viernes, 31 de octubre de 2008

PROHIBIDO FUMAR


¿Algo inusual?... No, todo estaba bien, como todas las mañanas, el edificio a oscuras, sin ruido y el cubo de escaleras que ya de por sí me da miedo subir con la imaginación echada a andar… me di cuenta hasta que encontré el equipo de transmisión encendido y trasmitiendo estática y una especie de aullido que iba y venía, estaba medio tenebroso ese ulular en el ruido, hasta le bajé el volumen al monitor de aire y me senté a esperar que fuera hora. Pero entonces, desde la silla de operación, escuché aquel quejido lastimero y me paré en chinga. Como en otras ocasiones, le eché la culpa al par de perrazos prisioneros de la azotea del vecino, de quienes el aire se encarga de traer sus aullidos de frío hasta el vestíbulo. Pero… aquí está sellado contra ruidos… y el quejido se repitió acompañado por un golpe seco. Supongo que mi sonrisa de valor se vio falsa, pero aún así me salí a ver. La línea de luz debajo de la puerta del cuarto de bodega me hizo pensar… ya otras veces se le había olvidado a Carlos el dejar todo apagado y cerrado, pero… ¿todo el equipo?... entonces, algo se azotó contra la puerta de aglomerado y yo brinqué del maldito susto.

Cuando estábamos transmitiendo desde la calle Morelos, en el tercer piso, se contaban historias de fantasmas. Roxana me contó que alguna vez vió pasar a alguien a través del vidrio que dividía la cabina y el pasillo a la oficina. Grotescamente, la silueta aquella, a raíz que avanzaba se iba encogiendo, como bajando una escalera fantasmal. El mismo Carlos me confesaba haber escuchado ruidos demasiado fuertes como para ser el aire e incluso una vez, se asomó a tiempo para ver una de las sillas girando levemente, como si alguien se hubiera levantado apresuradamente… a lo mejor tanta historia me había sugestionado aquella noche que sonó la línea 1 y solamente escuchaba una respiración pesada y pastosa… luego, el reflejo de la cara blanca como la cera en la televisión del enlace satelital… yo dije “¡como de película!”, intentando bromear de nervios con nadie, pues a pesar de sentirme observado, la razón me decía que estaba solo, encerrado en aquel tercer piso.

Un sollozo. Un quejido débil… si no hubiera estado ahí parado a las cuatro con cincuenta y dos de la mañana, en una oficina planeada para repeler los ruidos, seguro que no lo habría escuchado con esa aterradora claridad. Lo que de plano me hizo dar un par de pasos atrás con un inevitable estremecimiento, fue el escuchar arañazos en la imitación madera de la puerta… aquella cosa encerrada, sin la menor duda, estaba intentando incorporarse dentro del cuarto. Se me cayeron las llaves, pero por mi madre que no iba a agacharme y perder de vista las sombras que partían la raya de luz, que eran el mapa de mi miedo, diciéndome si aquello intentaba alejarse, acercarse o salir. Jamás en la vida había estado tan asustado, jamás, pues detrás de la puerta, a dos metros y medio por el pasillo en tinieblas, una voz destrozada y apagada dijo mi nombre. Retrocedí, seguramente descompuesto de miedo, hasta la cabina y cerré la puerta con seguro. ¡Vive Dios que aquí no se mete!

El ingeniero Sevilla, cuando estábamos mudándonos a éste nuevo edificio, me lo dijo: “En tu nueva cabina sellada estás a salvo hasta de los cetegistas que vienen a querer tomar la estación”, claro, me lo dijo en son de guasa, y sea lo que sea aquello, me cae de madre que no milita en ninguna CETEG, ni sindicato… pasaron algunos minutos sin que atinara a hacer nada… y de pronto, una idea me hizo respirar: llamar a la policía. Pero, resulta que la gerencia tiene bloqueadas las líneas para hacer llamadas… ¡pinches llamadas!... ahora, venía lo chingón: ¿Cómo se marca al 066 desde celular?... ¡pues a la chingada!, así tenga que marcarle mil veces, no pienso salirme sin que haya apoyo… agarré el teléfono. 0-6-6… “estimado cliente. Su llamada no puede ser completad…” y que suena la línea uno, con ese timbre irritante, como de punto de chequeo en el reclusorio: ¡Trrrrrrrrrrr! Y brinqué. Levanté la bocina despacito, como si así le imprimiera complicidad a quien estuviera del otro lado… escuché… nada… y de pronto, como salida del séptimo círculo del infierno, esa pinche respiración otra vez. Una de dos: o me orinaba del miedo, queriendo escuchar algún indicio, o simplemente arrancaba las dos líneas. A la verga, me enredé el cable en la mano, preparando el tirón, cuando, la respiración aquella dio paso a unas palabras que se me han quedado grabadas con fuego en el alma “Julio… pinche Julio… ¿eres tú?”

Dice mi abuela Cira, que cuando un espectro te anda persiguiendo, o simplemente se te queda mirando fijamente, soltarle una ráfaga de majaderías lo hace retroceder… de cualquier manera, no sé rezar una chingada, así que… “!claro que soy Julio, pendejo, ¿a quién querías hallar a esta pinche hora en cabina, pedazo de mierda?... ¡vas y ching…” y del otro lado, mi interlocutor fantasma, se suelta a llorar con una desesperación que achiquita mi alma y mis huevos en el proceso. - ¿Carlos?... no mames, pendejo, ¿dónde estás?... ¿Qué pinche pedo te cargas? – ni me responde todavía y en mi cabeza se hace una luz… abro corriendo y voy a la bodega… aún con el horror de hallarme algo que ninguna mente en su sano juicio ha tenido que presenciar, abro la puerta, atascada con el cuerpo desvanecido de Carlos del otro lado, lo toco, le hablo… ¿Qué chingados está pasando?... entonces, como un muñeco de resorte, Carlos se sienta de golpe y me agarra del cuello de la sudadera y ahora sí, oficialmente estoy al borde de la locura.

Aquel sujeto de la bodega es y a la vez no es Carlos, con la cara arañada en su rictus de desesperación, con la ropa hecha un desastre y balbuceando cosas que no entiendo, o no quiero entender, los labios rotos y con las costras todavía brillando ante la luz amarilla y enferma de un encierro horrible. Entonces, en la pared de vidrio de la estación, escucho golpes insistentes. El velador fue quien llamó a la policía. Tardo en abrirles… Carlos no me soltaba y tuve que doblarle los dedos y darle un par de golpes.

Ya con Carlos bajo recaudo, el gerente mirándome sin creer del todo la historia y el pendejo del Ministerio Público queriendo que confiese que soy un maniático que torturó a Carlos hasta dejarlo hecho una piltrafa, me canso de repetirles lo que me dijo mi compañero durante todo el rato en que no podía sacarlo. Me doy cuenta que fue un error, no van a creerme lo que pasó… y es que mi cerebro tampoco quería, por eso es que las frases terribles de Carlos me sonaban como gruñidos en un principio… la mujer fantasma de la calle Morelos vino junto con la mudanza… una vez más, los ruidos y el valiente Carlos que salió a ver, motivado por escuchar entre otras cosas, una tos grave, a punto de la asfixia… aquel fantasma parece solamente no darse cuenta que se murió de tuberculosis o algo peor, y tratando de decirle algo al aterrorizado Carlos, lo hizo encerrarse y estuvo durante cuatro horas torturándolo con su voz, sus quejidos y su cara que aparecía intermitentemente en las persianas, en la ventana, con su tos desgarrada detrás de la puerta y sus dedos queriendo pasar bajo el marco… pobre cabrón.

Eso fue lo que pasó. Y aunque no pude leer el parte del Ministerio Público, yo también puse una loza de olvido forzado a aquella madrugada de terror. Todavía no tenemos quien reemplace a Carlos en su turno de cierre, creo que después de todo no es tan increíble la historia que sacó el Vértice, aderezada por su reportero fantasioso, acerca del chavo al que enloqueció una muerta. Al menos, en lo que aparece otro valiente, estoy cubriendo el turno de Carlos, gano más y estoy pensando seriamente en comprarme un coche… solamente hay un problema… como esta oficina está sellada, es prohibido fumar, así que anoche que me salí al cubo de las escaleras a darle el golpe, escuché detrás de mí una débil tos…

Ni siquiera voltee a mirar. Pisé mi cigarrillo y volví a la cabina, bien cerrada, a ponerme los audífonos para no escuchar nada. No me pagan por escuchar, y después de todo… ella ya está muerta… pero no seré yo quien se lo diga. No señor.

22 comentarios:

Xalli9 dijo...

¿Muertos vivientes? ¿Entes sobrenaturales de otro universo que quieren comunicarse con nosotros? ¿Simple locura?

La mente humana trabaja de modos a veces inexplicables e ilógicos.

Muy buena historia, me tuvo al filo.

Unknown dijo...

Es una muy buena historia, con momentos de tension y buen ritmo, yo dejaria de fumar si trabajara en tu oficina.

buen trabajo.

Rich. dijo...

Buena historia, hasta tuve culo para hacer la imagen mas grande.
Solo un poco.

Anónimo dijo...

Nononono
Chingoneria de historia, 20 puntos de chingoneidad y otros tantos de respeto

Draco dijo...

Inicie leyendo preparado para soltar la risa en cualquier momento,..y la neta,... me cague,.. pero del susto. A mi me toco que me austaran en un trabajo a altas horas,... y esta cabron.
Muy bueno el relato.

Zimmerman dijo...

Definitivamente que buena historia cabrón.

Den dijo...

Que buena historia, me tuvo enganchada
Asi hasta yo dejo de fumar

Guffo dijo...

Felicidades Jul273849150 Cé26374929ar.
Estuvo muy chingona.

César venegas dijo...

Ah chingao, poca madre su historia, que huevos, chingonazo, hubo un momento que me llego un pinche escalofrío bien cabron y juro que no es de cruda... me gusto un putero, pero tengo una duda, ¿neta te asustaron? digo, porque si te asustaron y lo escribiste de esta manera, yo le sumo 20 (puntos de chingoneidad) a los que ya le había dado un hijo de la chingada. Gracias por este momento de lectura.

pd. se acuerda que un dia me pregunto por un libro de oscar de la borbolla? ya lo conseguí, nomas diga como le hacemos y se lo hago llegar, un abrazo y un saludote

Alter Ego dijo...

A webo cabrón!

No sé hallar las palabras que pudieran describir mi emoción al leer un texto tan magnífico.

(Un relato de horror que da "gusto" leer, órale!)

La clase se impone.

admin dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

No mames que chingon relato, pero si realmente te sucedio, que de la superverga!!!

Espaciolandesa dijo...

La comentadora número 13... muajajá :P

No manches, está chidísimo tu relato.

Mejor que los programillas de miedo chafas que pasan en la tele...

Juraría que escuché detrás de mí una débil tos o_O

Anónimo dijo...

Con razon algo me decia que tu chamba no era buena jejeje, nos ps si te paso la neta esta cabron huy que mello

Celina Bigdance dijo...

Como siempre sus historias totalmente impredecibles, Caballero.

Eso que dicen de temerle a los vivos más que a los muertos, estaba de acuerdo hasta leer esto.

Excelente relato.

Saludos.

Eo dijo...

pos estuvo chida la historia, asi no mas.
pinche fantasma, que no conocía el tabcin o algo por el estilo, dacelo pa que deje de estar chingando jajaja

Anónimo dijo...

Ijoles yo deporsi soy rete miedosa y con esta historia no manches, me encanto.

Adoro tu forma de describir la historia, la mejor de las mejores.

Aunk que quisieron copiar, pero como dicen:
Siempre imitado jamas igualado

Berushka dijo...

genial... me gusto tu post. saludos!

jesagu dijo...

clap clap mi diablo, bien sabe el diablo (o en este caso el espantajo) a quien se le aparece...

Falso Profeta x dijo...

no la había leído pero estuvo más chingona que la de LANDON, y eso que también me gustó un chingo.

ZGRL dijo...

Como siempre, muy chida historia de miedo, y si es verdad... mantén esos audifonos en su lugar :s

Katalina dijo...

changos y recontrachangos, me reservo el comentario por no herir sentimientos ajenos.
Neta no fuiste tu el que madreó a Carlos?

Blogalaxia