¡Por mis purititos huevos! – grité, y me levanté de la mesa, muy orondo y me dispuse a abandonar la fiesta dando tumbos, visiblemente borracho. El padrino de pastel, a quien le había arrojado merengue en la cara y el saco, fuera de sus cabales, me rompió la botella casi llena de tequila en la cabeza y entonces, solamente podía escuchar un potente zumbido y ver siluetas que se movían. Así pasó que la acabé de cagar, apunté el puñetazo a la cara blanca que tenía casi enfrente y los dos rodamos por el suelo. Es todo lo que me acuerdo. Hoy, sin duda, sería un suicidio aparecerme por la casa de Tere. Dormí tirado en el piso, con la cabeza entre el buró y la cama, grotescamente torcido y hoy no aguanto ese dolor. Si no tuviese que ir a beber agua de la llave, probablemente solamente hubiera rodado para seguir durmiendo la mona. ¡Puta madre!, así me habré puesto, que abrí la puerta del clóset, quién sabe qué chingados estaba pensando, y vomité adentro, sobre todo aquel embrollo de camisas, calcetines y gorras… no es tanto el problema, la ropa lleva como cuatro meses sucia ahí abolada, la cosa es el olor. Cierro la puerta corrediza y me enfundo en unos pantalones de mezclilla, los tenis y ándale, a darle al aseo. Me llama Mendoza, cagadísimo de la risa por mi heroica actuación de la noche. Le habría mentado la madre hasta el hartazgo, pero dice las palabras más dulces de la mañana “¿llevo un cartucho?” - ¡Hermano del alma!
Rápido, paseo la vista por la sala, buscando cosas que levantar, que esconder y que tirar, todo para dar la apariencia de que aquí las cosas están bien a toda madre. Pateo debajo del sofá varias corcholatas, dos envases, una playera ensangrentada desde aquella ocasión en que me sentí bien macho y me rompí el espejo en la frente… y la foto de Malena, de sonrisa congelada en aquel paisaje de playa, va a parar al cajón de la alacena. Enciendo el ventilador y le aviento rociadas de pinol para que se atenúe el olor a patas, a pedo, maldita sea, debajo del “love seat” se quedó un cuarterón de pizza suprema… ¡apesta!... y apesto yo, y todo ese puto amor que se me quedó atascado en el pecho, aquellas palabras que no pude gritarle para que no se fuera, se me han podrido dentro, haciendo llagas, tumores que supuran amargura y que me están matando cada vez que me acuesto a abrazar a nadie en la cama, cada vez que aviento las llaves y llamo a nadie en toda la casa… Malena se fue. Voy a empezar a sollozar, ¡puta madre, que pendejo soy!... ¡soy una pinche basura!... me siento en el piso a medio barrer, siento lástima por mi… me ahoga el nudo en la garganta, me asesina mi soledad… afuera, suena el claxon tarzanesco de la Brasilia de Mendoza. ¿Quiobo, master? – y acto seguido, a pasarme lo agrio por el llanto a fuerza de cerveza y cacahuates enchilados.
Una hora y cachito dura el paquete de doce. Ya sé que mi compañero de parranda querrá que me moche con las que siguen y yo no tengo ni siquiera para unos cigarros, y eso que el vicio me está comiendo las entrañas por una fumada… finjo tomar la cartera y salgo rápidamente a “comprar” las que siguen… Mendoza tiene fama de “uña”, pero es buen cuate el cabrón. Voy hasta la miscelánea de la Güera, alisándome el pelo, quitándome las lagañas con saliva, carraspeando para, según yo, quitarme lo mucho que arrastro las palabras… ella es una santa. Le platico de mi tía enferma, de lo mucho que es probable que se muera antes de Navidad y ella, con ese típico gesto de “pues ya qué”, me vuelve a prestar doscientos pesos. Ni siquiera pienso en comprarle ahí las amargas, tengo que dar un enorme rodeo, corriendo a través de la alameda hasta la otra vinata. Ya de regreso, vengo echando humo, sintiendo que el alma regresa a mi cuerpo… ¡Pura vida!
Igual, otra hora y varias canciones cantadas a dueto, y las chelas empiezan a escasear. “Sabe tu piel salada, como el maaaaar”, que es la única parte de esa canción que nos sabemos, nos sale a toda madre, el cd vuelve al principio. “Sabe tu piel salada, como el maaaaar”… afortunadamente, no me recibieron la grabadora en el monte de piedad, porque el control quedó destrozado en un arranque emotivo de una canción de Juanga. Hay que hacer la vaca antes que se bajen los ánimos de curársela. Tintinean las monedas en mi bolsillo y voy en chinga, esquivando gente de la cuadra a la que le debo y ya no me creen las mentiras para esquivar el sablazo. No alcanza para las cervezas y los cigarros, ni hablar, he de recuperar los pedacitos del cenicero. Vengo pensando seriamente desde hace como tres meses en que ya no debo de ponerme tan bruto tan seguido ni tan triste tampoco. Malena se fue, nada que hacer, es lo que pasa cuando a uno lo quiere dominar la hembra, sin darse cuenta que se juegan así los papeles en las relaciones… aunque, si n duda que dejaría ahora mismo todo si Male quisiera regresar a ver como las cosas van a cambiar si alguna vez me atiende las llamadas… pero bueno. Ella se lo pierde, por pendeja y delicada.
Yo sé, muy en el fondo, que me amarga la existencia de sobremanera haber visto como fui tan fácilmente desechado. Que en aquella ocasión que dije estar enfermo de la muela estuve llorando al lado de mi ramo de flores que quise llevarle, para descubrirla platicando con Edgar el del bolillo muy confianzuda, tocándole los brazos y arrepegándole el trasero escuchando la maldita gasolina. Que quise desempeñar sus alhajas para que viera la sinceridad de mi cambio cuando descubrí que fue Leopoldo el carnicero quien ya había ido por el lote de cosas… seguramente ya cobrado ese favor, Malena sintió la calidad del aguayón… puto humor negro, me cae de madre que es buen pedo, reírse de uno mismo… si, como chingados no.
Me acuerdo de cómo era yo antes. Pinchis primas de ventas, era muy chingón para afianzar clientes, para ligarme afanadoras y secregatas, para aventarme faje tras faje toda la semana hasta con seis nalguitas diferentes… pero así pasó. Y así me hallo ahora. Mendoza no tiene llenadera y al final de la tarde estamos preparando unos cocteles con alcohol pesado, paletas de limón y la licuadora… me confiesa que Malena ahora está mucho mejor así, que ya amuebló de volada su depa, que carga buena ropa y a decir de ella misma, perdió miserablemente su tiempo conmigo. A esas alturas, la Rondalla de Saltillo me parte la madre. Chinga tu madre, pinche Mendoza, reímos, “cámbiale a esa mierda” – convenimos, suena “born to be wild” y se forja el primer yoin al calor de las guitarras. Puta Malena, pero me cae que es la última vez que vuelvo a faltar al trabajo. Mañana por la mañana, tempranito, lavaré las camisas, limpiaré los zapatos y de vuelta a la acción. Soy muy chingón como para quedarme así, embrutecido junto a las latas… oliendo a madres… te arrepentirás, Teresa, se te acaba de escapar este pescadazo… “repite la rola, culero” – Ok, pero mientras ve forjándote el que sigue. Yo ya no quiero estar así. Yo merezco más en la vida, ¡yo tuve el primer lugar estatal en poesía cuando iba a la secu!... “volverán las oscuras golondrinas”, recitaba yo… puta sed. Te amo, Malena.
Y así, en medio de mi alucine, siento que ella está ansiosa de que le vuelva a llamar mil veces por la madrugada, que necesita escuchar mi voz, que sin mi no puede vivir… si no fuera por eso, no volvería a fumar esta mierda… a ver… 74 71 11 76 01… “¿que pasó, suertuda?”… tu….tu…tu….tu…
8 comentarios:
Se nota que se les estan acabando las ideas o se estan cansando o no se pero ya ni escriben regularmente ademas el lanchero se aburrio o algo igual que los hermanitos mulder que basura
escriban del tema "a mi manera" seria chido
No está nada mal, pero creo que en esas condiciones siempre es mejor una rayita que tanto toque... bueno, esa es mi humilde opinión, jaja.
Comparto la opinion de Paul, mas rayitas menos toques... el resultado de hablarle a las viejas, es el mismo
"Ella se lo pierde, por pendeja y delicada"
A huevísimo master, esas palabras son la neta del planeta.
Saludos.
Que pinches feos los de la foto
"Tu tu tu tu..."
Como final de canción. Tan neta el texto que bien podría ser base de una rola de Chente, como aquella de "racatapun chinchin y el gallo sube"
Psss, me gustó chingos, de lo mejor que te he leído "master".
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