martes, 24 de febrero de 2009

Balística for Dummies


Hace cuatro años llevé un seminario de análisis forense y criminalistica. El catedrático era un médico larguirucho y pudoroso, calvo también, que durante los primeros dos meses del curso nos advirtió que los otros dos meses serían de campo en las instalaciones del Servicio Médico Forense, y que además, de los doce alumnos, escogería a tres para llevarlos también a levantamiento de cuerpos e instalación de escenas. No, no fuí de los escogidos, pero uno de los tres resultó tener estómago sensible, y luego de asistir a un homicidio difícil, habló con el maestro y me cedió su lugar. No se lo pedí, pero supuso que lo disfrutaría.

Y no lo disfruté: implicaba atender llamadas repentinas entre las 1800 y 0400 horas, que era cuando trabajaba el muertero, y por aquellas fechas yo me dedicaba a parrandear y resultaba impráctico soltar la cerveza y el cigarro para ir a lugares cosmogónicos a merodear cadáveres con media peda en el cogote. Además, no era un trabajo detectivesco y los policías, judiciales y demás fauna postmortem me hacían sentir como un chamaco ridículo e impresionable, y nadie quiere sentirse así, seamos sinceros.

Debí atender menos de ocho escenas, y aprendí a juzgar rictus, posiciones, cronología, espacio, fenomenología inmediata, necrología in situ, y diversas pendejadas en una juerga que nada más el maestro y sus alumnos hablabamos, por que estoy seguro que los demás podían prescindir de tantísima verborrea escolástica para realizar un labor llana, metódica y sencilla. De verdad: si quieren imitar un levantamiento de escena, prueben recoger una cucaracha o un ratón con la máxima de las limpiezas y pulcritudes y habrán aprendido las tres cuartas partes del trabajo.

Una noche me hablaron para que fuera disparado a una colonia cercana al Soler, y cercana al centro y aledaña a la malla fronteriza. Llegué primero que mis otros compañeros; el médico y toda la gente estaban terminando su trabajo. El cuerpo todavía estaba en una zanja por donde podías descender hacía un camino vecinal. No me acerqué para evitar lo que de todas formas sucede: contaminación de escena, pero entonces un judicial me invitó a ver utilizando una lámpara. A tres metros vi una persona de cabello largo y teñido, minifalda contundente que mostraba piernas bien depiladas. Estaba bocabajo. Parecía una puta, al menos, o una tipa loca de maquiladora, y quiero aclarar que no estoy emparentando trabajar de puta y trabajar en una fábrica o maquiladora.

Ya en las planchas del Semefo pudimos contemplar su rostro descuadrado con un tiro calibre .40, disparado arriba-abajo en el lóbulo frontal. Ya tienen al responsable, nos dijo el muertero. Lo detuvieron horas después manejando borracho hacia la colonia Mariano Matamoros, en el extremo opuesto donde había arrojado el cadaver. Adivinen cuando le disparó, nos preguntó con una mirada pícara que me sorprendió descubrirle. Ni idea. Le dio el tiro mientras le hacía sexo oral, le puso el arma en la frente y disparó, por eso el tiro descendente. Que feo le quedó la cabeza, murmuré, y sin pedirselo, me aclaró que no fue por la posición de la víctima, sino por el calibre y agregó, muy jactancioso: esas balas hacen mucho desmadre, desalinean completamente todo; he visto ojos donde debería estar la nariz, y orejas muy cercanas a la nuca, por ejemplo.

El cuerpo estaba cubierto con esa sábanas verdosas que, creo, todavía utilizan. Solo había descubierto su rostro, y enseguida descubrió el torax, en una rutina que utilizaba para ir estudiando cada sección del cadaver para aprender a analizar por segmentos. Nos mostró un par de tetas perfectas y sólidas de silicones, pero nos pidió que observaramos la salida del proyectil bajo el maxilar inferior y la rozadura siguiente sobre el esternón. La bala terminó en el muslo izquierdo. Pero antes de mostrarles el muslo - nos dijo - les voy a mostrar la verdadera causa de muerte. El cabrón sonrió socarrón y tiró de la sábana dejando ver un pene flácido sobre una mata espesa de vellos. No supe enseguida si había testículos, pero noté que el pobre transexual tenía tatuado un conejo playboy en el bajovientre. Pensé que era irónico entender que solo su rostro maltrecho y sus genitales lo separaran de ser una preciosa mujer; al menos fue una linda she-male, y traté de verla caminando por Plaza Santa Cecilia, con los mariachis y los culturosos atisbandole las nalgas.

Uno de mis compañeros musitó divertido: supongo que no le gustó esta mitad del cuerpo. Ecole, aprobó el profesor: justo eso comentó el homicida en su declaración ministerial, que no sabía que era un maricón y que no le pareció divertido enterarse.

Para mi fue gratificante conocer su cuerpo. Siempre contemplé con curiosidad blanda mientras entraba a los bares aledaños a la plaza donde la mayoría de ellas y ellos deambulan. Sus caderas estaban abultadas de grasa, de un acumulamiento ilógico pero macizo de carne; sus muslos comenzaban a tornearse con el candor de los estrógenos, a definir ese templete interno que tienen las mujeres justo abajo del púbis.

El orificio final parecía el hoyo donde un titiritero pudo meter un hilo para hacerle caminar. Todo él era bellamente bizarro, y pensé en el cuadro de Magritte, L´Invention Collective...

23 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno, me agrado.
Casi todos tus escritos me han parecido así.

Anónimo dijo...

ay siiiii. magritte. hahahaha

«danito» dijo...

Bieeeeeeeen, chido enfoque de la otra mitad.

Buen relato además =)

Anónimo dijo...

A ver. Si entendí bien le disparó justamente en pleno sexo oral y la bala salió por el maxilar inferior rozando el esternón.

Entonces se voló la verga el cabrón
¿o no?

Luis dijo...

De pendejo le dejas esa madre dentro de la boca si vas a soltarle un plomazo.

Guffo Caballero dijo...

Ay, usted siempre tan culto y tan propio, mi Manuel. Jeje.
Saludos.

Manuel Lomeli dijo...

Ese soy yo, Guffo, hermano mio. Culto y educado. Snif.

Anónimo dijo...

CALMATE PINCHE DEXTER...!!!! JAJAJAJA

Manuel Lomeli dijo...

Aaah, honor que me haces... Aunque ese guey tiene especialidad en hematografia. Lo mio es mas de muertero balín de tercermundo. Además, el relato no es personal sino ficción pura...

Anónimo dijo...

aparte de quedar en la carcel matar un hombre y vivir con el recuerdo de que te la mamo un putooo jajajaajaja
chalee..

Chilangelina dijo...

Buen giro para el tema, me latió.
Yo también pensé lo mismo que el anónimo, pero supongo que Luis tiene razón.

Anónimo dijo...

Buenísimo. Y más por ser ficción.
Nunca disfrute tanto una post tuyo, hasta hoy.
Sigue así.

Deberían sacar a la plaqueta y ponerte a ti.

Choche dijo...

AJAJAJAJA!! SE LA MAMO UN SHEMALE! XD

Ok, con eso expresado, q buen post, me gustó bastante.

=)

admin dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

literatura de 3 pesos esta, vil y barata, no tiene mejor descripcion.

En cuanto supe que era un relato imaginario me parecio muy pobre la creatividad del autor, el humus de la mente da para mucho mas que para estas tragedias policiacas piteras.

Manuel Lomeli dijo...

Eso si, y más cuando lo escribes en pinches quince minutos en un café internet desde la Ciudad de México. Debí dedicarle otros quince para que mi "humus" tuviera oportunidad de dar más que una historia policiaca pitera. Eso me pasa por querer ahorrar dinero...

Mea culpa...

Snif.

Anónimo dijo...

Pero si lo publicaste en la madrugada manuelito, yo crei que estabas ansioso.
Ademas que gastado esta eso de "lo hice en 15 minutos en un ciber, yo soy bien chingon y puedo hacer algo mejor" no esperaba eso de ti oh poeta oscuro

Manuel Lomeli dijo...

Ah este anónimo no sabe lo de "post programado"...

Pero tampoco voy a ser yo quien le explique. Algún día lo entenderá.

Por cierto, no es literatura de tres pesos. Sino de ocho pesos, que fue lo que me costó la media hora que estuve: quince escribiendo esta marometa, y otros quince chateando con mis amiguis.

Lo que si, es que es literatura baratita. Y en tiempos de crisis, lo barato es lo mejor. Un besito.

Anónimo dijo...

entonces es de 4 pesos, puesto que muy bien los otros 15 minutos te los pudiste haber ahorrado mijo, un peso mas un peso menos un relato pitero y decadente.

Anónimo dijo...

15 minutos, mmm, me parece un exceso de tiempo grosero para algo tan bellacamente malo.

En fin todos somos libres de malgastar nuestro tiempo como nos plazca.

Manuel Lomeli dijo...

Bueno, el caso es que yo escribo posts y ustedes comentarios. Juzguen por si mismos quien gasta peor su tiempo. Gracias por leerme. Jejeje.

Un besito. Me encanta responderles, la neta.

Anónimo dijo...

pos no entendi we, igual tu escribes comentarios tambien asi que la insinuacion de que perdemos tiempo te afecta por igual a ti.


ademas mijo presumanos cuando sea usted alguien medianamente famoso, que esta muy verde para empezar con pretenciones.

Unknown dijo...

Buen relato. De alguna manera estoy oxidado en el tema, y además me declaro ignorantísimo al respecto, pero creo que desde Paco Ignacio Taibo II y Pérez Reverte, no había leído nada de género policiaco.

Me recordaste una compilación de relatos policiacos que en algún momento juntaran Borges y Bioy Cázares, y también me recordaste los Alarmas que mi abuelo leía en mis años mozos y que yo me volaba a hurtadillas para leer a escondidas.

Honestamente me gustaría leer más material tuyo.

Enhorabuena.

Blogalaxia