jueves, 21 de mayo de 2009

Inocentes esperanzas de bajar los chones



En la historia de intentos por bajarle los chones a una chava, el que sigue ha de ser de los más enternecedores y patéticos que hay.

Cuando estaba yo estudiando para convertirme en ingeniero computito, tuve de compañera, en algunas clases, a una con cuerpo de palmera (mi vocación no atendida de botánico me ha traído grandísimos dolores de cabeza, pero no tanto como mi vocación ignorada de geólogo). Huelga decir que si me fijé en ella es porque me gustaba para bajarle los chones.

Yo, que en ese entonces era muy tímido, en lugar de acercarme a decirle “oye, se me ha ocurrido la magnífica idea de bajarte los chones ¿qué opinas al respecto?”, opté por el camino tortuoso de hacerme su amigo.

Pasaron algunas semanas y cuando estuvo claro que la dueña de los chones que quería yo bajar, no podía aprobar por sí misma la materia de Ecuaciones Diferenciales que llevábamos juntos, sin correr peligro de que le diera una embolia por el esfuerzo al que sometía su cerebro, decidí armar un grupo de estudio de pánico para enfrentar los parciales, y la invité.

- ¿Quienes van? - preguntó.

Yo recité un rosario de los perdidos en la materia y que ya habían quedado en participar en dos o tres sesiones maratónicas y nocturnas de resolución de ecuaciones diferenciales, previas al día examen, con la esperanza de que en el teflón que tenían por memoria se quedaran impresas algunas ecuaciones que sí pudieran resolver (por eso se llamaba estudio de pánico).

- ¿Y dónde se van a juntar? - preguntó.

- En casa de zutanito – respondí. Zutanito vivía a dos cuadras de donde vivía la dueña de los chones que yo quería bajar.

Hizo cara de que me estaba haciendo un favor al aceptar la invitación. Cuando llegó la primera noche de estudio todos los invitados se presentaron. Yo abría el Zill, escogía un problema del temario del examen, lo resolvía y cuando había quedado claro qué hice, los demás escogían otros apenas diferentes y los resolvían. Avanzábamos tanto que al cabo de tres horas, con chelas y pizzas de interludio, todos decían “las ecuaciones diferenciales me la pelan” y se iban muy contentos.

Todos menos la dueña de los chones que yo quería bajar.

- Ash. No entiendo.

Yo le decía que no se preocupara. Que a la otra noche quizá lo hiciera mejor.

Para la segunda noche sólo se presentaron los casos de anumerismo más graves. Yo repetía el mismo método y a veces lograba expresar lo que alguno no entendía de una manera en la que sí pudiera entenderlo. Si no se iban diciendo “las ecuaciones diferenciales me la pelan” decían “creo que puedo pasar este examen.”

Todos menos la dueña de los chones que yo quería bajar.

- Ash. Sigo sin entender - se quejaba.

Para la tercera y última noche (esto ya parece chiste malo) nomás se presentaron dos. Uno que apuesto ya le han de haber diagnosticado imbecilidad clínica, y la dueña de los chones que yo quería bajar. Repetíamos las mismas ecuaciones de las sesiones pasadas y los dejaba confiados de que sí en el examen venían esas, entonces no tendrían problemas en resolverlos.

Al otro día, en el examen, había que resolver ecuaciones imaginadas por un sádico que se creía Euler resucitado, y sólo unos pocos respondíamos el examen sin recurrir a métodos adivinatorios.

La dueña de los chones que yo quería bajar tronó. Y así le ocurrió con cada parcial.

Al llegar al examen final ella debía sacar 10 o tronaba la materia y se despedía de su beca. ¿Y a quién recurrió para pasar el examen?

Adivinaron, a un servidor.

Pronto se hizo evidente que no quería mi ayuda para estudiar, sino para que yo le resolviera el examen. Yo, estaba tan apendejado por mis ganas de bajarle los chones que le dije que sí.

Llegó el día del examen final y ahí estuve yo resolviendo no uno, no dos, sino tres exámenes distintos de ecuaciones diferenciales. El mío, el de la dueña de los chones que yo quería bajar y el del imbécil clínico que me pagó con una HP programable (ahora las venden baratonas en cualquier OfficeMax pero en ese entonces eran rara avis).

Los tres pasamos (nomás que yo tuve un sueño muy raro con Fourier esa noche), terminó el semestre y me fuí a mi casa con una calculadora HP y sientiéndome medio estafado.

A mitad de las vacaciones sonó el teléfono, contesté y era ella. Me invitaba a cenar a su casa.

Me emocioné primero, luego me excité y al final me acicalé e hice acto de presencia en su casa. Sus papás vivían en otra entidad federativa y sus caseros habían salido a ponerse pedos con algún vecino. No sé qué preparó de cenar porque nunca lo probé, en lugar de eso comenzamos a fajar con entusiasmo. Varias veces intenté encuerarla y las mismas veces recibía yo negativas ambiguas, que a otro menos calenturiento que yo le hubieran esfumado todas las ganas. No obstante, después de lo que me parecieron horas, conseguí mi propósito semestral: bajarle los chones.

No aplaudan. Esto no tiene final feliz.

Ya encuerada ella, yo procedí a desvestirme. Estaba en eso cuando la dueña de los chones que ya había yo bajado y que tenía unas ideas católicas y aberrantes, dijo:

- Cásate conmigo.

Esas palabras entraron por mis orejas de 20 años y desencadenaron una reacción que culminó conmigo sosteniendo un pito muy guango ante la perspectiva de tener que casarme a cambio de sexo que, además, dentro de mi cabeza, yo consideraba que tenía muy merecido gracias a Gauss, a Euler, a Fourier y et al.

Hasta la fecha no me atrevo ni a hacerme una puñeta pensando en ella. Temo que me vaya yo a quedar impotente.

24 comentarios:

El Contador Ilustrado dijo...

Tal vez eligió de sus posibles candidatos para marido a aquel que pudiera ayudarle a sus futuros retoños a estudiar (y aprobar) matemáticas, tarea nada sencilla por cierto

Anónimo dijo...

asi al chile pelon no se vale

Gobseck dijo...

jajaja... a pesar de todo, el objetivo se cumplió, a pesar de haber elegido "el tortuoso camino de hacerte su amigo", cosa de por sí complicada sobre todo teniendo en cuenta la misión.

Luis dijo...

Jajajaja

¿Y por qué no dijiste que sí? jajaja

El Corsario Negro dijo...

¡Excelente narración!

Ante el "no hay final feliz" me estaba imaginando "Juego de Lágrimas"... Ya ves, no te fue tan mal...

"Ingeniero Computito"... Tengo que recordar ese apelativo...

Goma Rosa dijo...

putiiiiisima madre..
seguro estudio en escuela de monjas!

Katz dijo...

Jajajaja, y qué? No tenía nombre? nunca vi tantas veces en un texto la palabra chones, pst jaja

davihds dijo...

el diferencial y las derivadas, como las odié en la vocacional :S

Dean dijo...

En lugar de pensar en tirártela has estado enamorándola, vaya novato.

El Belo dijo...

Es la segunda vez que leo "Huelga decir..." Una en este blog y otra en un escrito de un abogado.
Me dí a la tarea de buscar la palabra "huelga" para ver su significado (soy abogado y conozco a la perfección la concepción jurídica, pues además mi materia es la laboral) pues sólo conozco uno. Y nada, no encuentro la relación de la palabra huelga con decir, perdón mi ignorancia pero me podrías explicar ¿de dónde viene esta frase?
No es mejor señalar frases como: "Es importante señalar que...", "Cabe decir que...", "Debo resaltar que" o algo similar.
Saludos y con independencia de esa duda me gustó mucho el post.

fer ramos dijo...

Y casarte con ella fue simplemente, inversamente proporcional al hecho de bajarle los chones. Jajajaja, excelente historia.

el mangos dijo...

jajaja muy bueno, si le hubieras dicho que si y te la hubieras tirado ese dia la dueña de los chones hubiera tenido la inocente esperanza de casarse.

Anónimo dijo...

Al servicio de la comunidad, incluyendo el Belo:

"Huelga" del verbo "holgar", que significa, según la RAE en su 5a acepción, «Sobrar, ser inútil», v.gr., huelga decir, huelgan estos comentarios.

Saludos cordiales,
MAAG

Romina Power dijo...

Qué buen pretexto para bajarle las ganas a alguien con quien no quiero y me sentía más obligada que gustosa...

Gracias.


Jajajaja, qué mal pedo.

Francisco Lizardi dijo...

Sr, que mala pata tuvo, le dió oportunida a una de sus dos neuronas a oxigenarse y sacar una idea (de las pocas que de seguro pudo tener en ese periodo de sus estudios por lo menos), ni hablar, espero que el sus temores no se le hagan realidad por ese trauma 'chonesco', je je je.

Saludos

El Belo dijo...

Mil gracias a Aguaclara y Controlzape, me sacaron de la ignorancia en que me encontraba.
Nuevamente gracias.
Saludos.

Dib dijo...

Chale, yo hacía lo mismo con chingo de materias diferentes y nunca me tocó una chava así... ¡Qué ingrata es la vida!

Anónimo dijo...

Romina: queda más que confirmado que entre mujeres se identifican.

mariposa dijo...

me encanta aquella inocente esperanza que perdura mientras no te dejes bajar los chones... porque despues por cualquier pretexto terminas entontrando solo "un pito muy guango"... excelente redacción

Isabel dijo...

qué manchada!

Foquilla dijo...

Es intrigante la ecuación que hace de una vieja "propicia para bajarselos" (burra+no-tan-buena)/Ideas Extrañas=Éxito

Felicidades dejaste ir a la madre de tus hijos.

MAAG dijo...

Huelga decir que... «la carta que firmó don Juán decía que Felguérez y yo éramos sus hijos muy amados y que él se hacía responsable de cualquier iniquidad que cometiéramos en el extranjero.» Keep it, Controlzape, keep it. Que no falte espíritu.

AndreaLP dijo...

Le hubieras dicho que sí y la historia hubiera terminado, si no feliz, al menos con algo de provecho.

Anónimo dijo...

pinches viejas solo te buscan para pasar un examen

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