A los edificios llegó a vivir una familia extrañísima, de caricatura. El papá era un tipo alto y flaco que jamás, jamás se quitaba unos Ray Ban oscuros, de gota. Nunca, en todos los años que vivió ahí, lo vimos sin los lentes, así fueran las 9 de la noche. Siempre vestía de negro y tenia un bigote largo y fino, curvado en las puntas, le decíamos, obviamente, el Villano Reventón. La mamá usaba vestidos hampones, suecos de madera y —lo juro— una flor en el cabello. Doña Flor —su también obvio sobrenombre— salía por las tardes a dar vueltas por el barrio en una bicicleta rosa con canastilla al frente. Tenían un hijo, Andrés, de unos nueve años. Como es de esperarse, el pobre niño era blanco de burlas salvajes. A mi siempre me dio un poco de lastima y nunca me burle de él. Y también tenían una hija: Amaranta.
Amaranta, como su nombre lo indica, era putísima. Tendría unos dieciocho años, era caballona y medio fea. A los dos meses ya se la habían fajado todos los grandes del barrio. Cuando la rolaron a las filas menores –o sea, mis amigos y yo, que andábamos por los dieciséis años- el Migue fue el primero en hacerla su “novia”. Se sentaban en las jardineras de los edificios a platicar con todos nosotros. Cuando el Migue se acercaba a darle un beso, los demás aprovechábamos y le metíamos mano por todos lados; mientras uno le apretaba las chichis, otro le agarraba las nalgas y uno mas le metía la mano entre las piernas. Ella nomás daba manotazos y se reía. Todos éramos felices.
Hasta que el Juan metió su cuchara.
Juan era de esos adolescentes sobredesarrollados. A los diecisiete años ya media mas de 1.80 y tenia cuerpo de cargador de la merced. Era desmadroso y burlón, pero sobre todo, tenia un pito enorme.
Ninguno de la bola era puto, claro, pero hasta el más machito de nosotros tenía que aceptar que el Juan, literalmente, se pasaba de verga. Al cabrón le encantaba andar en pants y a la menor provocación, a media calle, sacarse la reata y menearla como trompa de elefante. Su joda favorita era “El Rehilete”: con una mano se retorcía el pito lo más que podía y luego lo soltaba; la chingadera esa realmente daba vueltas como aspa de helicóptero.
Una noche iba yo saliendo de mi casa hacia la calle para vagar con los demás cuando vi que el Juan corría por el estacionamiento hacia los edificios del fondo, que estaban deshabitados. Cuando me vio, cambio de dirección y corrió hacia mí, gritando.
—¡Cabrón, vente, vamos a cogernos a Amaranta!
Ninguno de los mocosos se había cogido a Amaranta aún; no habíamos pasado de un faje o de una lamida de chichis. Así que no muy emocionado corrí con él hacia el último edificio, el H.
En el camino, aun trotando, me iba contando que había quedado de verse con Amaranta en la jardinera del edificio, que ni siquiera tenía alumbrado público. Ahí me emocione un poco más, porque algunos departamentos vacíos se podían abrir y en una de esas, en verdad se nos hacia realidad el palo.
Cuando llegamos, Amaranta estaba sentada en la jardinera de la entrada del edificio. Cuando me vió, se rió y dijo “Pinche jarioso”. Sin mucho preámbulo, el Juan empezó a fajársela y yo a meterle mano por los huecos que dejaba libre aquél.
De pronto vi que el Juan se bajo los pants y se sacó la madre aquella. Ahí me hice a un lado; no me iba a arriesgar a estar cerca de ese cabrón así; un paso en falso y el cogido podía ser yo. Juan volteo a verme y dijo: “Mira güey, así se hace” y en ese momento sentó a Amaranta en la jardinera y sin proponerle matrimonio, le metió el arnero ese en la boca.
Pobre Amaranta.
Aquella como podía respiraba entre embate y embate. Parecía que el Juan quería lobotomizarla y sacarle los pecados por la nuca. Yo no sabía que hacer; no me decidía a acercarme y meterle mano, no con maquinaria pesada trabajando cerca. Juan estaba cagado de risa, me volteaba a ver y decía:
—Órale cabrón, chíngatela.
—Pues quítate pendejo.
—Oh, tu aguanta, deja le doy unos vergazos…
Y diciendo y haciendo, entre carcajadas, se lo sacaba de la boca y le daba, literalmente, de vergazos en la cara.
Plaf Plaf Plaf Plaf
Yo me reía nervioso, pero el Juan estaba como poseído, se reía mas fuerte y gritaba: “¡No mames! ¡Mira! JAJAJA! ¡Mira!”. Amaranta le decía que se callara y que ya se la metiera. Yo también lo apuraba, pero el Juan no hacia caso y seguía riéndose mientras blandía y paseaba la chingadera esa por toda la cara de Amaranta.
En ese momento, la luz de una ventana del segundo piso se encendió. Los tres volteamos asustados y vimos a una señora asomarse mientras gritaba:
—¿¿Qué están haciendo??
Era una pregunta retórica, porque aunque yo estaba parado sin hacer nada, Juan tenia los pants a media nalga y, con el pito parado, le apuntaba a un ojo de Amaranta, que se bajaba la blusa para cubrirse las chichis. Yo salí disparado con el Juan detrás de mí subiéndose los pants. Nunca volteamos a ver a Amaranta. Aún corriendo, el Juan seguía riéndose. Entre jadeos yo le reclamaba.
—No chingues pinche Juan, son mamadas.
—¿Qué güey? Jajaja
—¡Te dije que te apuraras cabrón! Por tus pinches gritos ya nos la pelamos.
—No hay pedo, luego la sacamos otra vez.
Pero nunca la sacamos otra vez. La señora, a base de gritos, detuvo a Amaranta y luego la llevo a su casa. No tengo idea de que le contó al Villano Reventón y a Doña Flor, pero al otro día mandaron a Amaranta a vivir con una tía a no se que pueblo.
En realidad, aunque le reclamé durante mucho tiempo (y él seguía riéndose al recordarlo) en cierta manera, me sentí aliviado; no tenia muchas ganas de sacar mi chingaderita frente al Juan. A los dieciséis años, la autoestima es algo muy delicado.
35 comentarios:
size matters....
Esta chingón el relato, como que en algún momento me recordó a Garibay.
Lees demasiada ciencia ficción, amigo
giak no me gustó, está el relato muy tu.
oye que rollo con los comments del post anterior?
Creanlo o no, es 100% veridico. Hace un par de años me contaron que al Juan le disparo otro amigo en una peda, ja.
Mi adolescencia fue muy extraña.
Ja ja ja, pocamadre!
AH, OSEA QUE TU SOBERBIA Y MANIA POR MOSTRARTE SABELOTODO ES EN REALIDAD UN ESFUERZO POR COMPENSAR TU MINUSCULO PENE...
que cagado relato
Worale... en realidad da un poco de miedo.
jajaja tu y tus pornoaventuras, ya todos quisieran haber tenido una vecindad así. pura puteria con ustedes jajajaja.
suerte tienes de que el Juan no se puso loco y se los cogio a los 3 (si, a la señora chismosa tambien)
Aun me sigo preguntando como despues de ESA adolescencia no resultaste un borracho, parrandero, jugador y mujeriego.
Ah no.
jajajaja
(la verdad es que si podrías estar mas enfermito, snif)
No seas culo, presentale a Juan a la Maga y a la mal cojida de la Rox ja ja ja ja
O_o
(yo a mis 16 seguía viendo sailormoon, snif).
jajaja que trauma.
¿que será de amaranta tú?
¬¬
Felicidades por relato sumamente homoerótico, van a ganar muchas visitas con eso.
Juajuajua... A un compa que tiene el pito grande le dicen la brocheta, snif.
Saludos.
Qué miedo, un empalador en potencia...
"Ninguno de los mocosos se había cogido a Amaranta aún"
"al otro día mandaron a Amaranta a vivir con una tía a no se que pueblo"
no se como es que pueden coexistir esos dos enunciados en tu relato y todavia ser veridico. Al parecer alguien esta mintiendo de nuevo.
"Ninguno de los mocosos se había cogido a Amaranta aún"
"al otro día mandaron a Amaranta a vivir con una tía a no se que pueblo"
no se como es que pueden coexistir esos dos enunciados en tu relato y todavia ser veridico. Al parecer alguien esta mintiendo de nuevo.
Asi que "dale unos vergazos" puede tomarse de manera muy literal... vaya jajajajajaja
no mames, normalmente no comento, pero es la historia MAS cagada que he leido, pinche huevo escribes como si hubiera sido ayer
Es que son cosas que no se olvidan, no a esa edad.
No mames, en serio te pasate de verga.
ah no fue el otro.
Jajajajaja no no no sacar un penesito a los 16 frente a un penesotote hubiera dejado grandes marcas en tu autoestima
me rei mucho xD, se supone que debia?:S
pues esta chingon pero si mi opinión vale algo, tu ultimo parrafo es la parte mas chida de tu post.
de una u otra manera a todos nos pasa eso con un amigo, sea por un pito o alguna otra "verga" pero alguna ves le reclamamos a un cuate alguna pendejada que por su culpa no pudimos hacer y este solo de recordar se burla a carcajadas, y en el fondo de cierta manera nos sentimos aliviados.
jajaja estuvo muy chido el post y casi pude imaginarmelo, aunque creo que casi a cualquier edad la autoestima es delicada :(
Yo soy una falda y me gustaria tener muchas manos debajo de mi..
muy buena "mamada" señor ...Luis, nada mas.
Yo vivo cerca de esa vecindad. Pasar por allí ya nunca será lo mismo para mí...
jajajajajaja no mames "ven y dale de vergasos" jajajajaja ,me sigo riendo, ya ya la neta eso de dar vergasos es la neta del planeta, ya contaré eso en mi bló.
jajajajaja no mamar.
Según yo había publicado un comentario preguntándote si el lugar al que te refieres es por la casa del Faldón, o tal vez no.
Debo dejar de fumar pasto
Exactamente a una cuadra de la Casa del Faldon, la privada en donde me la pasaba era la primera a la derecha, viniendo de la iglesia. Mis edificios (y el H) los primeros a la izquierda.
Ah, yo estudié en el kinder que está frente al jardín. En la privada donde dices que te la pasabas vivía una chava que se llama Abril. En las oficinas o lo que sean que están en la casa estaba la Sogem.
Un saludo
en la prepa tenía un compañero igual que el Villano Reventón, jamás se quitó los lentes en los 3 años... le decíamos Cíclope XD
Con mucho respeto, aclaro, he de admitir que la verdadera mamada del relato fue el cierre del mismo. Tras la ordalía protagonizada por los tres, el colofón de la historia realmente está de "no pinches mames chingues" (parafraseando a "yo soy ella").
Muy entretenido relato. Enhorabuena.
"era caballona"
...¿UNA MUJER CON RASGOS EQUINOS? ¡PRESENTAMELA NO SEAS CULERO!!!!
Publicar un comentario