sábado, 26 de diciembre de 2009

Cocinando tu propio pozole



En afán de evitar la fatiga, los condenados al fusilamiento durante la Revolución eran obligados por sus verdugos a cavar sus propias tumbas. Los ejecutores no querían desgastarse paleando tierra y obligaban a los futuros ejecutados a realizar esa ardua labor. Posteriormente eran colocados al borde de la fosa recién cavada para recibir la fatal descarga. El cuerpo caía en el pozo y los ejecutores únicamente debían tomarse la molestia de cubrirlo.

La escena es recurrente en la literatura revolucionaria. Los condenados yacen cavando sus tumbas antes de ser colocados frente al pelotón. Dead man walking, pronuncian ritualmente los verdugos texanos cuando los condenados a la inyección letal caminan rumbo a la sala de ejecución. Pienso que los fusilados de la Revolución eran auténticos hombres muertos cavando. Trata por un momento de ponerte en sus tristes zapatos. ¿Tendrías el ánimo y la fuerza necesaria para tomar una pala y cavar un pozo en donde minutos más tarde caerá tu cuerpo? Dado que ya estás condenado y nada puede salvarte, da lo mismo que cumplas o no la orden. Jódanse soldados huevones. Fusílenme de una vez y caven ustedes mi tumba. O bien, si tienes altas dosis de amor propio, puedes esmerarte en el cavado de tu sepultura. Después de todo, es el sitio donde yacerás y te pudrirás y lo menos que puedes hacer, es intentar que sea un sitio acogedor.

He leído que en días recientes la mafia de Ciudad Juárez emuló a los viejos revolucionarios y obligó a sus víctimas a cavar sus propias tumbas antes de fusilarlas. En Juárez tienen una larga tradición de fosas clandestinas. Aquí en Tijuana la maña no es muy afecta a las tumbas. Ellos prefieren las cobijas, las bolsas de plástico o en su defecto, cuando de desaparecer cuerpos se trata, el pozole. Esta mezcla de ácido sulfúrico deshace cuerpos sin dejar rastro alguno. Sin embargo, ahora que lo pienso, si a la maña tijuanense le da por ser tan huevona como los revolucionarios o los juarenses, se evitará la fatiga y obligará a sus víctimas a cocinar su propio pozole de ácido sulfúrico en donde minutos después serán deshechos. Acaso tengas la oportunidad de pedir una última voluntad y agregar cilantro, perejil y rábanos en tu caldo fatal.


6 comentarios:

comentario generico de lamehuevos dijo...

bravo! bravisimo! de lo mejor que he leido aqui.

Luis Sánchez dijo...

Juar juar juar, ya les diste la idea, si no es que a sus periqueadas mentes se les habia ocurrido ya.

Señorita Philadelphia dijo...

Muy bueno tu relato

Dovhdovh dijo...

Daniel:

He tenido poco tiempo en leerte. En algunos de los pocos de tus escritos que he leído. Hablas mucho de una de las terribles situaciones que pasan por tu querida Tijuana. Sin embargo, ¿dónde está lo bueno también? Cavando mi tumba y otros temas pueden ser abarcados también para describir cosas buenas.

¡Felices fiestas!

Chilangelina dijo...

Querido, cuando nos veamos -que espero sea pronto- recuérdame que te cuente de los colegas que cavaron su propia tumba. Lo de menos es morirse; lo gacho es cavarla para seguir viviendo.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

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