domingo, 8 de marzo de 2009

Así las olvidamos. Inevitablemente.


- Estamos hasta el huevo, carnal - me dijiste extrañado, pretendiendo que todo fuera causa de una intoxicación de fresas al oporto únicamente -

Pero entonces sonaba una gran mezcla de Justice, y preferí no contestarte. Me sobraban neuronas suficientes como para una sola decisión: una cuba más, o noquearte y confiscarte esa prodigiosa caspa diabólica para echarla por el escusado y salvarnos a ambos de un paro cardiaco. Preferí la cuba.

Sentía pocas cosas, entre ellas escalofríos, y tener la mirada ausente, como sí tuviera el coeficiente intelectual de un Cocker Spaniel. Bailábamos con torpeza, y con exaltación, mezclados. Lo más inverosímli es que intentábamos ligar así, maltrechos de espíritu y de rock, vejados por olvidar al par de malandras revoltosas que nos sumieron en éste Guadalupe Reyes a mitad de año. Y es que para uno, siempre tiene que tomar un tono disidente el olvido, de pisoteo de restricciones personales, de reencuentro con tu malandro interior.

Salimos con un par de güeras sensiblemente sabrosas, pero de cualquier manera yo no confiaba mucho en mi vista, y sospechaba que eran un par de acapulqueñas morenísimas, oxigenadas y cadenciosas. No sé qué les dijimos, ni que nos dijeron ellas a nosotros, pero sólo recuerdo acomodar el retrovisor, y que me hicieras una seña como de "ya chingamos", que observé con recelo y admiración.

Caímos a un congal de peor reputación y mejor horario. Tú parecías haber despertado de nuevo, y yo entraba en una embriaguez de doble sentido. Y así, campantes, de ojos desinflados, intentábamos asumir a las aborígenes reconquistadas, como bellezas exóticas.

La clave aquí era perder más neuronas al mando, o caer bajo el ventajoso poder telepático de tu ex, recordándote lo sucio, libidinoso y urgido que pareces pagándole la cuenta a las de apariencia Daddy Yankera. Pero ya te vale madre, en una selección azarosa entre una y otra, terminas con la más simpática, y cancelas cualquier rastro de estribos, para acomodarle unos acercamientos corpóreos de corte clásico a las costeñas, y ...

Suena el teléfono, desesperadamente. Repica hasta que por fin contestas.

- Creí que te había pasado algo - te dice ella, en voz dulce, y asustada-
- No, no estaba dormido mi amor - le contestas con un rugido seco y aguardientoso -

Ves al techo y haces un recuento. Te pellizcas una mano, y mueves uno que otro miembro. Aún con las lagañas acaparando tu campo visual, ves hacia la ventana para comprobar que ya son más de las 3 PM. Regresas a la seguridad preciosa y acogedora de tu vieja, que además se fascina de escucharte ronco y adormilado. Confirmas un sueño malparido, al fin, y te regocijas de que todo fuera completamente un olvido, que puedes olvidar.

2 comentarios:

a.be dijo...

Que sueños tan intensos tienes my love!
Te pasa muy seguido??? Ja! Been there!
Ojalá y tuviera la voz dulce, al final creo que la tengo mas aguardientosa que tu y sin estar cruda...

Manuel Lomeli dijo...

Conforme pasa el tiempo, esos sueños van perdiendo humedad hasta volverse secos y frios como pesadilla...

Jajaja.

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