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Estos son los ejercicios en Recolectivo
Ejercicio 38: Refranero Popular
Ejercicio 33: Inocentes esperanzas
Ejercicio 31: Sueños de pueblo
Ejercicio 30: Héroes sin calle
Ejercicio 26: Egolatria Desinteresada
Ejercicio 25: Señales del Apocalipsis
Ejercicio 23: Miedo a los niños
Ejercicio 18: Otra forma de morir
Ejercicio 17: 27 de enero, 2059
Ejercicio 13: Recuento de daños
Ejercicio 12: Un toque de mota
Ejercicio 9: Rebelde sin causa
Ejercicio 7: Obsesiones infantiles
Ejercicio 6: Si tuviera una maquina del tiempo...
Ejercicio 4: Asústame panteón.
domingo, 15 de noviembre de 2009
Se le olvidó vivir
Mi abuelo paterno murió el 4 de abril de 2007, justo después de rasurarse, frente a un espejo despostillado. Tenía 97 años de edad, los pocos documentos que tenía así lo indicaban.
Mi abuelo quedó huérfano durante la Revolución, unos jesuitas lo recogieron y le pusieron el nombre más católico que encontraron, Jesús de la Cruz, pero, si en el nombre los religiosos no se esforzaron tanto, su fecha de nacimiento fue un verdadero guiño a la simpleza, 1 de enero de 1910.
Cada año, desde que mis padres se divorciaron, mis hermanos y yo nos echábamos un volado para decidir en que casa nos pasaríamos la Navidad y el Año Nuevo, no sé porque razón la Nochebuena siempre era en cancha de los Brito y el aburridísimo Año Nuevo con mi abuelo “Chucho”.
Mientras todos en sus casas hacían la cuenta regresiva, tragaban uvas y se ponían calzones rojos, nosotros cantábamos la Mañanitas y le repetíamos con calma a mi abuelo nuestros nombres.
-No abuelo, no soy tu hijo, soy tu nieto y me llamo Alejandro.
-No abuelo, ya no tienes que ir a trabajar, en primera porque es Año Nuevo, tu cumpleaños y porque te jubilaste hace más de 30 años.
Mi abuelo no entendía su condición, y francamente nosotros tampoco, el tema se evitaba, quizá pensábamos que si no se mencionaba, pronto, hasta la misma enfermedad olvidaría seguir apoderándose de mi abuelo.
Vivir con él era lo más parecido a sentirte atrapado dentro de un video VHS que se rebobina una y otra vez, cada vez más deteriorado, cada vez más borroso. Justo cuando se levantaba de la mesa volvía a sentarse argumentando que tenía un hambre feroz ya que desde el desayuno no había probado bocado.
Cierta ocasión mi abuelo tomó las llaves, su gabardina y un paraguas, salió a la calle y se perdió. Mi padre y sus hermanos en la desesperación total se echaban unos a otros la culpa por el descuido. Unos vecinos encontraron a don Chucho en la colonia de enfrente, totalmente ensopado por la lluvia y el rostro aterrado.
No recordaba quien era. Ni su nombre, ni dirección, ni a ninguno de sus hijos que insistían en llevar adentro de la casa para que se secara, lo que sí recordaba era que tenía que recoger a mi abuela a su trabajo, una fábrica de medias que se había ido a pique en 1962. Por aquel entonces mi abuela también estaba en la decadencia, no pasó mucho tiempo para que muriera de cirrosis, sí era alcohólica y muy probablemente una mujer atormentada.
Pero volvamos a mi abuelo, ese día, después de que un médico lo revisara ya no se pudo esconder lo que era evidente. Tenía Alzheimer y el matasanos nos preparó para lo siguiente: “poco a poco se olvidara de todo, incluso de vivir”.
Mi familia en un intento por evitar la muerte de mi abuelo nos esforzamos en mantener vigentes sus recuerdos, comenzamos por grabar todo, lo convertimos en un testigo omnisciente de lo que ocurría a su alrededor. Tapizamos su casa con post-it y cartelones con instructivos de uso hasta para las tareas más simples, hicimos que todos usaran un ridículo gafete con nombres y parentesco. En fin, decidíamos que debía recordar y que no.
En la nueva vida que le inventamos a mi abuelo no hubo infidelidades, ni despidos, ni terremotos del 85, una vida de la cual sentirse tan orgulloso que fuera muy fácil aferrarse a ella.
Pero todo por servir se acaba, y mi abuelo cansado de vivir una vida que no era suya se dirigió hacia mi hermano y a mí, nos persignó, dijo que iría a recoger a mi abuela, se metió al baño y se rasuró.
Lo que sucedió después, todo mundo lo sabe.
Mi abuelo paterno murió el 4 de abril de 2007, justo después de rasurarse, frente a un espejo despostillado, con un agujero en la sien por donde se le escaparon los últimos recuerdos de una vida que ya no sabía si había llegado a vivir.
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Huevo Luis, nada más. Blogger venido a menos. De niño creía que Chinampa era una ciudad, pero ahora ya no está seguro. Lo acusan de ser un montón de cosas, casi todas ciertas. Él es Luis, nada más.
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NEB. Publicista frustrado prófugo de los yermos publicitarios y desertor de la semiótica. Amante de lo kitsch y buena onda. De repugnante y nauseabundo sentido del humor.
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Kabeza. Monero nacido en el desierto y exiliado en el asfalto. Fuma para esconder el bigote y dibuja porque no le queda de otra. Extraña las tortillas de harina, por eso adopto a la Tía Rosa.
Plaqueta. Como no daba una socializando ni bailando salsa, tuvo que abrir un blog. Se dice que cuando muera encontraremos sobres de Splenda regados entre sus pertenencias. Ama tanto a los hombres que le gustaría ser uno, aunque la idea de ligar con mujeres la asquea (pinches viejas). Abusa de los paréntesis (por ejemplo).
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Changos. Fiel practicante de la ley del mínimo esfuerzo. Inconforme estudiante de ingeniería. Inconforme hijo de familia. Naco, inculto y borrachín. Torpe y descoordinado. Tipo de pocas palabras y aspiraciones. Indispuesto al desarrollo si este implica abandonar la comodidad de la sombrita.
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LaMaga. Monógama rehabilitada. Sobrevivió al ataque de sus propios tacones teiboleros (ya no hay lealtad en este mundo). Fanática de los cuentos (los reales, los ficticios, los propios, los ajenos y sobre todo los que le han regalado a título personal). Le gustan las películas repetidas y los planes malévolos. Las fuerzas superiores la odian.
Perdidos en acción.
Falso Profeta. Lanchero Escritor enmascarado de alta nobleza. Blogstar de naturaleza sobrevalorada. Proveniente de modesta cuna pero con afanes de opulencia. Porque su sangre, aunque plebeya, también tiñe de rojo.
11 comentarios:
Veo que todos andan de vacaciones, pero ahora sí que te luciste.
Muy bien por tu escrito.
Eres sexy
Melquiades
Mamacita
¡Mergas con el final! O_O
Excelente texto.
Mi abuelo tuvo demencia señil y algo me dice que si no terminó como el texto, fue porque no se acordaba cómo hacerlos.
Muy bueno, felicidades :)
historias en las que no hay mal final
Tu historia es excelente. Me recuerdas a los cuentos cortos de Marquez o Benedetti.
De verdad un placer leerte.
Tu texto es envolvente y bellísimamente desgarrador.
Saludos.
damn, un relato bastante sad..... con esa vida ni la pregunta de "porke?" aplica... tk care, baee
excelente escrito! me encantó
Hola:D
Mi abuelo tiene 92 años y tiene demencia senil, si no es que Alzheimer.. y esa frase ultima me conmovio tanto:( pero si ellos no recuerdan lo maravillosos que fueron hay que recordarselos siempre... y que su ultimo recuerdo que escape sea ese!!
Saludos
Que buen post, gracias...
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