martes, 28 de julio de 2009

Alguien, sin más.



Después de tres años de adicción a la heroina decidí tomar el tratamiento de metadona y conseguir trabajo. La terapia funcionó bien, pero conseguir empleo fue difícil, incluso para un egresado de ingenieria como yo, así que después de muchos intentos en maquiladoras, tomé lo inmediato: un call center. No me arrepiento: así conocí a Juliana.

Juliana usaba una chaqueta de pana pespunteada; su cabello era degrafilado y rojo, sus jeans eran de un azul muy oscuro, y usaba unos mocasines indios horrorosos que en realidad se pusieron de moda por que los diseñó Louis Vuitton. Eran replicas, por supuesto, por que los zapatos originales valían quinientos dólares, y Juliana respondía llamadas como yo, para clientes que habían comprado cierta computadora portatil. Ganabamos lo mismo, y contemplarla me hacía sentirme normal y por momentos olvidaba todos los errores cometidos durante mi adicción.

Fue ella, para mi sorpresa, la que me invitó a salir. Acordamos comer teriyaki, pero acabamos comiendo hamburguesas, y de ahí fuimos al cine. Recuerdo que en el claroscuro de la sala de proyección, antes de que apagaran las luces por completo, descubrí que su boca y su lengua asemejaban una labia vaginal muy sexy, y anhelé besarla pero creo que más bien me enamoré de ella. Una semana después volvimos a salir: comimos tailandesa y de ahí me invitó a su departamento, pero rechacé la invitación por que los condimentos me irritaron los intestinos y preví gases e inflamaciones bochornosas. Supongo que me deseaba bastante, por que al día siguiente, en el trabajo, me invitó a ver una película, entrecomillando con los dedos la invitación y haciendome un guiño apretadísimo.

Así fue como hicimos el amor por primera vez. Recuerdo que olvidé la tristeza de la aguja penetrando mi brazo, y olvidé también la humillación de robar, de mentir y de luego languidecer por las calles, drogado o enfermo. No pude olvidar la vez que tuve que prostituirme para obtener dinero para una dosis, ni aquella noche que golpee a mi abuela para robarle dinero.

Tampoco olvidé el rostro de Cinthia, mi amiga que murió de septicemia por diluir su heroina con agua estancada de la calle. No puedo olvidar cuando la violaron por veinte pesos, y ambos nos sentamos en un parque, enajenados o perdidos, a contemplar el billete hasta que comenzamos a hablar de Benito Juárez, y luego de Ignacio Zaragoza que aparece en los billetes de quinientos, o Morelos, cuyo rostro está en los de cincuenta. No pude olvidar nada de lo anterior, pero con muchísima suavidad, como una hoja que reacciona al tacto y se constriñe, dejó de importarme.

Contemplé los pechos pequeños de Juliana, la estrechez de su torax y su costillar marcado; así me acordé de mi madre, que me dijo que después de una vida de errores, aparecería alguien o algo que nos enseñaría a no arrepentirnos del pasado.

Una semana después asistí a mi primera sesión grupal y descubrí que ya no me sentía como un junkie, ni como un hombre disminuido, ni sucio por haber hecho sexo oral a hombres a cambio de dinero, y tampoco me sentía como un ladrón. Cuando subí al estrado, pensé en Juliana, en sus cejas que me descubren y en su boca que me besa sin saber nada de mi, y sin más, le dije a todos los que estaban ahí, a toda esa caterva de arrepentidos, que yo ya no tenía nada de que arrepentirme, y que si para estar en el sitio donde ahora estaba debía volver sobre mis pasos, lo haría sin dudarlo.

Por que siempre habrá alguien que nos salve de nuestros arrepentimientos.

21 comentarios:

Anónimo dijo...

yeah

Luis dijo...

Por que siempre habrá alguien que nos salve de nuestros arrepentimientos.

Ahí con eso nomás.

Razo dijo...

que buen escrito =)

Anónimo dijo...

Sì? siempre habrà alguien para salvarnos de nuestros arrepentimientos? con que llegue lo màs pronto posible.....

kole dijo...

la verdad me dio mucha tristeza tu padecer, como todos en esta vida sufrimos de una u otra forma unos mas otros menos. pero tuviste el valor de meterte a platicas ya q muy pocos lo hacen en hora buena.

Sergio a secas dijo...

La que llegó a salvarme, creo que se fue sin más.
Pero no se cae dos veces.

Buenísimo :)

Alter Ego dijo...

wow tu si que escribes chingón, no hagas caso de los envidiosos que hay por ahi.

Nos leemos!

Claudia dijo...

Ah, no mames, que chingón estuvo.

La Rosy dijo...

Abordaste el tema muy chingón. Vientos Manuel :)

CÉSAR R. GONZÁLEZ dijo...

Qué bonito puñal.

Te quiero abrazar

Daniel dijo...

Cada vez más romántico usted. Un texto chingón, así de simple. Me ha gustado en serio. Un abrazo. DSB

Uvé dijo...

Muy bien escrito, se me hace que logras una solidez del personaje y una fluidez en la historia.

LaSeleneBR dijo...

super bueno, me gustó

Manuel Lomeli dijo...

Gracias a todos por leer. Que alguien le diga a la de mero arriba que no es autobiográfico... Nunca me he inyectado heroina, y ciertamente jamás me he prostituido por dinero, jojojo.

Ah, y a los anónimos: no tengo huevos ni paciencia para tolerar sus comentarios anónimos, así que los borré. Cualquier insulto o injuria solo será permitida (si, así es, yo se los permito, como a los niños chiquitos) si ofrecen una identidad como el resto de los comentaristas. Disculpenme. Les mando un besito y no se enojen.

Anónimo dijo...

lo importante es el final... y ah! este es un final soberbio... esa frase de "siempre habrá alguien que nos salve de nuestros arrepentimientos" es como para enmarcarla...

excelente post!
saludos y
ahi nos vemos! ^_^

Isabel dijo...

Uff, la última frase me mató.

El Tipo dijo...

ey... tengo veinte varos para ti... por que me gustó la historia! jajaja

Simple, sencillo y captaste el tema de poca madre. Me gustó...

Anónimo dijo...

es que de verdad, que bien escribes!
la última frase es soberbia..

mariposa dijo...

cierto¡¡¡¡¡... simplemente si no hay nada ni nadie que nos inspire a salir de la mierda, simplemente nos hundimos en ella...

besitos

VELVET dijo...

que bueno, pero a veces uno no tiene a esa persona y hay que salir solo de ese fondo.

salud

Anónimo dijo...

aah, no mames!
conmadre!

Blogalaxia