miércoles, 19 de mayo de 2010

Nuestro año en papel.



Desde antes de vernos a los ojos, las notas y recaditos ya eran parte de nuestra historia.

Utilizábamos los correos electrónicos, pero algo de especial tienen los papeles y las letras a mano que nunca tendrán arial ni century gothic.

Escaneábamos recados escritos en todos lados; en el tren, a la hora de la comida, en el camión, en el trabajo... pensar tan solo un momento en el otro era suficiente para querer hacérselo saber con una nota en un portavasos o un ticket del super.

Entonces ya nos vimos a los ojos. Y los recaditos esporádicos por aquí y por allá jugaron un papel (ja-ja) principal en el cuento fantástico que fue nuestro amor.

La casa se llenó de post-its, hojas, cuadernos y millones de palabras que nos llenaban los ojos y la boca con besos, risas, carcajadas y dibujos surrealistas y absurdos que siempre me encantaron.

Recados en la piel, en el baño, en la bicicleta estacionada; insaciables que éramos, nada nos era suficiente para recadearnos.
Ni los huevos le respeté...




Ninguno de nuestros múltiples y extraños medios de comunicación le hizo justicia a lo intenso y grande que era todo lo que tuvimos pero no importaba.

Tres meses pasaron desde nuestra separación y recibí por fin la caja con cosas que desde allá envié por paquetería (por tilichenta, porque mis maletas ya vomitaban, pobrecitas) mis hermanos se emocionaron como si fuera de ellos la caja, conociéndome sabían que recibirían montones de inutilidades que a esa edad encantan. Abrí la caja y lo primero que saqué fue mi chamarrota fuscia invernal y un post it. "Te amo, Pichulienta"
Al tomar la chamarra, cerré los ojos y la olí. Todavía olía a invierno alemán, a mis días con él. Millones de recuerdos y dolores se agolparon en mi cabeza y las lágrimas empezaron a brotar. Como niña chiquita me escondí debajo de la pesada y larga chamarra con la nota echa nudo en mi mano y lloré sofocada en la oscuridad de mi cueva de plumas. Lloré por cada abrazo que ya no tendremos y cada mañana que no despertaremos juntos, por cada risa estúpida que ya no compartiremos, por cada nota que ya no le escribiré y cada nota suya que ya no leeré.

Tus recados, son los recados de mi vida.

10 comentarios:

Hermes dijo...

Damn... tanta expresion, y despues a guardarla... damn... buen post :__;

Anónimo dijo...

Ay yo te iba a decir que le perdieras el respeto a mis huevos tambien pero... al llegar al final snif, me emocione.

Y me gusto, si me gusto y que y que.

Chias.

superKT dijo...

Lo mejor es quedarse todos esos recuerdos y redescubrirlos cada vez q se antoje...

YoSabina dijo...

Esta muy emotivo el post. Me gusto. Los amores no se olvidan con facilidad.

YoSabina

Danielov dijo...

¡Huevos!

...

...

¿¿¿Huevos???

Joel BD dijo...

Nunca falta el chistosito...

LaSeleneBR dijo...

hijole!!! buen post!
casi lloro...bueno no, pero me gusto mucho jeje saludos

Castor Aliado dijo...

Tienes una sensibilidad envidiable. Y además me pareces hermosísima.

Anónimo dijo...

DE VERDAD Q FASTIDIO YA QUITENLA DEL RECOLECTIVO!!

SUS NIÑERIAS ARRUINAN AL COLECTIVO Q NOS IMPORTA Q UN ALEMAN SE LA COGIERA MUY RICO ADEMAS ESTA BIEN MARRANA Y SE SIENTE LA MUY BUENA,....ASCOO!!

Anónimo dijo...

¿Qué onda con el aferrado que nomás anda de sitio tirándole caca a la morrita? Supéralo hombre, no debería ser el fin de tu mundo que alguien tenga -con mucha menos edad- más lectores que tú.

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