domingo, 25 de octubre de 2009

Instrucciones Precisas (2/5)


Rod pasó varias noches leyendo, dormía por el día y desayunaba en la tarde. A veces, olvidaba dormir o desayunar. Su familia lo dejó en paz, en su habitación, sin preguntarle si le pasaba algo o si necesitaba compañía. El libro del abuelo lo explicaba: "Tan pronto tengas posesión del país, la familia lo entenderá y ellos te dejarán solo". Intentó hablar con ellos del tema, y que le informaran un poco más del abuelo, pero su padre o su madre lo detenían diciéndole, a veces con amargura, a veces con cansancio, incluso... pensó que con envidia, que "era la voluntad de su abuelo y nada se puede hacer".

Habló con Lisa por teléfono, pero era inútil, ella sólo pedía instrucciones o carcajeándose le respondía: "Si tú no sabes, menos yo".

Lo único que podía hacer era dedicarse al libro, y leer, tratar de desentrañar entre toda la maraña de letras, las pretensiones y el origen de una decisión tan absurda. El libro no decía nada de valor, al menos, no las respuestas que Rod estaba buscando. Tenía capítulos enteros que describían como mejorar la economía a diez, veinte y cincuenta años (asumiendo que Rod viviera todo ese tiempo), de como provocar el colapso económico, de como arruinarlo económicamente, de como cambiarlo a una dictadura completa, instrucciones para modificar los libros de historia y convencer a sus habitantes que esa era la verdadera historia. El manejo de las fuerzas gubernamentales y los mercenarios, o guerrillas del narco. Traía un sinfín de cosas, que Rod no habría creído de no haber destruído la LyFC.

Un chamaco destruyéndola... habría dicho el abuelo, y se habría carcajeado en su cara.

Había un capítulo que Rod encontró muy interesante. Lo llamaba "Tierra de nadie", y describí como convertir el país en escombros. Al final, el abuelo explicaba que el país todavía sería suyo y no habría forma de quitárselo, hasta que llegara el momento donde tuviera que elegir a un heredero. Luego de leer ese capítulo en particular, la ansiedad de Rod se convirtió en un raro estado de consciencia, donde miraba a través de la ventana, mientras tomaba la cerveza y pensaba que era imposible que un sólo hombre tuviera un poder absoluto. ¿Quién le daba el poder? Definitivamente, formaba parte de una jerarquía, era un engrane de un instrumento desconocido.

Sabiendo que no lograría mucho, llamó a Lisa por teléfono y le preguntó quién era el jefe del abuelo. Ella le respondió que no tenía esa información, pero que al menos si sabía quien era su jefe y se volvió a reír, con su voz infantil.

-Escucha Rod, si quieres un consuelo... sé que tu situación es un poco estresante. ¿Por qué no te diviertes? El país es tuyo, haz lo que quieras, vete a pasear donde gustes, nada y nadie te va a tocar, eres el hombre más protegido del país, y podrías dejarme dormir de vez en cuando... eres buen chico, tengo la confianza de darte un consejo porque conocí a tu abuelo y el hombre ni aceptaba consejos, y me habría terminado si insistía mucho con esas ideas. Y no hablemos de que te acabo de mandar a dormir...

-¿Terminarte?

-Mandarme a matar.

-Ah, ya... ¿Y no tendría que mandarte a matar, pues, a través de ti?

-Así es.

-Y tú simplemente podrías escapar, sin obedecer la orden.

Lisa rió-. No, no puedo. Lo más honorable de mi parte sería obedecer la orden. Después de todo, firmé un contrato y lo leí muchas veces, para saber en lo que me estaba metiendo. Además, sé que tengo tres reemplazos. En el momento que yo intentara algo, alguna de ellas se comunicaría contigo para entrar en acción inmediatamente.

-¿Sabes quienes son estos reemplazos?

-No importa si lo sé o no. Puedo investigarlo para ti, si quieres.

-Si supieras quienes son estos tres reemplazos, puedes mandarlas a matar y escapar. ¿No?

-Mis tres reemplazos están escuchando las conversaciones, tienen acceso a la bitácora de sucesos y están igual de preparadas que yo. Es imposible que yo las pueda tocar. El único que decide que hacer, eres tú.

-Verga. Son mamadas... pinche viejo puto de mierda. No explica nada el cabrón y sólo me empujó ...

-De verdad Rod, deberías dormir, o dame algo que hacer. Me estoy aburriendo. ¿Por qué no haces lo mismo que tu abuelo? Instrucciones muy pequeñas y disfruta lo que tienes.

-Pero... ¿por qué lo tengo? Es lo que no entiendo. Debo de tener límites, supongo...

-Sí, el país por ejemplo.

-Así es... ¿qué?

-Tus instrucciones se limitan a México, nada más. No puedes pedir nada en Estados Unidos, Canadá, o cualquier otro lugar. Entiendo que hay otros dueños como tú. Por esa razón, tu abuelo viajaba sólo en ocasiones.

-¿Un dueño por país?

-No lo sé. Deberías de terminar ese libro que te dio. Leerlo entero. Al fin que te has comprado todo el tiempo de México... ¿Sabes?

-¿Tienes permiso para comunicarte con dueños de otros países?

-Sí. No lo he hecho, pero tengo autorización. ¿Por qué? No lo sé tampoco. Vamos, sé un chico bueno y dame una orden.

-Dame dinero...

-¿Cuánto quieres?

-Trescientos pesos.

-Mantenerme despierta desde las tres de la mañana por trescientos pesos... En México se dice: chingas a tu madre. Pero soy una dama, y no digo esas cosas.

-¿Trescientos mil pesos?

-Ligeramente mejor. ¿Es todo?

-Sí.

-Buenas noches. O más bien, buenos días.

-Días -dijo Rod, y colgó el teléfono. Regresó al libro buscando información más detallada. Al menos, ahora sabía que había personas como él que podían controlar otros países. Registró el libro con rapidez y encontró una lista de seis personas más y qué "países" les pertenecían. No había nombres, sólo seudónimos. Lo curioso es que todas estas personas tenían más de un país... a veces, el continente entero, mientras que el abuelo (Homúnculo, según el seudónimo), sólo tenía México.

-Hijo de puta... y yo que estaba creyendo que era un chingón... ¿Y sólo tiene México? -Rod gradualmente entendió que formaba parte de un juego.
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