jueves, 7 de mayo de 2009

Los sueños popotleños del señor Nalgabruta



Lovecraft capturó al señor Nalgabruta y lo torturó mediante el sencillo recurso de negarle el agua.

El señor Nalgabruta sufrió los estragos de la sed. Olvidó su fortuna, olvidó la construcción de la cámara de éstasis en la Luna, olvidó el desastroso error de fechas del sistema operativo de su bot que lo despertó 100 millones de años más tarde, olvidó su búsqueda por la humanidad -de la cual Lovecraft se autoproclamaba destructor-. Y olvidó cómo se llamaba.

Su cerebro tortuoso y manirroto, no obstante, no aguardó quieto por algo tan nimio como falta de agua. Empezó a alucinar. El señor Nalgabruta pronto se vió transladado a un sitio en el que vivió en su juventud, antes de hacer su fortuna. Era la colonia Popotla en la ciudad de México.

Cuando el joven Nalgabruta fue a vivir a la ciudad de México lo hizo en la casa de la tía Concha, que era una parienta de su madre. La tía Concha vivía en un edificio de departamentos vetusto de una colonia aún más vetusta. El rasgo más notable de esa colonia era un pedazo de carbón al que la delegación rendía culto mediante una jardinera que los vecinos rellenaban de basura. Ese pedazo de carbón, otrora, había sido un ahuehuete inmenso al que se le atribuía protagonismo histórico: dicen que a su pie había había chillado Hernán Cortés cuando los aztecas se cansaron de corretearlo.

Al arribar el joven Nalgabruta a casa de la tía Concha, en la colonia vivían veinte veces más personas que en los sueños más alocados de los que la planearon. Las dos verdulerías y cinco tienditas de la colonia no bastaban para que los vecinos no se murieran de hambre, por lo que las autoridades se llevaron el pedazo de carbón que había sido el Árbol de la Noche Triste a un museo y dieron permiso para que ahí se construyera un supermercado que vendía a precios exhorbitantes la comida. En el trayecto al museo, se perdió el pedazo de carbón.

Las casonas de la colonia sólo conservaban sus fachadas originales; sus rellenos habían sido depredados por genios de la construcción y de los bienes raíces. Las antiguas casonas se habían convertido en edificios de departamentos donde vivían decenas de familias. Esos departamentos se construían con cascajo por lo que a sus habitantes les era posible saber qué estaban discutiendo los vecinos de junto o qué estaban preparando para comer los de abajo.

Además del árbol histórico carbonizado, la colonia tenía otros sitios de interés. Había, por ejemplo, un gran edificio rodeado de jardines y de una pista para correr. Era el Antiguo Colegio Militar. El señor Nalgabruta sólo lo conoció por fotografías porque cuando llegó a vivir con la tía Concha, el edificio estaba abandonado y en ruinas debido a los disturbios sociales del 2050. La gente, ignorante y supersticiosa, decía que allí se aparecían los soldados que la ciudadanía sodomizó y cuyas almas no encontraban reposo.

Una colonia vecina de la Popotla se llamaba Casco de Santo Tomás. Una plática recurrente de la tía Concha consistía en contar la cantidad de novios que había tenido cuando había ido a estudiar en el campus del IPN, cuarenta años antes. Al joven Nalgabruta le gustaba entretenerse recordando las historias de su tía mientras caminaba por el páramo en el que se había convertido el Poli. También le gustaba acordarse cuando, siendo niño, vió por televisión a un reportero desquiciado que llorando había dado la nota de que un estudiante detonó una minibomba atómíca que dejó aplanadas siete cuadras a la redonda. Lo que nadie supo explicar fue cómo hizo un estudiante de un campus donde nomás enseñaban medicina y contabilidad para fabricar y detonar un arma atómica que casi no dejara radiación.

El lugar favorito del joven Nalgabruta en las cercanías era uno que desde el siglo XX llamaban Plan Sexenal. Los vecinos más añejos de la Popotla contaban, a babeos por sus encías desdentadas, que ahí hubieron alberca olímpica, gimnasio, pista de atletismo, campo de futbol, canchas de basketball y hasta pista hípica. La destrucción de la minibomba atómica del Poli no alcanzó a afectar el área enorme que ocupaba el Plan Sexenal. Se había convertido en un erial por otras razones: durante la hambruna de 2060, los vecinos asaltaron el Plan Sexenal para usar a los inquilinos de los establos como sustento. Las autoridades delegacionales se lamentaron tanto del hecho que decidieron abandonar el subsidio al Plan Sexenal. Al joven Nalgabruta le gustaba imaginarse a los vecinos hambrientos preparando una barbacoa de caballo a mitad del campo de futbol.

Trancurrió el tiempo y el señor Nalgabruta emigró. Vivió en varias ciudades del orbe pero siembre le gustaba acordarse de la colonia Popotla de la Ciudad de México. Era un lugar horrible, hacinado y escenario de desgracias y desastres. Y por eso a él le gustaba.

Los recuerdos alucinatorios del señor Nalgabruta fueron interrumpidos por Lovecraft que lo sacó de su encierro y le mostró una vasija con agua.

- Antes de que tomes agua me vas a platicar cómo hacer para extraer los cronotones que tu cámara de estasis guardó durante millones de años.

El señor Nalgabruta arrastró las palabras.

- No los puedes usar. Nadie puede.

- Cierto, yo no puedo. Pero Yog Sothoth sí puede.

15 comentarios:

davihds dijo...

no mames casi me haces llorar, estudié en la Voca 9, frente al Plan Sexenal y donde viví infinidad de cosas, el solo pensar que desaparecería todo eso en la forma que lo cuentas me trajo muchos recuerdos de mis epocas Politécnicas.

Romina Power dijo...

Qué buen final me cae.

Kyuuketsuki dijo...

Oh mierda, que triste final para mi escuela!!! Y para el plan sexenal; no mamar, lo peor de todo es que no suena tan inverosímil.

Otra vez me quedé picado con el final

Lupe dijo...

Que bueno que está de vuelta el Sr.Nalgabruta.

Altazor dijo...

jajaj yo también recordé esas épocas en Bátiz y esas pedotas que me metía en el Plan Sexenal...

arkadydarrell dijo...

Oh Popotla... Ese pedacito de mundo en el que viví casi 20 años. Lo odié y lo amé tanto como odiaba y amaba las tortas de descuento que daban a los estudiantes en Chon y Chano y a los 'retos a la muerte' que me echaba tratando de cruzar la México Tacuba.

Al igual que el post de Mario, este me trajo buenos recuerdos aunque lo haya imaginado en un escenario cuasi-apocalíptico. (no muy lejos de la realidad, según recuerdo)

Francisco Lizardi dijo...

Sigo diciendo, !muy buen relato!, felicidades, siempre logra obtener la medida exacta en su relato para dejarlo a uno a la espera de su siguiente entrega.

!Muchas felicidades!

P.D. No quiero ni inaginar como dejarían al resto de la cd. de México los contemporaneos de el sr. Nalgabruta :D

Anónimo dijo...

Escribes de la verga,, salte de aqui

Anónimo dijo...

Ya queria saber lo nuevo de Nalgabruta, y por otro lado, que bueno que no compre eso depto en popotla y me fui mas al norte...

Hermes dijo...

Ok, me estas sorprendiendo gratamente con referencias a mi epoca estudiantil en ese lugar, y al mejor autor que he leido... digo, Yog Sothoth?!?!?!?.... incle lovecraft! sabia ke era enorme, pero no tanto!!! vas bien, pero donde chingues a lovecraft moriras ¬¬

Patricia dijo...

Que padre que hables de mi colonia adorada y no te imaginas que feo sentía de imaginar que eso podría pasar en algunos años, nooooooo, imaginar lo del árbol y lo peor lo del plan, jajaja lograste que me metiera e imaginara cañon en tus líneas, que padre escribes.
saludos

Unknown dijo...

Y yo que crei que la minibomba atomica iba a explotar en el laboratorio pesado de ESFM, algun porro graciocete me la cambio de lugar.

Luis dijo...

Ph'nglui mglw'nafh C'thulhu R'lyeh wgah'nagl fhtagn.

Anónimo dijo...

Buena forma de tu texto, pero muchas ideas recicladas y uso de nombres conocidos eso no es recomendable... reciclar ideas y nombres sirve en un principio pero si quieres ser bueno son importantes las ideas novedosas y personajes propios y sobre todo cuando logras desligar tu vida de lo que escribes... bien por nalgabruta, lo rescatable "el nombre y su invento" lo demas suena muy pero muy reciclado, parece que lo haces para complacer a tus seguidores y obtener de ellos agrado...
Lector Esceptico

Luis dijo...

Grandes recuerdos!!

Como varios, yo también estudié en Bátiz y me la pasé jugando tardes enteras en el plan sexenal (antes de que hubiera pista pa los caballitos) con todo y chelas y robamos el auto del papá de un cuate para dar vueltas a la colonia popotla y quedarnos parados a mitad de la méxico-tacuba.

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