jueves, 16 de abril de 2009

El abuelo del señor Nalgabruta


Pasaron 2 días de 48 horas, en los que el señor Nalgabruta recolectó gusanos de maguey y reprogramó al bot. Al terminar dijo:

- Escucha bot. Tu tarea será reconstruir la cápsula. Como caímos en medio del desierto y no en una tienda de refacciones tendrás que arreglártelas con los propios materiales de la cápsula. No interesa que esta no sea capaz de regresar a la Luna. Lo que es imperativo es que salgas del agujero en el que estás metido y te puedas mover. El medio de locomoción lo dejo a tu elección. Mientras tanto yo iré al sur hacia esa señal de radio que detectaste antes de estrellarnos. Llevo un transmisor que a su vez emite una señal que sólo alguien muy bruto podría confundir. Así me encontrarás. ¿Entendíste?

- Sí, señor – dijo el bot.

El señor Nalgabruta que no tenía mucha confianza en la IA del bot pensaba que esa era la última conversación que tendría, máxime que la Tierra se había convertido en un páramo desértico, habitado sólo por gusanos y plantas. Se equivocaba.

Al principio no le fue mal. Comenzaba a caminar al atardecer y según sus cálculos avanzaba 70 kms en la noche antes de que el sol lo obligara a buscar refugio. Cuando no hallaba hacía un túnel en algún promontorio cercano con su cañón sónico y ahí pasaba las horas más calurosas del día que eran 29 en esa época del año. Cuando atardecía salía de su refugio, comía sus gusanos de maguey, bebía de su cantimplora y reanudaba la caminata. El señor Nalgabruta que sabía muchas cosas pero que en neurología era un asno no se daba cuenta que aunque llevara comida y agua y un paso moderado estaba en la antesala de tener un episodio psicótico debido a al transtorno que padecía su ciclo circadiano que intentaba sincronizarse a los días de 48 horas. Alguien que hubiera despertado en Paris y hubiera volado a México le podría haber contado del jet-lag y de lo que provocaba el insomnio prolongado.

Al cabo del quinto día, el señor Nalgabruta comenzó a tener alucinaciones.

Despertó de su larguísima siesta como siempre y salió. Se estaba quedando sin agua y usó su cañon sónico para aflorar un manantial subterráneo que detectó en la víspera. Estaba en esa operación cuando se le apareció su abuelo.

El señor Nalgabruta no creía en fantasmas ni en las idioteces que pregonaban sus contemporáneos hace 100 millones de años sobre la existencia de entidades como el alma o el más allá. Pero eso no lo hizo sorprenderse menos.

La aparición de su abuelo habló.

- Yo a tu edad ya me había cogido a más de cien viejas – dijo.

El señor Nalgabruta reflexionó al respecto. Mientras estuvo vivo su abuelo siempre respondió a cualquier logro, pequeño o grande, del señor Nalgabruta con esa frase.

- Ahora ya no hay ni viejas ni humanidad. Así que no puedo hacer nada al respecto ¿no es cierto? - contestó el señor Nalgabruta dándose cuenta que estaba platicando con un producto de su mente transtornada.

Cuando el señor Nalgabruta terminó de llenar la cantimplora su abuelo ya no estaba ahí. Decidió aumentar al doble su ración de gusanos de maguey esperando que tuvieran el litio suficiente para ahorrarle más apariciones de su abuelo, un señor a quien nunca pudo complacer.

Faltaban más de 400 kms para llegar a la fuente de la señal de radio que emitía la música que había escuchado antes de estrellarse. Debido a la alucinación reciente el señor Nalgabruta se preguntó si lo que él pensaba que era música no sería en realidad una pareidolia auditiva. Sólo había una forma de averiguarlo.

Continuó avanzando. Dos días más tarde, durante la caminata, su abuelo se apareció otra vez para decirle:

- A tu edad me había yo cogido a más de cien viejas.

El señor Nalgabruta esta vez no se alarmó. Reviró.

- Bah. Me hubieras impresionado más si te las hubieras cogido al mismo tiempo, abuelo.

Su abuelo volvió a donde solía estar. A las circunvoluciones cerebrales del señor Nalgabruta.

Pasaron otros cinco días. El señor Nalgabruta estaba muy cansado de caminar y de mal dormir y de pasar en vigilia tantas horas seguidas. Se preguntaba si se colapsaría antes de que su ciclo circadiano se ajustara al día terrestre.

En ese lapso su abuelo se le siguió apareciendo esporádicamente para informarle que a su edad ya se había cogido a 100 viejas. A la decima aparición el señor Nalgabruta ya no le importaba si eran 100, 1000 o 10,000 las mujeres que su abuelo se había cogido. A la décimo quinta aparición dejó de angustiarle que su abuelo, el único en su familia cuyo respeto había alguna vez buscado, sólo se pitorreara de él y de sus esfuerzos. Luego ya no tuvo más alucinaciones.

Después de pasar casi quince días caminando en ese desierto que le parecía interminable, siguiendo la fuente de radio que había detectado antes de estrellarse, encontró lo que buscaba. Amanecía.

Era una antena, como las que usaban las antiguas emisoras de radio. Alta, delgada y de metal rojo. El único indicio que había visto de que en la Tierra había existido una civilización...

¿porqué está de pie? ¿quién ha evitado que la corrosión no la tumbe?

Cuando pensó eso el señor Nalgabruta notó que no estaba solo. A sus pies veía una larga sombra. Alguien estaba detrás de él. Creyó que sería otra vez su abuelo.

La alucinación de mi abuelo nunca hizo una sombra...

Con los huevos encogidos del susto se dió media vuelta.

Ante él estaba un hombre no más alto que el mismo señor Nalgabruta. Tan arrugado que apenas si podía distinguir sus ojos diminutos a mitad de su cara. Lo envolvían unos trapos de color caqui y llevaba la cabeza rapada. Al señor Nalgabruta le recordó a los maestros budistas que estuvieron muy de moda un tiempo antes de irse a la Luna.

El desconocido habló contestando la pregunta muda del señor Nalgabruta.

- Me llamo Lovecraft. Soy el último... o eso pensaba. Yo ocasioné la extinción de la humanidad.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya deja de usar Nalgabruta

Cansa , no eres Catón.

Por lo demás, buen post.

«danito» dijo...

- Bah. Me hubieras impresionado más si te las hubieras cogido al mismo tiempo, abuelo.Jajajaja!
A mi por eso ni me interesa tener a mas de una al mismo tiempo.
...
Neta!
...
oh, de verdad!
...
=(

Hermes dijo...

no mames... lovecraft... todos estos relatos de nalgabruta me habian parecido normales, pero con el ultimo nombre todo mejoro... dode me lo deshonres y yo causare el apocalipsis

Anónimo dijo...

ya deja de forzar una historia que desde el principio resultó ser muy mala

Dan dijo...

Leo Recolectivo desde hace poco, quizá unos 2 meses atrás, pero creo que tu serie de Nalgabruta es de lo más entretenido que he visto por aquí. Felicidades!

Anónimo dijo...

Estas pa la verga,,, ya no escribas mejor...pinches posts aburridos..

Francisco Lizardi dijo...

Muy buena continuación de relato, felicidades sr.

Saludos

Blogalaxia