como tú, soltaste un intento de insulto.

“Qué pendeja eres. ¿Sabes lo que te estás perdiendo? Una noche a mi lado es una noche en el cielo, nena. Pero bueno, tu pérdida es mi ganancia, ahora me doy cuenta que no vale la pena esforzarme en el acto por alguien como tú, que desprecia lo mejor de lo mejor. Seguro no quieres porque tienes miedo a quedar mal ante mí y temes que después lo divulgue y nadie más quiera estar contigo. Sí, eso es y eso te hace una gran pendeja”

Obviamente los “ouch” y los “jajajajaja” no se hicieron esperar, pero tranquilamente respiré profundo, alcé un poco la barbilla y te dije con el tono más ecuánime de mi voz:

“Si ser pendeja significa rechazar al más pusilánime de los hombres, al más inseguro y patético de los seres sobre la tierra, el que necesita la aprobación de todos a su alrededor para sentirse lo suficientemente hombre, entonces sí, soy una pendeja. Si ser pendeja de igual manera significa no acostarme con un idiota con complejo de inferioridad, el cual lo oculta defendiéndose con actitudes por demás infantiles y estúpidas, tan estúpidas que necesita tomarse “algo” porque no es capaz de servirle bien a una mujer y mucho menos de tener a una verdadera mujer a su lado y retenerla porque no puede querer a nadie porque nadie lo quiso en primer lugar, lo soy. Te cubriste bajo la coraza de niño bonito que se siente Dios porque tiene lo que quiere. ¿Pero sabes qué? en realidad no eres nadie, no eres nadie sin tu ropa, sin tu carro, sin tu dinero, sin tus amigos igual de patéticos que tú. Un niño solo que no tenía con quien jugar y se orinaba en la cama con las pesadillas horrendas que atormentaban sus noches. No eres nada, no tienes nada y conmigo no vas a jugar y si rechazarte me hace pendeja, entonces venga, soy la más grande de las pendejas sobre la faz de la tierra y me alegro por ello”

Volví a respirar profundo y vi de cerca tus ojos y como estos se aguaron. Exhalaste aire y te pusiste los lentes de sol para ocultar las lágrimas.

“No mi rey… tú no me vas a coger ¿Sabes por qué? -pregunté mientras te quitaba los lentes. -... porque soy mejor tú.”

Me puse tus lentes y caminé en dirección contraria.


P.D. aún conservo esas gafas como señal de triunfo.