sábado, 6 de febrero de 2010

Bola 6 y bola 9



Mi padrino René tenía una mesa de billar color rojo. Nunca en mi vida había visto una de ese color. El día que la compró no cupo en ninguna habitación de su casa, por lo que tuvo que ponerla en la cochera. Los vecinos envidiosos se burlaban. Decían que tener una mesa de billar en la cochera era tan naco como tener un perro en la azotea o calzones secándose colgados en las llaves de la regadera.

Sus amigos y familiares lo visitábamos todos los sábados. Ese día, mi padrino tenía que estacionar su troca en la calle para que cupiera tanta gente.
Jugaban bola ocho, carambola y otro juego en el que metían primero las impares y al final las pares. Cuando no había muchos invitados, mi padrino me enseñaba a pegarle con el taco a las bolas y a pintarles el dedo medio a los vecinos que andaban de mirones por las ventanas.

Yo no entendía por qué la bola seis tenía una rayita abajo y la bola nueve una arriba. "Es para no confundir los números, mijo", me aclaró el día que se lo pregunté. Pero seguía sin entender: ¿por qué habrían de confundir los números, si la seis es verde y la nueve blanca con una franja amarilla? Pero bueno.

Fue entonces que empecé a ponerle rayitas a los seises y a los nueves de mis tareas de matemáticas. A la salida, después de un examen, la maestra Dina me preguntó la razón de mis rayitas. Le expliqué que mi padrino René me había estado enseñando a jugar billar y que las bolas seis y nueve las tenían. Mi maestra sonrió y dijo que en las matemáticas no eran necesarias esas rayas.

Otro día, mamá no pudo ir a recogerme a la primaria y mi padrino René se ofreció a ir por mí. La maestra Dina se esperó conmigo hasta que llegara.

Cuando llegó, saludó de mano a mi maestra, apenado y disculpándose por la tardanza. Noté cómo se le quedaba viendo a los labios. De seguro le recordaban su mesa de billar, pues eran igual de rojos.
La maestra Dina le confesó que, de tan entusiasmado que estaba con mis "clases de billar", ya hasta le ponía rayitas a los seises y nueves de mis cuadernos. Mi padrino René se rió mucho.

Nos despedimos y subimos a la camioneta. "Tu maestra se llama igual que mi troca", me dijo. "Y tiene los labios del mismo color que tu mesa de billar", le dije.
Creo que a mi padrino y a mí nos gusta mucho la maestra Dina.
Blogalaxia