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Estos son los ejercicios en Recolectivo
Ejercicio 38: Refranero Popular
Ejercicio 33: Inocentes esperanzas
Ejercicio 31: Sueños de pueblo
Ejercicio 30: Héroes sin calle
Ejercicio 26: Egolatria Desinteresada
Ejercicio 25: Señales del Apocalipsis
Ejercicio 23: Miedo a los niños
Ejercicio 18: Otra forma de morir
Ejercicio 17: 27 de enero, 2059
Ejercicio 13: Recuento de daños
Ejercicio 12: Un toque de mota
Ejercicio 9: Rebelde sin causa
Ejercicio 7: Obsesiones infantiles
Ejercicio 6: Si tuviera una maquina del tiempo...
Ejercicio 4: Asústame panteón.
domingo, 26 de julio de 2009
Mama que mama.
Las últimas voluntades, son puerta abierta para el cliché... son como nuestras últimas palabras. Queremos que el mundo recuerde lo mejor de nosotros al final.
Por eso, en vez de contarles que mi última voluntad es la paz mundial o el amor perpetuo, prefiero contar esta historia que supongo es verídica, porque la escuché en una de tantas visitas a la sala de espera, donde actores y modelos se la pasaban comunicándose los últimos chismes. Uno de estos chismes, tenía varios años de antigüedad. Una chica, cuando tenía sus dieciocho años, se casó con un hombre cuando este tenía los cincuenta.
Supongamos que se llamaban: Viridiana y Oscar. El señor siempre tuvo mucho dinero, y Viridiana mucha belleza. Las razones del matrimonio eran más que obvias. La edad, y los diferentes contextos, hicieron lo suyos. A la primera oportunidad, Viridiana se largó con alguien mucho más joven y Oscar, bueno, Oscar no sólo estaba de pito loco. Quería a la chica y la quería muchísimo. Por eso cuando ella se fue, acabó descorazonado.
Durante muchos años deseó la venganza y no se volvió a casar.
Como es usual, también, a sus dieciocho años, Viridiana cometió las peores decisiones en cuanto a relaciones sentimentales para-toda-la-vida. Oscar era su opción más estable, pero aburrida. Y el otro hombre, el jovencito con el que se largó, era divertido, pero... cuando la embarazó se desapareció. Así de sencillo. Después viene una larga letanía acerca de una vida difícil, complicada, escasa de dinero y de oportunidades. Sí había padres, y había familiares. Pero la familia aún cuando te tiende la mano, sólo te echa la mano. Hasta donde se puede y ya. Tuvo más relaciones que eran fugaces, e incluso, se emparejó unos años con un cabrón que necesitaba que lo mantuvieran al igual que el niño. La embarazó de nuevo, y se desapareció.
Cuando el primer niño cumplió los diez y el segundo estaba por cumplir los cinco, Viridiana recibió la visita de un abogado que venía por parte del señor Oscar, ella no dudó en subirse al coche y que la llevaran a un hospital, donde el viejo adinerado se encontraba moribundo. Viridiana ya no tenía las pantorrillas, ni los senos, de cuando se casó con el señor, que ya estaba más arrugado y raquítico. El señor dio instrucciones que lo dejaran a solas en su cuarto de hospital. No le quedaba más de una semana de vida, le dijo el abogado.
La última voluntad, era muy sencilla: Todos los días una mamada, hasta que muriera y le heredaría parte de sus bienes. Viridiana no aceptó ese primer día, ni el segundo. No se escandalizó, ni huyó horrorizada. Sentía que parte de sus desgracias venían por haber traicionado el amor de ese hombre, así que se quedaba con él a platicar esos días de hospital. Al tercer día, después de una charla, lo intentó, pensando-. Bueno, no haré algo que no haya hecho antes... -Y ya estando ahí, mirando el miembro del viejo, cerró los ojos e hizo lo que debía hacer. Para el cuarto y el quinto día, había logrado ignorar los olores de la cama de hospital, los olores de la vejez y tal vez, de la maldad y la situación en la que se encontraba.
El viejo vivió más de dos meses, y durante esos dos meses, Viridiana, pensando en el dinero que la sacaría de todos los baches, continuó. Aún cuando había días particularmente difíciles, que por la edad, nomás no funcionaba. Oscar le indicó-. Ya que empezaste debes terminar, o no hay trato -Y con eso, Viridiana a veces soportaba una hora, pensando en sus hijos, su vida maltrecha y desperdiciada, su propia penitencia. La última voluntad del hombre se extendía, pero ella, no tenía ganas de pelear contra ello. Tal vez ese fue su primer problema... que sus únicas ganas de pelear, hacía quien sabe cuantos años, la habían llevado a destruirse.
Oscar murió, un buen día, con el miembro en la boca de Viridiana. Se había tragado su energía vital, por decirlo así.
El abogado se presentó con Viridiana, el contrato que habían firmado, y le entregó una caja que contenía las cánicas con las que había jugado Oscar en su niñez. -Parte de sus bienes -decía el contrato, lo recalcó el abogado, que la verdad no sabía el trato entre Oscar y Viridiana. Ella lo releyó tantas veces como pudo, mientras conservaba las canicas en su regazo. Siguió releyéndolo, cuando sus hijos se llevaron la caja de las cánicas y salieron a jugar a un parque.
-La vida es una putada -dijo Oscar, un día antes de morir-. ¿No crees Viridiana? -Y Viridiana, mama que mama.
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Mi Ultima Voluntad
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Nuestros bloggers no los selecciona el azar, ni un dedo en el cielo, ni un niño de la lotería nacional; nosotros los seleccionamos de acuerdo a su peculiaridad y estilo de escribir. Recolectivo no es un blog abierto a cualquiera pero tendremos invitados.
A continuación nuestra lista de colaboradores:
Srta. Pelo Irritante adolescente con complejo de Peter Pan. De calvita sexy y gracioso caminar. Aspirante a mimo. Ha usado el mismo par de zapatos en los últimos 7 años y sólo se baña los domingos .Dicen que es rara: lo es.
Freddymatico Zimmerman. Blogger de orejas perfectas y patillas de taquero. Sarcástico engreído de comentarios corrosivos. Egocentrico jactancioso con pretenciones de macho-alfa, de piel sensible y todo poderoso. En constante contacto con su lado femenino.
Huevo Luis, nada más. Blogger venido a menos. De niño creía que Chinampa era una ciudad, pero ahora ya no está seguro. Lo acusan de ser un montón de cosas, casi todas ciertas. Él es Luis, nada más.
Salaverga. Sonorense jocoso con ínfulas de mafioso siciliano. La versatilidad y el garbo de un exiliado voluntario, que a vivencias propias, sabe que puede ser más frío el desierto de un país decadente y avaricioso, que el mismo Rio Bravo en los raudales de agosto.
Mulder. Mediocre heroe del canal 5. Desempleado de final de temporada. Escritor de lo anormal y cazador de lo paranormal. Valiente captor del Chupacabras. Fiel amante de Scully y perseguidor de extraterrestres furtivos.
NEB. Publicista frustrado prófugo de los yermos publicitarios y desertor de la semiótica. Amante de lo kitsch y buena onda. De repugnante y nauseabundo sentido del humor.
Yo soy Ella. Costeñita en el exilio. Alcohólica en proceso con la habilidad para permanecer dormida largas horas ininterrumpidas. Con tendencia a caer y accidentarse. Los internets la odian y ella odia el aguacate.
Caballero. Televiso y comunicólogo. Locutor y productor de obviedades inherentes. El maestro limpio de los blogs,
autentico portavoz del proletariado con tildes de barrio bajo. Burgués desidioso con aspiraciones de Zabludovsky.
Kabeza. Monero nacido en el desierto y exiliado en el asfalto. Fuma para esconder el bigote y dibuja porque no le queda de otra. Extraña las tortillas de harina, por eso adopto a la Tía Rosa.
Plaqueta. Como no daba una socializando ni bailando salsa, tuvo que abrir un blog. Se dice que cuando muera encontraremos sobres de Splenda regados entre sus pertenencias. Ama tanto a los hombres que le gustaría ser uno, aunque la idea de ligar con mujeres la asquea (pinches viejas). Abusa de los paréntesis (por ejemplo).
Guffo. Su mayor temor es ver a Cepillín sin maquillaje y una vez llego hasta el nivel del pretzel en Ms. Pac-Man. Ha tenido una vida provechosa y llena de triunfos, como podrán darse cuenta.
Changos. Fiel practicante de la ley del mínimo esfuerzo. Inconforme estudiante de ingeniería. Inconforme hijo de familia. Naco, inculto y borrachín. Torpe y descoordinado. Tipo de pocas palabras y aspiraciones. Indispuesto al desarrollo si este implica abandonar la comodidad de la sombrita.
Rox. Computita manipuladora. Se le vio por última vez con una caja de cartón de leche Lala en el aeropuerto acosando extranjeros. Señas particulares: Pecas en las nalgas y tendencia a morder. Padece de sus facultades mentales.
Canibal. Chamaco de rancho. Flaco, prieto, panzón y alcohólico. Cuasimisógino. Amante de la crítica a lo wey y del mundo porno. A veces llora en las mañanas, cuando recuerda la muerte violenta de su perro Jicotillo... pero ya lo está superando.
LaMaga. Monógama rehabilitada. Sobrevivió al ataque de sus propios tacones teiboleros (ya no hay lealtad en este mundo). Fanática de los cuentos (los reales, los ficticios, los propios, los ajenos y sobre todo los que le han regalado a título personal). Le gustan las películas repetidas y los planes malévolos. Las fuerzas superiores la odian.
Perdidos en acción.
Falso Profeta. Lanchero Escritor enmascarado de alta nobleza. Blogstar de naturaleza sobrevalorada. Proveniente de modesta cuna pero con afanes de opulencia. Porque su sangre, aunque plebeya, también tiñe de rojo.
7 comentarios:
zaaaaaaaaaaas esta historia también quedaba en el tema de la venganza... que triste historia, pero que con madre para el viejo
¿Por qué Sala Verga ya no permite comentarios? ¿Por qué cierra la única ventana que tengo para manifestarle mi amor a Plaqueta?
:(
ah, como no
Este blog va de mal en peor..
Acabo de enamorarme de las piernas de pollo de LaMaga. Justo como me gustan: gordotas gordotas de las pantorrillas, como de ciclista machorra de olmipiadas, y flaquitas como popotitos a la altura de los tobillos.
JAjaja excelente para el tema de la venganza también!!!
Para mi la mejor historia hasta ahorita del tema... Excelente historia, muy bien escrito.
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