domingo, 23 de noviembre de 2008

Y nunca que le salieron dientes.


Hay un incidente en la familia que durante años ha sido sepultado en la memoria de mis padres, cuando es sacado a colación -muy rara vez-, el que lo menciona sólo obtiene una mandada al chile digna de una olimpiada. Y es que hace mucho tiempo, en el baño del kinder, le enterré un lápiz en la vagina a otra niña. Gulp. Lo único bueno a mi favor es que fue el extremo del borrador, no el del filo, pero aún así se dio un escándalo entre las maestras que no llegó a más sólo porque el padre de la otra escuincla dictaminó: fue un accidente, son sólo niños.

Aaah...pero no, no fue por mero accidente. Ni siquiera fue porque le tuviera coraje o me cayera mal o lo que se pudieran inventar: fue por simple y mera curiosidad. Desde antes de que yo naciera, en mi casa han tenido chingo de libros, todos de muy diversos temas, entre ellos claro, sexo. Al ser yo una infanta a la que sus padres no ponían mucha atención por el trabajo y sólo era custodiada por una nana telenovelera, pues obvio me dedicaba a "leer" -porque a los 4 años sólo me sabía el "mi mamá me mima" y eso no ayuda mucho a esa edad- lo que cayera en mis manos o lo que estuviera mal colocado, entre ellos, varios libros sobre sexualidad, altamente explícitos para ese tiempo, pues traían ilustraciones todas típicas del pene y la vagina, de posiciones sexuales y lo que más me traumatizó: el embarazo y parto. Horror, vivía obsesionada con la idea de cómo podía caber algo tan grande por ahí, cómo le hizo para entrar, si sólo tendría yo eso o a quién más le había pasado tal desgracia. Por mera coyona nunca hice el experimento en mí (a huevo que no), pero ese día, sí, ese día que encontré a mi amiguita (éramos del mismo salón) secándose las sacrosantas partes frente al espejo del baño, nada más le dije, "a ver déjame ver" y mocos, va para adentro el lápiz. La verdad no recuerdo si gritó o no, pero las que dieron el pitazo fueron otras escuinclas que en ese momento entraban y nos captaron justo en el movimiento. Mi castigo no fue severo, mas que nada por la reacción del papá, pero eso sí, ya nunca, pero nunca de los nuncas, me dejaron ir al baño cuando otra niña andaba por allá, y en el recreo me vigilaban, no las fuera yo a violar (auch).

Al crecer, opté por dejar de pensar en hacer ese tipo de experimentos, pero la vagina y sus misterios fueron mi obsesión durante mucho, mucho tiempo; con las amiguitas de la primaria platicaba -de forma muy disimulada- de cómo eran sus entradas, si eran rosadas, morenas, que si una tenía una formita como diferente a las demás, que si su mamá les decía que no se tocaran ahí porque se les iba a infectar, etc., etc. Yo sólo tomaba apunte mental de todo esto, comparándolo con lo que leía para ver si era cierto. Llegué al punto en que durante las pijamadas organizaba concursos tipo atrévete: atrévete a mostrarnos tus pechos (dos tristes bolitas en crecimiento), atrévete a comerte un huevo crudo, atrévete a salir semidesnuda a la calle, atrévete a mostrarnos tu vagina. Y bueno, entre tanta obsesión, mis padres decidieron darme una plática para que ya se me bajara la brama, lo cual les sirvió para aprender más, porque la que terminó dando cátedra fui yo.

Así pasaron 7 años de rendirle culto al ente de donde salimos todos, porque a diferencia de otras niñas y de lo que diga Freud, yo nunca tuve envidia del pene; yo estaba feliz con mi hendidura que no se veía con la ropa pegada, que no abultaba cuando abrazabas a alguien mucho tiempo, que olía a aloe y que todos tenían miedo de que de repente le salieran dientes. Pero todo eso cambió el día en que la menarquía se hizo presente y entre gritos de me muero me muero y llanto y sangre y sonrisota de mi mamá, llegué a la pubertad. Por lo que sabía, ya me esperaba que eso sucediera tarde o temprano, pero los libros me decían que a los 12 ó 13 años te sucede, no que recién cumplidos los 11 ya te iban a decir: ya estás hecha una mujercita. Ahí se acabo la obsesión, porque no es lo mismo adorar un lugar limpiecito que otro del que sale un endometrio muerto cada mes; eso sí, todas mis amiguitas y familiares y demás dieron un suspiro de alivio cuando por fin me interesé en los penes, admítanlo, el primer novio fue algo así como, "¡no nos salió lesbiana la niña!". Y ya.




A ti, niñita de segundo de kinder desvirgada en el baño con el borrador de un lápiz:
¿tienes una vida sexual feliz? Espero que sí.



Niabel Hattori.

27 comentarios:

Luis dijo...

¿tienes una vida sexual feliz? Espero que sí.

Si, se caso con el CEO de Berol.

Unknown dijo...

Imagina que te encontraras con esa niña aquí!!!

Anónimo dijo...

No ma, se me paro la verga.

Dib dijo...

Es como dijeron en South Park...

"Yo no confío en nada que sangra durante cuatro días y no se muere"...

Pelo dijo...

¿Y qué pasó con la niña? Ser violada a los 5 años por un lápiz debió dejarle secuelas.

Sascha! dijo...

Que miedo... hahaha... no ma' esa obsesión si está bien macabra...

Hattori dijo...

Creo que si me encontrara a esa niña ahora, le propondría que hiciéramos el 2 girls 1 pencil...o no.


De todas maneras ni siquiera recuerdo su nombre.


Gracias por la atención.

c324r dijo...

Si, es feliz.

Tuvo un hijo famoso:


Pinocho-

La Rosy dijo...

jajajaja
no pos si, saliste bieeen loca.

Tu anécdota esta perfecta para los monólogos de la vagina.

Anónimo dijo...

Oh, quede impresionado. Muy bueno.

Anónimo dijo...

Que raro que la niña esa a la que le encajaste el lápiz aun no ponga comentario.

gaby dijo...

deberías de ser de cajón aquí... (díganme que no se usa esa expresión nada más en el norte, gracias)

MinnaSade dijo...

dohhh pabadas

Minna

ZERO dijo...

Creo que nunca habrá una sola mujer que acepte que le tiene envidia al pene, la incógnita es si es que de verdad son consientes de ello y corroboran su afirmación, ó, solo es una postura para no parecer sumisas en sociedad; Lamentablemente no todas se pueden meter al diván para averiguarlo, y además que hueva…, por otra parte hay otros conceptos como la “Falta”, de Lacan, que van más allá de la envidia, pero tampoco podrían aceptarlos de entrada en sociedad, uno por que son inconscientes, ergo, no son capaces de reconocerla en sí, dos, porque tampoco van a andarlo pregonando por la calle, sin embargo, los actos nos delatan.
Por cierto…

“La infancia es el destino”

También de Freud.

Eo dijo...

que extrema niña de kinder y que buena onda del papá. "fue un accidente" jajajaja, no me imagino el accidente.

ojala apareciera la pencilviolada para que nos contará el otro lado de la historia.

Anónimo dijo...

Vaya presentacion la de esta chingada enferma de mierda.

De donde chingados sacas estos especimenes, pinche freddyputico mierdimatico?

Anónimo dijo...

Si, si si, ojala que aparezca la niña viola, igual y arman algo chido y pues tendria continuacion la historia?

Anónimo dijo...

hahahahahahaha pinche huevo

Anónimo dijo...

sa mamada qué? Cuando los invitados escriban esa clase de pendejadas, mejor omitanlos... Es preferible no tenerun invitado a tener enfermos mentales

Anónimo dijo...

Lo peor de todo es cuando te pones a pensar en lo que seria de esa pobre y malencaminada niña... te apuesto a que la volviste lesbiana
pero por ahi ha de encontrar su historia feliz y almenos tu encontraste la tuya xD

Mercury dijo...

JAJJAJJAJAA Me encanto relato!!! Saluditos... Yo creo que si vieras ahora a esa niña... tendrias que hacerlo ahora con un plumon!!! jajajajajaa

Vicky M. dijo...

Me gustó mucho tu relato.
Hijo de la chingada: eres un puto enfermo, misogino pendejo.

Pao D dijo...

Qué bueno que el papá de la otra chica no hizo mitote y supo verlo con naturalidad, sino, estarías escribiendo acerca de cómo pasaste por 5 psicólogos porque algunos de mente cerrada creen que mostrarles las partes del cuerpo a los niños es de enfermos. Me gustó mucho tu relato. :)

Irving Calderón dijo...

ahh el primer post que de verdad me saco sonrisas y jesjesjesjes excelente soy fan....

ya ponganla como parte del crew y saquen a otros que estan bien aburridos...

Anónimo dijo...

Excelente el relato, sabrá si es real o ficción pero en cualquiera de las situaciones se aplaude el desprendimiento de prejuicios y tabúes ¡excelente!

A los que les resultó enfermo, pueden buscar en la red hay miles de sitios religiosos...

Anónimo dijo...

Que rico relato.
No es que envidiemos tener pene, las mujeres claro, si lo tuvieramos no podriamos disfrutarlo. Como si los vatos tuvieran tetas, no les gustarian igual que no?

KrizalidX1 dijo...

pobre niña,si le gusto a lo mejor y se hizo ninfomana ahaha...nah

salu2

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