viernes, 7 de agosto de 2009

Asuntos laborales de Ipanema Dávila.



Yo sí que puedo afirmar que con mi trabajo me he sacado la lotería. Es fácil, relajante y bien pagado o al menos mucho mejor que mi anterior chambita como secregata.

Mi proceso de inducción y capacitación para mi nuevo empleo no fue largo, pues a decir verdad el trabajo ha sido siempre bastante sencillo. La estética para caballeros, en donde por cierto nunca se ha realizado un corte de pelo en su historia, ofrece servicio de masajes, aunque tampoco se ha practicado nunca alguno. Los masajes incluyen varias categorías. La más barata el normalito SM, que no es más que una vil y ordinaria manuelita. El SO es lo que se conoce vulgarmente como una mamada, aunque eso sí, con condón de por medio y el tercero y más sofisticado el SC, el servicio completo, un cogidón como Dios manda, que por supuesto es el más caro.
“Tú platícales, se cariñosa, enamóralos mi reina, que no se te vaya ni uno sin pedir servicio completo, tú sabes, entre más caro sea el servicio ganas más comisión”, me dijo mi patrón y ahí mismo quedó cerrado mi contrato laboral que se ha mantenido vigente y sin interrupciones durante los últimos cinco años.

Cuando quiero resultar digna digo que trabajo en una estética, que es lo que Gastón cree, sin preguntarse siquiera si se cortar el pelo. Si quisiera ser más atrevida diría que trabajo en una sala de masajes y si quisiera pegarle a la dramática diría que laboro en un prostíbulo (qué expresión más anticuada) pero para mis sinceros adentros digo que trabajo en un vil masturbadero colectivo en donde el único arte que se practica, sin ningún chiste ni sofisticación, es hacer emerger la leche de los clientes. Así, sencillito, sin dificultad alguna. Digo, hay prostitutas con cierta clase, geishas, cortesanas de harem, pero esto, no me hagan reír, puede hacerlo cualquiera y para mí es un trabajo bastante cómodo y poco estresante.

Así de simple, es como si trabajara en una maquiladora haciendo el mismo movimiento mil veces al día para poner un mismo tornillo en una misma pieza cada cinco segundos. Me gusta el término, soy una maquiladora sexual, produzco orgasmos en serie. Los penes son solo objetos de trabajo que llegan a mis manos para ser trabajados, no con el ánimo de una artesana, mucho menos de una artista, sino con la mente de una obrera de fábrica. Hace mucho que el órgano masculino ha perdido todo su sentido erótico para mí. Es un objeto tan aburrido como un tornillo o un botón de camisa. El acto es mecánico, carente de concentración. Manipulo el pene con crema en la mano y si voy a chuparlo lo forro de plástico cuando ya está duro. Después hago el mismo movimiento rítmico cuantas veces sea necesario dependiendo de la precocidad eyaculatoria del cliente y después lo despacho sin siquiera verlo a la cara. A veces trato de hacer apuestas mentales y jugar a la lotería interna tratando de adivinar en cuánto tiempo se va a venir el cliente y qué cara va poner. Desde que veo llegar al tipo puedo hacerme una idea más o menos clara. Este se viene en dos minutos y va a gemir. Este va poner carota de degenerado. El 90% de las veces le atino, porque el 90% de las veces me tocan eyaculadores ipsofactos.

Este es mi trabajo, así son todos mis días y por esto gano dinero, por cierto casi el triple que mi marido, quien aún sigue soñando con sacarse la lotería sin comparársela.


8 comentarios:

borregata dijo...

Lo único malo de un trabajo como ese es que no hay Seguro Social que te pague el tratamiento de túnel carpiano. Saludos

Dib dijo...

Excelente texto.
En efecto, se sacó la lotería.

Alejandriina dijo...

No se si me gustó. ;S
No niego que la idea sea buena, sin embargo, hmm no sé... como que le faltó.
Tal vez son figuraciones mías, o quizá esperaba mucho más de este texto.
De todas formas me gusta leerte siempre :)

Saludos.

Anónimo dijo...

me gusto mucho!!!
me encanto lo descarada y simpática que es la protagonista.
maquiladora sexual, eso fue estupendo

Bombón dijo...

Lotería!

Lilo dijo...

Cada vez lo confirmo, usted se está convirtiendo en uno de mis favoritos.

Llegue aquí siguiendo al Guffo; total que nadie sabe para quien trabaja.

Emmanuel Bojorquez dijo...

Pues como que las mujeres nacen con más "suerte"... ¿no?

Alegría Buendía dijo...

Bueno, ya si le gusta darle vuelo a la hilacha y en el caso de Ipanema más bien es .. no le importa darle vuelo al a hilacha, pues ¿que mejor que cobrar por ello?

Sólo una duda, supongo que Gastón es el marido que cree que su esposa trabaja en una estetica y dices tu que no sabe siquiera si en realidad corta el cabello. Bueno, no crees que siendo esposos él le pida que le corte el pelo?. Digo si mi esposa supiera cortar el pelo, me ahorro unos pesitos y en vez de que otro lo haga le pido a ella que lo realice.

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