.
Estos son los ejercicios en Recolectivo
Ejercicio 38: Refranero Popular
Ejercicio 33: Inocentes esperanzas
Ejercicio 31: Sueños de pueblo
Ejercicio 30: Héroes sin calle
Ejercicio 26: Egolatria Desinteresada
Ejercicio 25: Señales del Apocalipsis
Ejercicio 23: Miedo a los niños
Ejercicio 18: Otra forma de morir
Ejercicio 17: 27 de enero, 2059
Ejercicio 13: Recuento de daños
Ejercicio 12: Un toque de mota
Ejercicio 9: Rebelde sin causa
Ejercicio 7: Obsesiones infantiles
Ejercicio 6: Si tuviera una maquina del tiempo...
Ejercicio 4: Asústame panteón.
martes, 17 de marzo de 2009
¿De qué huyen los gatos?
Una revista estúpida me pidió que escribiera un relato o - si lo prefería, cuanta indulgencia – un ensayo erótico. Me ofendieron, pero me hallaba necesitado. Medité que la necesidad tampoco me obligaba a la censura ni mucho menos a complacer. Elucubré el firme propósito de mofarme de todos esos idiotas aburridos que utilizan los temas sexuales para escandalizar a los lectores o para demostrar ínfulas de liberalidad o laxitud moral.
Recuerdo que le pregunté al editor, en tono de muchos sarcasmos que, al contrario, pareció entusiasmarle: ¿Cómo lo prefieres? ¿Sucio? ¿Pornográfico o ranchy? ¿Poético y metafórico? ¿Clínico? ¿Quizá sadomasoquista? El tontillo me dijo admirado que no me sabía tan hábil y capaz, y que prefería una sorpresa. Irónicamente, a mi sí me pareció sarcástica su respuesta. Pero luego concluí que no, que el sarcasmo es semejante al mal sexo donde solamente uno alcanza el orgasmo, yo creo que los dos quedamos muy complacidos al colgar.
También, igual que el sexo, lo que comenzó con mucho entusiasmo, pronto se estancó en la suave aureola de la procrastinación y el aburrimiento. Quizá mi pasado como periodista me llevaba a enfrentarme con los editores a la menor discrepancia, para al final hacer lo que ellos deseaban o pedían, o de plano hacer nada. Qué hacer cuando eres un intento de escritor enfurecido sin motivo: leer o contemplar las paredes; yo hice algo parecido a ambas cosas: fisgonear la calle desde mis ventanas.
Admitiré que soy en verdad un hombre chismoso, y quien me acuse de metiche o correveidile peca de ingenuo, porque además lo considero una virtud que, al menos, podría salvar a un secuestrado, por ejemplo, o recopilar información para la línea de denuncia anónima de la policía. El cotilleo en un país de raptos y sicarios es un servicio comunitario. A la vuelta de los días tuve suerte: le vi llegar con una pequeña mudanza en la casa de enfrente. No tenía más de cuarenta y cinco años, pero lucía tan ajada y aletargada, que la tomé por una vieja de setenta.
Noté algo de inmediato: En las mañanas, mientras bebía mi café y fisgoneaba desde mi estudio, la vi salir con un enorme gato caminando junto a ella. Mi incipiente miopía (un mal lamentable para un fisgón pero obligado para un hombre de letras como yo) me impidió distinguir enseguida que el animal estaba sujeto con una correa que culminaba en su mano derecha. Y así, ambos anduvieron y desanduvieron la banqueta, como si el gato fuera un perro y como si ella esperara que cagara y orinara postes y esquinas.
Un gato con correa y una mujer acabada me parecían sospechosos y predije problemas, o dramas, o tristezas. ¿Qué clase de lunático pasea un gato con una correa? Apurado por mi colaboración sobre erotismo, lo único que concluí es que la ciudad estaba creciendo y desmoronándose, porque ahora sus locos tenían poder económico para rentar casas en la linda colonia donde vivo. Tres días después de este pensamiento, un gringo tocó mi puerta y me explicó que pertenecía a una asociación filantrópica que cuidaba mujeres y vejestorios, y patatín y patatán, para al final suplicarme que cuidara de la mujer cuando saliera a pasear a su mascota – usó la palabra mascota, lo juro – y que por el favor me pagaría ciento veinte dólares a la quincena. Necesitaba el dinero, y como al editor, le dije que si. Escribir sobre sexo y practicar filantropía eran actos trillados que estaba dispuesto a hacer por dinero.
Así la vigilé desde mi estudio durante dos meses, y la marmaja llegó sonante, aun cuando el jodido artículo lo desecharon pagándome apenas la mitad de su valor. Una mañana, sin embargo, la mujer se sentó en la banqueta y tomó al gato y lo puso en su regazo. La mujer vestía una bata amarilla, gruesa, y calzaba pantuflas con calcetines altos hasta las rodillas. Desde mi ventana entendí que se sentó a llorar, y decidí salir. Cuando me acerqué, en efecto, lloraba, y antes de preguntarle nada me miró y me dijo en inglés que su gato estaba muriendo. Cuando me incliné para comprobar, primero vi que si, que el gato ya estaba muerto, y luego descubrí que no estaba tan vieja, que como ya dije, no debía tener más de cuarenta y tantos.
Pobre, ya estaba muy viejo, murmuró, y luego me platicó toda su historia, como hacen los que están medios locos o medios cuerdos para narrar algo con mínima coherencia.
Su historia estaba repleta de escapismos. Mejor dicho: su historia era un manual del escapista, del arte de escapar para mujeres, además. En su relato abundaban las ventanas, las puertas, los portones, las palabras dintel, canto, marco, manija, perilla, cerrojo, umbral y sobre todo calle y despedida. En realidad, la palabra despedida va desapareciendo del relato, como las palabras llanto, tristeza y dolor, que son sustituidas por decisión, firmeza, madurez, melancolía y, al final, amargura y desencanto.
¿De qué escapan las mujeres? Me preguntó. Y no lo supe. Luego dijo: escapamos por que podemos, no por que debemos; el escape es el fin y la razón; luego de un poco de fugas, algunas se detienen, ya que han mesurado a los hombres que aman, o ya que los calibran, o ya que aprenden a escapar sin moverse, a irse mientras se quedan, o a desdoblarse; pero siempre es la huida, y con los menos adioses posibles, y ya que aprendes a prescindir del despido habrás escapado para siempre, y nadie lo habrá notado, nadie te echará de menos.
¿Por qué escapan los gatos? ¿De qué escapan? Me preguntó. Antes de cualquier respuesta, pensé por segundos en el dinero que ya no ganaría cuidándola. Luego ya no supe que argumenté, o que más me contó, pero al poco rato culminé mí tarde, sentado en mi estudio, imaginando una interminable procesión de mujeres que alzaban la mano, despidiéndose mientras huían cabalgando animales tristes e inertes de un carrusel. Ellas volvían y volvían, y entonces ya no me importó nada, más que llorar por ellas.
Etiquetas:
Látigo erótico,
manuel
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Nuestros bloggers no los selecciona el azar, ni un dedo en el cielo, ni un niño de la lotería nacional; nosotros los seleccionamos de acuerdo a su peculiaridad y estilo de escribir. Recolectivo no es un blog abierto a cualquiera pero tendremos invitados.
A continuación nuestra lista de colaboradores:
Srta. Pelo Irritante adolescente con complejo de Peter Pan. De calvita sexy y gracioso caminar. Aspirante a mimo. Ha usado el mismo par de zapatos en los últimos 7 años y sólo se baña los domingos .Dicen que es rara: lo es.
Freddymatico Zimmerman. Blogger de orejas perfectas y patillas de taquero. Sarcástico engreído de comentarios corrosivos. Egocentrico jactancioso con pretenciones de macho-alfa, de piel sensible y todo poderoso. En constante contacto con su lado femenino.
Huevo Luis, nada más. Blogger venido a menos. De niño creía que Chinampa era una ciudad, pero ahora ya no está seguro. Lo acusan de ser un montón de cosas, casi todas ciertas. Él es Luis, nada más.
Salaverga. Sonorense jocoso con ínfulas de mafioso siciliano. La versatilidad y el garbo de un exiliado voluntario, que a vivencias propias, sabe que puede ser más frío el desierto de un país decadente y avaricioso, que el mismo Rio Bravo en los raudales de agosto.
Mulder. Mediocre heroe del canal 5. Desempleado de final de temporada. Escritor de lo anormal y cazador de lo paranormal. Valiente captor del Chupacabras. Fiel amante de Scully y perseguidor de extraterrestres furtivos.
NEB. Publicista frustrado prófugo de los yermos publicitarios y desertor de la semiótica. Amante de lo kitsch y buena onda. De repugnante y nauseabundo sentido del humor.
Yo soy Ella. Costeñita en el exilio. Alcohólica en proceso con la habilidad para permanecer dormida largas horas ininterrumpidas. Con tendencia a caer y accidentarse. Los internets la odian y ella odia el aguacate.
Caballero. Televiso y comunicólogo. Locutor y productor de obviedades inherentes. El maestro limpio de los blogs,
autentico portavoz del proletariado con tildes de barrio bajo. Burgués desidioso con aspiraciones de Zabludovsky.
Kabeza. Monero nacido en el desierto y exiliado en el asfalto. Fuma para esconder el bigote y dibuja porque no le queda de otra. Extraña las tortillas de harina, por eso adopto a la Tía Rosa.
Plaqueta. Como no daba una socializando ni bailando salsa, tuvo que abrir un blog. Se dice que cuando muera encontraremos sobres de Splenda regados entre sus pertenencias. Ama tanto a los hombres que le gustaría ser uno, aunque la idea de ligar con mujeres la asquea (pinches viejas). Abusa de los paréntesis (por ejemplo).
Guffo. Su mayor temor es ver a Cepillín sin maquillaje y una vez llego hasta el nivel del pretzel en Ms. Pac-Man. Ha tenido una vida provechosa y llena de triunfos, como podrán darse cuenta.
Changos. Fiel practicante de la ley del mínimo esfuerzo. Inconforme estudiante de ingeniería. Inconforme hijo de familia. Naco, inculto y borrachín. Torpe y descoordinado. Tipo de pocas palabras y aspiraciones. Indispuesto al desarrollo si este implica abandonar la comodidad de la sombrita.
Rox. Computita manipuladora. Se le vio por última vez con una caja de cartón de leche Lala en el aeropuerto acosando extranjeros. Señas particulares: Pecas en las nalgas y tendencia a morder. Padece de sus facultades mentales.
Canibal. Chamaco de rancho. Flaco, prieto, panzón y alcohólico. Cuasimisógino. Amante de la crítica a lo wey y del mundo porno. A veces llora en las mañanas, cuando recuerda la muerte violenta de su perro Jicotillo... pero ya lo está superando.
LaMaga. Monógama rehabilitada. Sobrevivió al ataque de sus propios tacones teiboleros (ya no hay lealtad en este mundo). Fanática de los cuentos (los reales, los ficticios, los propios, los ajenos y sobre todo los que le han regalado a título personal). Le gustan las películas repetidas y los planes malévolos. Las fuerzas superiores la odian.
Perdidos en acción.
Falso Profeta. Lanchero Escritor enmascarado de alta nobleza. Blogstar de naturaleza sobrevalorada. Proveniente de modesta cuna pero con afanes de opulencia. Porque su sangre, aunque plebeya, también tiñe de rojo.
18 comentarios:
Muy buen relato. Es el primero que leo del team de la semana y celebro con gusto que no te hayas ido al lugar común que sugiere el tema por sí mismo. Me agarada mucho la ambientación que creas y el sortilegio que transmite la mujer misteriosa del gato con correa. Lo cual, a sazón personal, me parece ya una perversión per se.
Genial inicio de semana. Gracias.
Ahora quiero escuchar el relato de ella.
Acabo de leer el tipo de texto que me va a dejar reflexionando todo el día. Espermos yo no me vuelva como la vieja tratando de escapar.
Esto ha estado bueno,
los KLEBROS honramos tu post!
¡¡¡ Larga vida !!!
Es la primera vez que te leo, me gusta, al principio manejaste una historia que esperaba con ansia como ibas a desarrollar el sexo y me llevaste a una señora con preguntas que invariablemente me hacen reflexionar y encontrar la respuesta de una persona cuerda es tan dificil que la de una persona loca que la hace tan sencilla. Escapar, todos de alguna manera escapamos,angustia, tristezay hasta del mismo amor, me gusto,ya estare esperandola proxima semana con otro relato, mereces mi atención y congratulechons
Pobre gato . . .
Rompemadres...
eso de pensar en el dinero que no vas a recibir por no cuidarla en lugar de escuchar sus problemas y todo es algo que yo definitivamente harìa XD
saludos!
Desconozco la forma en la que eligen los temas semanales, si es por consenso o por capricho de uno solo. Esta vez el tópico “Látigo erótico” me sugería trilladísimos textos de erotismo embutidos con calzador en el blog, abriéndose espacio entre párrafos repletos de nalgas, tetas y fluidos, repetidos tantas veces que más que erotismo ya adelantaba una aburrición precoz en su lectura. Por fortuna no fue así, este relato me ha gustado. El inicio insolente y provocativo me llevaba a pensar mientras lo leía “ya vendrá, a huevo debe hablar de alguna secreción”, pero no, no fue así y eso me ha terminado por encantar. Me ha dejado pensando y eso me ha excitado más que leer descripciones de largas penetraciones en sexos oferentes, pieles bruñidas, roces sempiternos y sudores abotargadas.
mamon
ha sido un placer leerte.
La primera parte es Batianisima, la segunda, mas chingona aún.
la neta faltaron nalgas...
Me gusta el sonido del párrafo: "su historia estaba repleta..."
Si se trataba de un cuento no me resulta redondo, pero como creo que no lo es, pienso que tiene toda la actitud
Buen post. Sólo que esperaba las secreciones pertinentes de un texto tuyo. Y las nalgas, y las situaciones fálicas.
Me gusto todo, menos el final y el principio..... demasiado forevereado para mi gusto...
chingon... los que digan que no es porque estan bien pendejos y no saben de metalinguistica
La historia está original. Todos los personajes el narrador, la mujer y el gato están tan hábilmente delineados que se hacen reales.
Ahhh que padre. Me gustó mucho.
Muy bueno, mereciera ser impreso
Publicar un comentario