
Oscarito se rehusaba a jugar con los demás niños. Jugaban muy rudo y su pequeña estatura no le favorecía. Los niños no lo querían en su equipo, y a las niñas se les hacía curiosito y lo pintaban como princesita, y eso a él le chocaba.
Oscarito permanecía al margen, deseoso de irse a su casa con sus amigos los Legos, pero ya sabía que si bajaba a quejarse con los papás mientras tomaban, le hacían pow pow. El pow pow eran nalgadas, aunque más humillantes que dolorosas. Oscarito especialmente recordó una vez que le hicieron pow pow mientras las niñas se reían quedito desde el balcón.
"Oscarito, te toca ser el lobo", dijo uno de los niños más grandes. "No quiero", dijo apenas audible Oscarito.
Fue ahí que, mientras los papás tomaban abajo, los niños decidieron matar a Oscarito.
"¡Hay que jugar a los almohadazos!" propuso el niño más grande.
Tomaron sus almohadas, duras almohadas de cojines cuadrados del sillón, almohadas con funda negra del cuarto de papá y mamá y cobijas gruesas del armario polvoso. Rieron mientras todos golpeaban con almohadazos a Oscarito, en un acuerdo que no necesitó de palabras. Oscarito tropezó y se abalanzaron sobre él, brincando niños encima de niñas y cobijas. Risas y más risas, hasta que uno de los niños dijo "Quítense, no puedo respirar".
Uno por uno se fueron quitando, unos todavía riendo y otros jadeando con los cachetes rosados. Al pararse todos, permaneció un bultito en silencio cubierto por una cobija.
Uno de los más grandes golpeó al pequeño bulto despacito con una almohada sin recibir respuesta.
"¿Oscarito?"
Al quitar la cobija, el cuerpo inerte de Oscarito yacía con los ojos cerrados, su boca abierta.
"¡Se murió! Se murió el Oscarito!" bajó corriendo una de las niñas con los papás.
Aullidos de mamás y gritos y jaloneos violentos mientras los papás ebrios subieron las escaleras como estampida. Vasos quebraron y alguien se tropezó con una silla. Una mamá sollozó casi ahogándose, mientras otras mamás no permitieron que subiera.
Un papá encerró a las niñas histéricas en un cuarto con una mamá, mientras los niños alrededor de Oscarito lloraron como niñas y uno se orinó.
"¡Perdón, perdón, perdón!" sollozó el niño más grande, el orinado.
Un papá se arrodilló frente a Oscarito, su cara desfigurada del dolor. Su aliento alcohólico y su camisa olorosa a cigarro se acercaron con pavor al cuerpo del niño. Sus ojos brillaron y un moco se escurrió por su nariz.
"Mijito.." susurró el papá.
"¡Taraaaaaaan!" de pronto gritó Oscarito, rojo por haberse aguantado la respiración.
A Oscarito nunca lo habían abrazado así. "'Uy, me vas a sacar las tripas!" se quejó Oscarito.
El papá lo cargó y la mamá no dejó de besarlo, mientras lo llevaron a casa a jugar con sus Legos.
Oscarito sonrió al ver que antes de cerrarse la puerta de la casa, los papás a los niños les hicieron pow pow, aunque pareció más doloroso que humillante.
17 comentarios:
Yo quiero a un hijito oscarito
Tsss... le fue bien al chamaquito, yo si le hubiera dado una buena por mentiroso y hacer un desmadre en la fiesta.
oscarito es la onda
Jajaja. Qué güevotes del Oscarito.
sera que oscarito era salaverguita ?
que chingon salio oscarito, ehh y que pedo? porque invitaron a escribir los juebebes a mario aburto? y porque se hace llamar hector?
saludos paisa
yo fui una niña oscarito
Que chida autobiografia del enano cholo bracitos peludos.
Jajaja, pinches mamadas. Oscarito era más cabrón que pendejo.
que pedo con oscarito, les corto el pedon chido que traian en la fiesta, unos putazos les hubieran dado.
Luc Besson dijo...
sera que oscarito era salaverguita ?
Gracias por iluminarnos con tus vastos conocimientos sobre psicológica. El mismo Freudo te envidiaría.
Estoy de acuerdo con el Anónimo lame pijas de arriba, unos pinches chingazos por caga palos.
esta chido
ayyy me gustó mucho la historia :D, un poco cruel... con todo y vuelta de tuerca... genial
jajaja. ¿De dónde sacas esas cosas?
Muy bueno.
Dicen que los gnomos son muy bromistas!
chilo.......
Que ojete que solo pensándolo muerto, el papa le dio un abrazo así a oscarito.
Que culeada necesito' el papa para darse cuenta.
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