jueves, 22 de octubre de 2009

Insomnio, epilepsia y canibalismo



Estaba en prepa, creía que era listísimo y cualquier idea que se me ocurriera se me antojaba como si la hubiera cagado el mismísimo diositotodopoderoso.

En la materia de Métodos de Investigación Científica I aprendí que en realidad era un idiota, pero no tanto como el fulano que impartía la materia. La secuencia de malas decisiones que me llevó a ese descubrimiento comenzó con la siguiente frase del profesor, a principio del semestre.

Muchachos, quiero que durante el semestre efectúen un experimento científico siguiendo un protocolo de prueba. Los éxamenes que hagan serán pura tramitología. A quien al final del semestre no me entregue resultados reproducibles siguiendo su propio protocolo lo repruebo.

Formamos equipos. Mientras otros exploraban las posibilidades nutrimentales de larvas de Drosophylla Melanogaster y las propiedades acústicas del papel mascado, los de mi equipo decidimos irnos por lo seguro y eligimos un experimento ya probado, decidimos aplicar tests que miden algún aspecto del IQ en personas desprovistas de sueño.

La hipótesis a probar, era sencillísima y algo que todo mundo ya sabe: que mientras más horas de sueño se salte uno, más pendejo se vuelve. Semejante redescubrimiento del agua tibia fue tolerado por el profesor gracias a que nos fusilamos la frase “medición de habilidades cognitivas” de un journal de psiquiatría y la usamos como parte del título de nuestra propuesta de experimento.

Durante el resto del semestre mientras los otros equipos hacían licuados de larvas de moscas o hacían moldes de papel mascado nosotros discutíamos sobre la condición humana y no producíamos resultados.

El profesor se dió cuenta, nos cagoteó y amenazó con reprobarnos. Espantados, los más industriosos de mi equipo consiguieron unas pruebas de inteligencia de quién sabe dónde (en tiempos pregüiquipedieros uno tenía que viajar para encontrar bibliografía decente), y con los tests en la mano publicamos una convocatoria para obtener conejillos de indias. Cuando se presentaron les dimos los tests para que los resolvieran y llenamos tablas por edades, sexos y resultados. Al fina, creyendo que íbamos bien encaminados escogimos una casa para ver como se deterioraba la cognición de nuestros conejillos de indias durante un fin de semana en vela.

A las mujeres que iban a participar en nuestro experimento sus padres no las dejaron pasar ni una tarde con nosotros, pues creían que nuestra tarea era un plan para bajarles los chones a sus hijas. Idea ridícula por dónde se le vea pues éramos tan torpes e inexpertos que no hubiéramos sabido qué hacer en caso de lograr esa proeza. De cualquier manera, nos quedamos sin la mitad de nuestros sujetos de prueba. A la otra mitad, les compramos coca colas (no había RedBulls, snif), botanas y les pusimos pornografía para que no se durmieran. Lo que no tomamos en cuenta es que la pornografía de la que disponíamos era tan aburrida que en lugar de excitación lo que provocaba era sueño. Ninguno de nuestros sujetos de prueba pudo pasar la noche, mucho menos hacer un test de inteligencia con unas 24 horas de vigilia.

Ante el fracaso de nuestro modelo experimental decidimos usar a uno de nosotros como sujeto de prueba. Echamos suertes, yo perdí y me dispuse a desvelarme hasta entregar resultados en la fecha límite que distaba a 3 días y dejar que me mostraran como evidencia viviente de que sí hicimos nuestra tarea.

Al transcurrir las primeras 24 horas ni un bostezo me dió. Tomé las hojas del test (que ya me sabía de memoria) y las contesté procurando introducir errores en las preguntas que parecían más complicadas. Para cuando cumplí 36 horas despierto seguía muy campante. La falta de sueño y el cansancio me cayeron como ladrillo poco antes de cumplir las 48 horas, sin embargo con esfuerzo podía seguir haciendo lo de siempre. Comenzaron a alternarse períodos muy raros de actividad maniaca con otros en los que lo único que quería hacer era dormir. En ese estado presenté algunos exámenes finales de otras materias. Al cumplir 60 horas me escondía de mis compañeros para echarme unas microsiestas. Así llegué a las 72 horas y a la exposición en un auditorio lleno de experimentos piteros de los cuales yo era el más lamentable.

Por la falta de sueño me perdí de las presentaciones triunfales del licuado de mosca y de los audífonos de papel mascado pues me costaba percibir lo que ocurriera más allá de 1 metro a mi redonda. Me subieron al estrado y mientras mis compañeros exponían el deterioro de mis “habilidades cognitivas por falta de sueño” yo me empezaba a sentir como protagonista de la película El hombre elefante cuando lo exhiben. De hecho, mi cabeza se empezaba a sentir pesada y desproporcionada como la del sr Merrick. Me hicieron una pregunta y la contesté con unos balbuceos babeantes. Me horroricé pues ficción y realidad se confundían en mi torturado cerebro y me quedé convencido que me había convertido en el hombre elefante. Dicen que grité como niña y me caí al suelo donde comencé a convulsionar.

Hubo dos efectos notables de mis convulsiones, uno consistió en patear el habitat de las Drosophyllas Melanogaster que el otro equipo había criado con amor durante un semestre. El habitat se cayó de la mesa en la que estaba, se rompió y sus inquilinos volaron. El auditorio se apestó y se mosqueó.

El otro efecto no fue menos impresionante. El profesor de Métodos de Investigación Científica I se sintió responsable de mi estado y quiso ayudar jugando al paramédico. Se acercó a mí, que bailaba watussi en el suelo, me abrió la boca, y metió un dedo en mi hocico creyendo que así evitaría que me asfixiara con mi propia lengua. Yo respondí a tanta amabilidad con un espasmo y cerré la mandíbula con fuerza.

El dedo índice del profesor experimentó súbitamente varias decenas de kilos de presión por centímetro cuadrado justo en el punto donde se juntan las falanges media y distal. Con un chasquido su dedo se desprendió y lo único que impidió que yo me lo tragara fue la piel que lo mantenía pegado al resto de su mano.

Ese episodio epiléptico me granjeó prestigio que de otra forma no hubiera conseguido. En el anuario debajo de mi foto pusieron lo siguiente, "Pasatiempo: Le gusta comerse los dedos del personal docente".

Lo cual es falso. No puedo decir que mi canibalismo light lo haya disfrutado por la sencilla razón de que no estaba yo conciente a la hora que lo hice.

20 comentarios:

Luis dijo...

jajajajaja, esta anecdota personal es increible, deberias ponerte de acuerdo con kabeza para hacerla comic, sus dibujos con tu epilepsa no tendrian precio.

La Rosy dijo...

JAJAJAJA buenisimo! me ubiera encantado estar ahí

El Corsario Negro dijo...

Excelente anécdota.

Ciertamente sería un excelente comic.

ches01 dijo...

Jajaja muy bueno, pero y entonces? reprobaron? exentaron?

Kanuto dijo...

jajaja, si, estuvo buenísima la anécdota, de acuerdo con Luis que hagan el comic jajaja.

Y a todo esto si pasaron o los reprobaron?

Anónimo dijo...

¿Y si mejor nos chiquiteamos atu vieja la Lupe?

sería mas divertido que leer tus pendejadas.

Anónimo dijo...

Es el primer texto tuyo que no es brutalmente aburrido y carente de toda estructura literaria. Y sí, parece que crees que lo sabes todo, todo menos escribir... Buen trabajo, sin embargo.

Antonio dijo...

Por lo que sé de la epilepsia (que no es más que lo que estuve leyendo casi un año, 2003, en todos los sitios que encontré en internet), hay eventos que disparan las crisis convulsivas en personas que tienen la predisposición.

En lo personal, he pasado hasta cerca de 48 horas sin dormir sin llegar a tener problemas, y he pasado periodos de casi una semana durmiendo 3 horas por día en promedio. La realidad es que no me ha pasado nada pero sí, apendeja bastante (me imagino que lo de la bajada de chones hubiera estado fácil en esas circunstancias).

Tu maestro demostró una completa ignorancia. Lo mínimo que recomiendan es evitar que la persona se lastime a sí misma y a otros.

Un abrazo.

Alejo Carpentier dijo...

Un gran texto anecdótico. No hace falta recurrir o recordar que existe la literatura y sus designios para disfrutarlo.

Con algunos errores de sintaxis y nexos, la coherencia narrativa permite un caleidoscopio sencillito y digerible de la vida estudiantil. El narrador se pudo dar el lujo de omitir otras descripciones, y deja al lector usual un caminito de frescos rápidos y modestos de un recuerdo que, pudiendo ser inverosímil, termina siendo completamente creible y cómico.

Vaya, yo quisiera saber que fue del profesor y su dedo, y si acaso el narrador y sus compañeros quedaron reprobados por semejante amputación.

En otras palabras, la anécdota es calidamente de revista de anaquel inmediato, pero no por ello carente de agrado y efecto.

Saludos.

Luis dijo...

Opino lo mismito que el de aca arriba, pero sin los saludos.

Anónimo dijo...

la anécdota es calidamente de revista de anaquel inmediato

Nomás tengo una duda:

¿de anaquel de hustler o de anaquel de lágrimas y risas?

Unknown dijo...

Jaaa.!!!
Que locuras de cientifico loco.
Buenisimo

ElVox dijo...

Deberias re-construir los hechos (con todo y las 72hr despierto) y grabarlo...seria un exito en youtube :)

Goma Rosa dijo...

JAJAJAJAJA
excelente anécdota
cuando leí "watussi" no entendí, pero cuando vi el video en youtube me agarró un ataque de risa.

y que pedo? cuánto sacaron?

Julio César Colin dijo...

Que buena anecdota...!! jjajaja, nunca me he atrevido a dejar de dormir tanto. A lo mucho 36 horas y ya sin muchas ganas de seguir con la proeza. Me sigo repitiendo en la cabeza, qué buena anecdota.

Saludos.

MarillTachiquin dijo...

Yo hice algo asi en la carrera (estudie Psicologia), pero solo fue una noche, asi que no estuvo tan gacho jeje. Teniamos que racionarle la comida en 6 porciones con el mismo aporte de calorias que comia en un dia y ponerle pruebas cada hora al azar. Ah si, y no tenia que saber que hora era para que no se sugestionara el sue;o.

Se puso chido cuando ya estaba en las ultimas, cuando penso que eran las 4 de la ma;ana y eran las 10 y el dormir abajo de una mesa en la facu =P

Hellerox dijo...

JAjajajajaj estuvo buenisimo jajajajajajajaja si me rei bastante!

Na dijo...

jijiji

Oye, eres el Gober Precioso?

Serg dijo...

Fuiste la carcajada del dia, muchisimas gracias. Excelente ritmo narrativo :D

Anónimo dijo...

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