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Estos son los ejercicios en Recolectivo
Ejercicio 38: Refranero Popular
Ejercicio 33: Inocentes esperanzas
Ejercicio 31: Sueños de pueblo
Ejercicio 30: Héroes sin calle
Ejercicio 26: Egolatria Desinteresada
Ejercicio 25: Señales del Apocalipsis
Ejercicio 23: Miedo a los niños
Ejercicio 18: Otra forma de morir
Ejercicio 17: 27 de enero, 2059
Ejercicio 13: Recuento de daños
Ejercicio 12: Un toque de mota
Ejercicio 9: Rebelde sin causa
Ejercicio 7: Obsesiones infantiles
Ejercicio 6: Si tuviera una maquina del tiempo...
Ejercicio 4: Asústame panteón.
domingo, 14 de febrero de 2010
La mujer que se despedía de nadie en los autobuses.

La ruta que conozco de memoria, es la de Chilangoland - Puebla. También conozco sus variantes: la más común es la de central Tapo, las otras salen de la central norte y del sur. Alguna vez pensé en investigar las otras terminales, aquellas que están en Neza o Cárcel, sólo para cambiar un poco la rutina. Sin embargo, se quedó como un proyecto personal y después de seis o siete años de viajes (casi todos los fines de semana), no lo concreté. Viajé en los tres tipos de autobuses: guajolotero, "primera" y ejecutivo. Conocí las mañas de los taxistas de las centrales, y como evitar que te cobraran lo que quisieran. Platiqué muy pocas veces con algunos compañeros de viaje, a otros los ignoré con el ipod, y en contadas ocasiones, el asiento a mi lado quedaba vacío, así que alzaba las piernas y trataba de dormir.
La primera experiencia, me hizo pensar que era una de esas personas que jamás duermen en los autobuses... eventualmente descubrí que es posible. Sólo se necesita práctica.
Esos viajes, me trajeron a otros autobuses: una vez al año, procuraba viajar a Guadalajara para ver a los amigos que todavía me esperan allá. Traté de hacer esta una sana costumbre. Varios años estuve metido en autobuses de Taxco (ida y vuelta) para comprar plata. Hay varios autobuses más que me llevaron a Villahermosa (y uno de ellos, ahí, me llevó a Ciudad del Carmen). Viajé, también, a otros ayuntamientos pequeños... una vez para ver a una vieja amiga, otra vez, sólo porque deseaba perderme un poco... ya que después de tantas estaciones y autobuses, se te quita ese pequeño miedo de salir de casa, y tan sólo quieres ver otras cosas, que te prepara la rutina de otro lado.
Si hubiera llevado un registro de todas las horas que pasé en una terminal... tal vez me llevaría una sorpresa, y terminaría por preguntarme qué aprendí de ese lugar especial: El lugar donde esperas la transición de un lugar a otro, que bien, hasta podría ser un espacio místico donde dejas parte de ti para aceptar otras cosas.
Cada vez que pienso en la terminal, pienso en una mujer en especial. Recientemente la vi en uno de los pocos viajes que he hecho, y que probablemente, ya no vuelva a hacer. La mujer que corta los boletos de la mañana y desea a los pasajeros un buen viaje. Sonríe cuando puede. Otras veces sólo permanece seria. Las primeras veces, me pareció que tenía un brillo en la mirada y que sonreía más de lo habitual. Aquella vez, la noté más apagada de lo usual y eso me transportó a mis últimos años de viaje (Chilangoland, Puebla) e hice memoria. Sí, los últimos viajes la noté gastada, simplemente no había pensado en ella. La observé durante varios minutos, con sus manos inquietas y sus ojos decolorados.
Luego se me ocurrió: Tal vez pensaba que si subiera a uno de esos camiones... su vida podría cambiar. Tal vez pensaba en robarse uno de los boletos, e irse a cualquier otro lugar. ¿No sueña con eso, todo aquel que visita las estaciones (y los aeropuertos)? Son dos cosas: irse a otro lugar, no regresar y ver que pasa (la aventura de mi vida papá); la otra es mirar a los que esperan e inventar historias para matar el tedio. Perdí eso con tantos viajes y cuando la vi, me sorprendí maquinando los posibles caminos que la llevaron a ese cambio drástico. ¿Y si sólo fuera la edad? La edad, en el mismo lugar, la misma gente, la misma sonrisa, los mismos boletos, el mismo corte, los mismos horarios.
Sí. De repente no sabes cuánto dejas abandonado en las estaciones... pero todo lo que te llevas, bien vale la pena.
Etiquetas:
arbol,
estaciones y aeropuertos
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Perdidos en acción.
Falso Profeta. Lanchero Escritor enmascarado de alta nobleza. Blogstar de naturaleza sobrevalorada. Proveniente de modesta cuna pero con afanes de opulencia. Porque su sangre, aunque plebeya, también tiñe de rojo.

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3 comentarios:
A mi me marea viajar en autobus o carro. Incluso las distancias cortas. Es realmente patético y tengo que ir dormida todo el viaje para no sentirme extramadamente mal. Yo soy una de esas personas que deben de dormir en los viajes.
YoSabina
Me encanta!
que me he pasado mucho tiempo viajando en Bus... desde Baja California hasta San Luis Potosi psss che viajesote... y mi novio de SLP a BC a verme... snif que bonitos los autobuses jejeje
Chale, me siento mal de nunca haberme puesto a pensar en las pobres vendedoras de boletos.
Aunque siempre me han dado cosita las de primera plus que venden los boletos a gritos, peleándose los pasajeros de la misma línea. De esos trabajos pinches que alguien tiene que hacer, snif.
Excelente texto. SALUDOS!
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