
Quiero pasar el fin de los tiempos contigo, Lilián.
Débil y pálida, caminando coja a mi lado, con tus pies amarrados con cinta eléctrica, el pegamento en tu piel negro con mugre.
Lilián, toses y caes sobre una rodilla. Yo me inclino a tu lado y te pego suaves palmadas en la espalda, para más fácilmente desalojar esas flemas viscosas saturadas de monóxido de carbono, y sabrá dios qué toxinas de la roja atmósfera.
La evolución del planeta llegó a su cúspide con tus negros rizos, Lilián. Esos rizos que caen a mechones entre mis dedos cuando te acaricio en las noches, cuando dormimos bajo ruinas urbanas para resguardarnos de la ceniza eterna que cae como en la noche de la natividad. El planeta se contrajo sobre sí mismo, devorando sus civilizaciones, porque no pudo soportar tu belleza, Lilián, de la misma forma que un poeta se clava la afilada pluma en el corazón tras rayar en pergaminos las palabras que más puramente exponen su alma, sabiendo no poder superarlas nunca.
Lilián, tu intelecto se deteriora al ritmo que tus negras pupilas se tornan grises. Solías hacerme reir, cuando recorríamos el holocausto nuclear tomados de la mano. Recuerdas cuando caminamos por la playa difícilmente, entre el panteón de animales marinos en estado de avanzada descomposición, y encontraste una concha? La pusiste a mi oído y preguntaste, "Puedes oir la ciudad?", en irónica referencia, dada nuestra ubicación. Yo lloré de tristeza y pavor, pero escondí mis lágrimas al ver tus ojos llorosos viendo el horizonte, mientras el opaco sol se hundía derrotado entre los negros y gélidos mares a kilómetros de distancia.
Hoy no comprendo lo que dices. Cuando balbuceas incoherencias tengo que limpiar la saliva de tu barbilla cuidadosamente, ya que tus labios partidos brotarían sangre a borbotones si osaras estirarlos en una sonrisa.
Sonreiré por ti, Lilián, cuando nuestros cuerpos deshidratados yazcan por vez última entrelazados al atardecer, acostados en un trono de espinas, mientras nuestros vástagos alados circulan arriba, listos para consumir nuestras carnes.
18 comentarios:
Sabes?? Me recuerda mucho a un texto de Guffo, pero quiero que alguien me escriba asi, y que piense que me podra querer aunque no me mueva.
Bonitas palabras
Excelente, dude... excelente.
Es un honor ser comparado con Guffo, el misterioso sociopata quien oprimiria un boton para destruir el mundo si pudiese
Manuel TU eres el excelente
¡Jajaja!
Lilián es mía.
Uoh. Qué raro leer esto el domingo -lunes- a las 12:43 am y en estado ALTERADÍSIMO de conciencia. No lo había visto. Pitazos extraños, que le llaman.
En mi defensa, qué manera de joderme. Eres un maestro. Si nuestras ofensas verbales vía Twitter no llegaron a buen fin, con esto ya pasaste a darme en toda mi madre. Aplausos de pie.
Pero al menos le pertenezco a Pelo, ¡cua cua cua cuaaah!
Muy visual la narrativa.
Muy buen postapocalipsis.
JODIDAMENTE ROMANTICO?
ESTAS TODO MAL DEL COCO SALAVER,,,,
MUY BUENO,,,,,,
Genial. Simplemente genial.
Muy chido tu escrito.
Jajajajajaja... muy mamón tu comentario. Creo que exageras, pero, si sabes de ese botón, avísame a mi mail lo antes posible.
Buen inicio de semana.
Buahahahaaaa, esto si que me ha alegrado el día.
Que épica manera de amar, siento envidia.
Eso es amor.
Pinche salaverga, te rifaste cabrón.
Y la Lilián acaba de ser elevada a categoría de diva.
esa pendejada de post es genial ? no mamen....
" en estado ALTERADISIMO de conciencia " dice lilian, a quien le importa el estado en el que leas las pendejadas de salaverga ?
Me encantas...
Si se parece al post de guffo, pero región 4.
Igual es bueno.
te ganaste las palamas, no me importa lo ke digan.... eso es amor cabron.....
clap clap clap clap
pff
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