viernes, 12 de junio de 2009

Todos los libres


Algunos me llaman retrógrada fascista. Otros dicen que soy un demente megalomaniaco. Y otros ni siquiera pueden pensar en un peyorativo que aplique a mi circunstancia. A mí la denominaciones me tienen ya sin cuidado: sé que hago bien y no busco la aprobación de una sociedad ciega por convicción que ensalza valores, recita himnos y condena inocentes en completa ignorancia.

Todo comenzó - como en cualquier historia trillada - con una niña. Una niña de trenzas duras, mejillas mugrosas y olor a basura sentada justo frente a la bocina de un Auto-Mac. Su único propósito en la vida era mirar a los clientes de Ronald McDonald con sus enormes ojos café-desprecio-el-capitalismo que recriminaban el simple hecho que tú pudieses saciar tu hambre sin bajar del carro.

- ¿Me compra una hamburguesa?

Bastardita mañosa. ¿Ya no es suficiente con darte para un taco? Ahora quieres toda la cajita feliz con jugeutito y grasas monosaturadas y, si se puede, un McFlurry. Tu crecida ambición ahora confirma mis sospechas: algún día seremos tragados por los pordioseros. ¿Qué te hace pensar que puedo pagarte una hamburguesa? ¿Crees que vengo aquí por mi amor a las carnes de plástico y el aceite? No, estoy aquí porque es el único lugar que me dará la remota sensación de haberme alimentado en menos de quince minutos antes de regresar al trabajo. Y sobre todo, éste es el único lugar de su tipo que acepta tarjeta de crédito, permitiéndome pagar mi hambre de hoy hasta el mes de julio. Así que no, no tengo con qué comprarte una hamburguesa y aunque tuviera no estoy seguro de querer hacerlo: ¿por qué te la daría a ti y no a los otros veinte niños que me han torturado en cada esquina de este viacrucis por la ciudad? ¿Qué te hace creer que eres tan especial? ¿Tu halitosis intolerable? No, niña. No.

Pretendí no escucharla, no verla, porque es lo más sencillo que se puede hacer en esas circunstancias. La cajera tomó mi orden con su voz hipócrita y me pidió que pasara a la ventanilla uno a deslizar mi Mastercard y acabar de vender mi alma. Comí, trabajé y el día pasó como siempre ha de pasar.

En la noche, la niña volvió. Sentí su mal aliento del otro lado de la cama y lamenté tener aún consciencia social. Debo poder hacer algo por ella, pensé. De alguna manera he de ayudarla. Por alguna razón volteé a ver el piso de mi cuarto: una completa asquerosidad. También pase mirada por mis libreros: un desastre total. Revisé mis sábanas: tiesas de mugre. Corrí a mi vestidor: zona de desastre. Lo tengo, grité.

Un arcaico economista dijo alguna vez que no existía la opresión y mucho menos la esclavitud: todo trato era siempre justo ya que las dos partes aceptaban sus condiciones. Nunca estuve muy de acuerdo con el razonamiento, aún ahora me remuerde pensarlo, pero estoy convencido que no tenemos otra opción.

No pude encontrar a esa niña, supongo que algún hombre rico y desesperado compró su hígado en el mercado negro para curar a uno de sus hijos enfermos. Pero la ventaja de un país como éste es que todo pobre es sustituible; llevé a cabo mi plan con el primer infante que intentó venderme chicles frente a un Starbucks.

No fue fácil convencerlo, las estructuras mentales de los pordioseros son sólidas y por lo visto se asimilan desde el útero. Tuve que seguirlo unos cuantos días, cortejarlo, presentarle el lado amable de mi trato. Cuando por fin accedió, tuve que idear un complicado plan para alejarlo de su padre/proxéneta. Conseguirlo fue tarea terriblemente exhaustiva, pero valió mucho la pena.

Ahora mi cama siempre estaba limpia y tendida, mis libreros ordenados, mis pisos pulcros y brillantes y mi vestidor parecía por fin sucursal de Lacoste. Y todo a cambio de un poco de comida y un colchón en mi cuarto de lavado.

Existe un mínimo problema con estas criaturas: se cansan fácilmente. El pequeño no podía encargarse del aseo de mi hogar y al mismo tiempo lavar los carros, cuidar el jardín y limpiar las piscinas; años de desnutrición y maltratos seguían haciéndose presentes en su cuerpo y McDonald's no parecía curarlo. Debo conseguir otro, pensé algún día, otro más joven. Y así lo hice.

Pronto mis familiares y amigos notaron el cambio en mi estilo de vida: todo estaba perfecto y en su lugar: barrido, trapeado, lavado, sacudido, podado y planchado. Y yo no mostraba señal de cansancio ni esfuerzo alguno. Tienes una 'asistente del hogar' ma-ra-vi-llo-sa, decían. Y yo sólo reía.

Todos querían saber mi secreto y con el tiempo yo empecé a contarlo. Algunos se asustaron al principio, pero después de mi explicación lógica entendieron la justicia y la bondad de mis acciones. Una amiga incluso se atrevió a pedirme uno, se lo conseguí como favor.

De alguna manera se empezó a correr la voz por toda la ciudad y comencé a recibir llamadas de desconocidos dispuestos a pagar por tener unodesosniños. Sin querer, empecé a cobrar por mis servicios de enlace y pronto mi idea personal de ayuda al mundo se convirtió en toda una organización underground que rescataba niños de las calles y los llevaba a vivir a las más exclusivas zonas de la ciudad. ¡Toda una corporación con verdadera orientación social! Renuncié a mi trabajo y me dediqué exclusivamente a mi altruismo, los generosos donativos que hacían mis benefactores me lo permitieron.

Debí saberlo. Debí imaginar que en algún momento el rumor llegaría a los oídos de un moralista tergiversador que se encargaría de tirar mis años de trabajo al suelo. La historia se filtró a los medios, la sociedad se indignó con las madres indígenas que lloraban por alguno de los once hijos que parieron y que antes de perder ni siquiera recordaban. El gobierno expresó su repudio, aunque muchos de los funcionarios en el poder tenían a más de uno de mis niños escondido en el ático. La policia comenzó a investigar una supuesta red de esclavitud infantil.

Todos cubrieron sus huellas y se aseguraron que las investigaciones llegaran directamente a mí. Me apresaron e interrogaron, admití todos los cargos aunque no me declaré culpable: no lo era. Entonces comenzaron a insultarme, a gritarme y escupirme en la cara: a condenarme para limpiar su consciencia.

Ahora soy un retrógrada fascista que va contra todas las bases y valores que erigieron esta nación. Los más benévolos me llaman un demente megalomaniaco, un sociopata que no sabe distinguir el bien del mal. Los demás no saben cómo llamarme y sólo piden mi cabeza a gritos.

Ahora quieren que muera para que todos ellos puedan olvidar. Olvidar que esta nación - y este mundo - se erigió precisamente sobre la opresión y el abuso. Olvidar que ninguno de ellos sabe ya distinguir qué está bien y qué está mal. Olvidar que la costumbre los ha cegado y entumecido. Olvidar que ellos también son parte de este juego. Olvidar que quizás también son esclavos.

Olvidar todo y mañana volver a la normalidad, sabiendo que el traidor ha muerto y que ahora pueden dormir con la certeza de vivir en una nación libre.

¿Libre? Podría morir riendo.

32 comentarios:

Tumeromole dijo...

Comentaría "Clap, clap, clap"; pero ya está muy pasado de moda. Me limitaré a decir que has perdido cualquier derecho a llamarme enferma, Irma.

Ya (un poco) en serio, me ha gustado bastante la historia... Ahora vengo, iré a comprarme una niña chiapaneca.

Saludos.

D. dijo...

Bueno sí, pero antes de que mueras riendo y que la sociedad regrese a la inmunda normalidad, ¿me consigues un par? Realmente necesito algo así, mi casa está terriblemente desordenada y sucia y ni qué decir de mi carro, parece que fue orinado por elefantes sumamente molestos.

Y tú, no haces nada para remediarlo.
¡Ash!

Vanessa C. dijo...

Gracias a Dios esto es utópico, hoy casualmente es el día del No trabajo infantil, o algo así... eres un novelesco fabuloso, lo admito.

Lady Jesus dijo...

Quiero dos niños y dos niñas -porfis las menos feas-.

A ellas las prostituiré, un niño limpiará mi casa y el otro lo venderé en partes, tú sabes, así se obtiene más dinero.

Espero tengan todas sus vacunas.

José Luis Puente dijo...

Este es el mejor relato que he leído en recolectivo.

Uvé dijo...

Creo que el tema de esta semana te aplica como cuando vas a ver un comediante y todos piden que vuelva para que cuente unos chistes más. En tu caso, quiero que me sigas haciendo reir con historias sobre indigentes.

Que vuelva, que vuelva.

Uvé dijo...

Pensé que hablarías de la canción de Ricky Martín, sin embargo me sorprendiste. Chido

B. dijo...

Ash, ¿por qué alguien pensaría que yo hablaría de Ricky Martin? ¡Qué triste!

LaMaga ya lo hizo y de ma-ra-vi-lla.

El Belo dijo...

Si no de Ricky Martin entonces de José José, jajaja.
La verdad que buen texto, me gustó.
Saludos.

Merar dijo...

Solo me quedo claro que los niños de la calle también se agrigan.
En vez de pedir un taco, ahora piden una hamburguesa.

mariposa dijo...

por mucho tiempo,,, y por la lastima que sentia por la gente que vive en la calle, terminaba estafada.
hasta que recibi una cadena en donde se hacian la cuenta del sueldo que percibe un limpiaparabrizas y quede asombrada.... pues ganaban mas que yo, sin mucho esfuerzo, sin horario y sin jefe que los este chingando todo el tiempo.
deje de darle pesos a TODOS, aunque mi mamá me ve feo... dice que lo de mi correo no es cierto
finalmente ya no sabes ni que pensar de una anciana que a las 10 de la mañana llega a un restaurant a cambiar todos sus pesitos por un billetito de $500, no sabes que pensar de aquellos que se ofenden si les ofreces trabajo,, o de los que se enojan si de verdad eres pobre y no les puedes dar nada...
este mundo es UN ASCO¡¡¡¡¡¡¡
buena redacción... chida

Meryone dijo...

ahora ya sé por qué quieres adoptarme... pero yo hace mucho tiempo que no soy una niña y conozco mis derechos!!

(claro que, si quieres, te ayudo con el negocio)

besos

Chilangelina dijo...

A mí un niño para llevar con todo, con papas y refresco grandes.

Muy, muy bueno Beto. Lo digo sinceramente.

Pelo dijo...

No por nada eres uno de mis blogueros favoritos. Me encantó la historia, y me impresionaste. Vaya que eres talentoso.

Amo cómo mezclaste el sentido del humor negro con la crítica social.

Aplausos (aunque están pasados de moda, es cierto, lo de hoy es aventar bragas [usadas]).

Pensando cosas mil veces dijo...

Excelente post hoy me voy a dormir diciendome que no soy esclavo de nadie y que no soy tan malo como para esclavizar a alguien esperando que mañana sea realidad.

Hermes dijo...

y a todos nos encanto este post... ojeis y todo, pero de lujo (ptm, necesito dinero para mantener uno de esos niños)... y ni los anonimos te andan jodiendo! (despues de este comment, tal vez lo hagan)

Pinkrobot dijo...

MUY bueno. No sé que esté de moda para comentar pero te apludo y lanzo mis bragas, para no errarle.

Luis dijo...

Beto, la Gerencia tiene que hablar muy seriamente contigo sobre el monopolio (siempre que escribo esa palabra pienso en un pobre changuito con muletas, snif) de comentarios, nos vemos en Gmail.

¬¬

Araceli Gallardo Peña dijo...

La verdad no sé para qué comento si no tengo nada nuevo qué decir, todos tus comentaristas lo han hecho ya de maravilla; sólo me resta felicitarte.

CÉSAR R. GONZÁLEZ dijo...

Pocamadre.Quiero 2 niñas limpia casas.

ほし dijo...

me gustó mucho el post! estoy de acuerdo con el comentario de mariposa, por ahí se escuchó una vez que uno, y no dudo que muchos, les vaya mejor que a uno en el trabajo. Hay unos que hasta trajes se compran con lo que sacan pidiendo de peso en peso... ARG!

LaSeleneBR dijo...

no manches!!! Me dio risa al final aunke al principio si me indigne un poko . lo peor d todo es k podria ser k tu idea pudiera ser tomada como propuesta de campaña por algun politico pa sacar a los niños de la calle.

Irving Calderón dijo...

que no es un capitulo de la Ley y el Orden?

B. dijo...

Gracias a todos por sus comentarios y sobre todo por sus bragas (las guardaré cerca de mi corazón).


Luis, ¡deja de asustarme! Yo no monopolizo comentarios(y me encantó los del chango con muletas).


Irving Calderón, no soy seguidor de Law & Order - de hecho jamás he podido terminar de ver un capítulo, por más que lo intento - Así que no sabría decirte si hay un episodio con esta trama.

Puedo decirte que me inspiré remotísimamente en un maravilloso ensayo de Jonathan Swift que decía que la mejor manera de lidiar con los niños pobres en Dublín era comprarlos a sus madres, llevarlos a una granja, alimentarlos, engordarlos, asesinarlos y venderlos como un manjar exclusivo para los más ricos del país. ¡Una cosa fantástica!

Si consigo el texto de nuevo, lo envío.

Kyuuketsuki dijo...

Nicolae Ceaucescu!!!

La Rosy dijo...

te pasaste de vergaaa

en todos los sentidos jojojo. excelente post!

Anónimo dijo...

Beto!!! cabron jajaja, espero k a mi tambien me des credito eh maldito bastardo, no dudo k te hayas inspirado en el escrito de Swift, pero tambien del mio admitelo XD, pero aun asi kedo bien chingon y tu sabes k apoyo estas ideas, pero abria k planear primero tener un chivo expiatorio XD

Manolo

dayanna* dijo...

Bto, yo tengo el texto de Swift en mi depa, te lo paso en agosto si gustas; desde que leí ese texto veo bebés y me los imagino como lechones: boca abajo, nalguitas paradas y una manzana en la boca jajajaja..

Me encantó tu historia, recuerdo antes haber oído de esa niña.

Creo que te echarán de recolectivo por obtener más fama que los fundadores jajaja.. TQ y te extraño..

B. dijo...

Ok, Manolo me ha pedido muy atentamente que también le dé crédito por esta cosa - que ahora resulta la escribieron todos menos yo -

Entonces digo que también tomé como referencia la brillante lista de razones que Manolo da en Facebook para adoptar a un niño de la calle.

Si quieren conocerlas pues... esperen a que las publique porque no les pasaré su perfil.

Ya. Pagué mi deuda.

Anónimo dijo...

jajaja, muchas gracias beto, nunca dije k tu no lo hubieras escrito, solo keria mis 3 segundos de fama XD ah y si kieren la lista de las razones por las cuales adoptar a un nino de la calle pidanlas y se las mando jajaja

Manolo

älice dijo...

Espectacular

Anónimo dijo...

tas cabrón, primera vez que te leo y me enganché, fascinante historia, felicidades

Blogalaxia