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Estos son los ejercicios en Recolectivo
Ejercicio 38: Refranero Popular
Ejercicio 33: Inocentes esperanzas
Ejercicio 31: Sueños de pueblo
Ejercicio 30: Héroes sin calle
Ejercicio 26: Egolatria Desinteresada
Ejercicio 25: Señales del Apocalipsis
Ejercicio 23: Miedo a los niños
Ejercicio 18: Otra forma de morir
Ejercicio 17: 27 de enero, 2059
Ejercicio 13: Recuento de daños
Ejercicio 12: Un toque de mota
Ejercicio 9: Rebelde sin causa
Ejercicio 7: Obsesiones infantiles
Ejercicio 6: Si tuviera una maquina del tiempo...
Ejercicio 4: Asústame panteón.
viernes, 12 de febrero de 2010
Pánico en el cielo de Londres (26 de noviembre de 2004)
London Calling. Nunca la rolita de The Clash me había resultado tan tétrica. Nuestro vuelo de American Airlines había despegado dos horas y media antes del Charles de Gaulle. Ya nos habían servido el desabrido almuerzo de la siempre tacaña aerolínea gringa y nos preparábamos para echar una pestañeada sobre el Atlántico esperando despertar en Nueva York, cuando se escuchó la voz del piloto: Palabras más, palabras menos, con toda la monotonía y la frialdad de la que es capaz un capitán de aeronave estadounidense, dijo que por causas de fuerza mayor debíamos aterrizar en Londres. Un problema mecánico, nos dijo. La traducción al francés fue un poco más específica y alcancé a comprender (gracias a alguna rebelión del subconsciente pese a mis siete años de pintas y distracciones en el Liceo Anglo Francés de Monterrey) que estábamos derramando combustible. Cuando Carolina le preguntó amablemente a un sobrecargo qué carajos pasaría con nuestra conexión a San Diego, éste respondió amable y mariconamente (todos los aeromozos son irremediablemente homosexuales) que primero nos preocupáramos por aterrizar sanos y salvos y luego pensáramos en nuestra mentada conexión. Las cosas están graves. De cualquier manera, el retorno a nuestro forzoso aterrizaje se demoró por más de una angustiante hora. Cuando el dolor de oído me notificó el inicio del descenso pude distinguir las preciosas canchas de entrenamiento de clubes de tercera división que se encuentran en las cercanías de Heathrow y la siempre engañosa visión aérea de las afueras londinesas.
Para hacer el cuadro más angustiante, la aeronave revoloteó sobre Londres alrededor de media hora sin recibir autorización para aterrizar. En un momento todo hacía indicar que aterrizaríamos y cuando ya sentíamos tocar tierra, la aeronave volvió a tomar altura.
Irremediablemente recordé la célebre escena inicial de Versos satánicos de Mister Salman Rushdie, cuando los señores Farishta y Chamcha caen por los cielos de Inglaterra luego del estallido de su avión. Para entonces ya no tarareaba London Calling de The Clash, sino Lucifer over London de Rotting Christ. Pensé en la inquebrantable voluntad de la Santísima Muerte.
Algunos de los pasajeros ya habían sido traicionados por los nervios. El piloto advirtió que si veíamos humo y fuego no nos sorprendiéramos, pues la fricción del aterrizaje podría provocarlo con el combustible derramado. Carolina y yo nos tomamos las manos, cerramos los ojos y el avión tocó tierra. Una buena cantidad de bomberos nos aguardaban. Sólo un poco de humo y un hedor a quemado. La Santísima canceló su invitación al baile.
Seis horas en Heathrow cortesía de AA.
Por tercera vez en mi vida llegaba al aeropuerto de Londres. La Santísima canceló su invitación, cierto, pero los aduanales ingleses no tuvieron a bien cancelar su inspección secundaria. No estaba en nuestros planes llegar a Londres, pero aún así, visitantes involuntarios con ánimo de sobrevivientes, fuimos obligados a pasar por Aduana.
Zapato quitado, detector de simpatías terroristas y sentimientos anti blairianos y luego al caos de American Airlines, a buscar ser colocados en un nuevo vuelo. Nuestra conexión de Nueva York a San Diego se había perdido, sobra decirlo. Seis horas después, fuimos acomodados en un vuelo que salía de Londres a Nueva York por la noche. Llegaríamos al JFK de la Gran Manzana en pleno atardecer y la aerolínea, faltaba más, nos acomodaría en un hotel neoyorquino que resultó ser el Ramada de Queens.
Así las cosas, no quedaba más que esperar sentados en algún rincón de ese Babel llamado Heathrow. ¿Quieren darse una probadita de eso que llaman mundo global, posmodernidad multicultural u otro término teorréico por el estilo? Pues bien, les recomiendo que se sienten una tarde en a contemplar la fauna de London Heathrow.
Rodeados de los mostradores de aerolíneas tan improbables como Qatar Airlines o Fly Emirates, entre turbantes, sayales pakis (¿se llaman kafthán?), barbas de rabinos y las incontables hordas chino-japonesas (esas no son exclusivas de Heathrow; están regadas por todo el planeta antes de ir a parar a Mexicali) aguardamos la hora de nuestra partida. Reparamos entonces en que ni uno solo, pero literalmente ni uno solo de los empleados que se cruzaron en nuestro camino en Londres era un inglés anglosajón. Desde los aduanales, hasta los encargados del mostrador de la aerolínea y los empleados de las tiendas y bares eran de la India o Pakistán o Bangla Desh o Sri Lanka o vaya usted a saber de dónde carajos. Cuando uno se dirige a ellos contestan con unas palabras que luego de algunos minutos te das cuenta que pertenecen, al menos en teoría, a la lengua de Shakespeare. Una vez que te han atendido, los empleados continúan hablando entre ellos en su lengua incomprensible para nosotros, pobres occidentales. Ningún caballero del Rey Arturo, ningún sobrino de la Reina Victoria, por su ausencia brillaron los flemáticos discípulos de Dickens y De Quincey. Hoy en día Londres está abarrotada por la generación Salman Rushdie.
Desde mi primera visita a la Pérfida Albión ocho años atrás, me di cuenta que en Londres hay más pakis que en Pakistán y más indios que en Bombay. Hoy en día David Beckham no es más que el símbolo de la Inglaterra que fue, de las blancas minorías que no salen a las calles y que jamás trabajan en los aeropuertos.
Por cierto que en Heathrow no me fue posible encontrar un espacio público de internet, pero sí cualquier cantidad de tiendas de marcas prestigiadas, pues a uno cuando viaja se le suele ofrecer comprar una corbata de Hermes o un saco de Harrods. Ya en serio, si quieren que sea honesto, nunca he entendido quién carajos va tomarse el tiempo de comprar ropa de diseñador en un aeropuerto. Nos hubiera gustado tener el tiempo de irnos a tomar una New Castle Brown Ale en el Soho, sin embargo cinco horas son una eternidad cuando aguardas la salida de un vuelo, pero apenas un suspiro si se trata de ir a rolar y emborracharse con cerveza tibia. Vista la situación, Carol y yo aguardamos pacientes y amodorrados el que ahora sí sería nuestro definitivo retorno a América, que no a California, pues aún debimos pasar una noche neoyorquina (todos los pinches caminos acaban por llevarme a Nueva York la ciudad de mis fantasmas y mis cortes de pelo compulsivos) antes de llegar a la costa del Pacífico y retornar a la ciudad donde Empieza la Patria.
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Daniel,
estaciones y aeropuertos
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Nuestros bloggers no los selecciona el azar, ni un dedo en el cielo, ni un niño de la lotería nacional; nosotros los seleccionamos de acuerdo a su peculiaridad y estilo de escribir. Recolectivo no es un blog abierto a cualquiera pero tendremos invitados.
A continuación nuestra lista de colaboradores:
Srta. Pelo Irritante adolescente con complejo de Peter Pan. De calvita sexy y gracioso caminar. Aspirante a mimo. Ha usado el mismo par de zapatos en los últimos 7 años y sólo se baña los domingos .Dicen que es rara: lo es.
Freddymatico Zimmerman. Blogger de orejas perfectas y patillas de taquero. Sarcástico engreído de comentarios corrosivos. Egocentrico jactancioso con pretenciones de macho-alfa, de piel sensible y todo poderoso. En constante contacto con su lado femenino.
Huevo Luis, nada más. Blogger venido a menos. De niño creía que Chinampa era una ciudad, pero ahora ya no está seguro. Lo acusan de ser un montón de cosas, casi todas ciertas. Él es Luis, nada más.
Salaverga. Sonorense jocoso con ínfulas de mafioso siciliano. La versatilidad y el garbo de un exiliado voluntario, que a vivencias propias, sabe que puede ser más frío el desierto de un país decadente y avaricioso, que el mismo Rio Bravo en los raudales de agosto.
Mulder. Mediocre heroe del canal 5. Desempleado de final de temporada. Escritor de lo anormal y cazador de lo paranormal. Valiente captor del Chupacabras. Fiel amante de Scully y perseguidor de extraterrestres furtivos.
NEB. Publicista frustrado prófugo de los yermos publicitarios y desertor de la semiótica. Amante de lo kitsch y buena onda. De repugnante y nauseabundo sentido del humor.
Yo soy Ella. Costeñita en el exilio. Alcohólica en proceso con la habilidad para permanecer dormida largas horas ininterrumpidas. Con tendencia a caer y accidentarse. Los internets la odian y ella odia el aguacate.
Caballero. Televiso y comunicólogo. Locutor y productor de obviedades inherentes. El maestro limpio de los blogs,
autentico portavoz del proletariado con tildes de barrio bajo. Burgués desidioso con aspiraciones de Zabludovsky.
Kabeza. Monero nacido en el desierto y exiliado en el asfalto. Fuma para esconder el bigote y dibuja porque no le queda de otra. Extraña las tortillas de harina, por eso adopto a la Tía Rosa.
Plaqueta. Como no daba una socializando ni bailando salsa, tuvo que abrir un blog. Se dice que cuando muera encontraremos sobres de Splenda regados entre sus pertenencias. Ama tanto a los hombres que le gustaría ser uno, aunque la idea de ligar con mujeres la asquea (pinches viejas). Abusa de los paréntesis (por ejemplo).
Guffo. Su mayor temor es ver a Cepillín sin maquillaje y una vez llego hasta el nivel del pretzel en Ms. Pac-Man. Ha tenido una vida provechosa y llena de triunfos, como podrán darse cuenta.
Changos. Fiel practicante de la ley del mínimo esfuerzo. Inconforme estudiante de ingeniería. Inconforme hijo de familia. Naco, inculto y borrachín. Torpe y descoordinado. Tipo de pocas palabras y aspiraciones. Indispuesto al desarrollo si este implica abandonar la comodidad de la sombrita.
Rox. Computita manipuladora. Se le vio por última vez con una caja de cartón de leche Lala en el aeropuerto acosando extranjeros. Señas particulares: Pecas en las nalgas y tendencia a morder. Padece de sus facultades mentales.
Canibal. Chamaco de rancho. Flaco, prieto, panzón y alcohólico. Cuasimisógino. Amante de la crítica a lo wey y del mundo porno. A veces llora en las mañanas, cuando recuerda la muerte violenta de su perro Jicotillo... pero ya lo está superando.
LaMaga. Monógama rehabilitada. Sobrevivió al ataque de sus propios tacones teiboleros (ya no hay lealtad en este mundo). Fanática de los cuentos (los reales, los ficticios, los propios, los ajenos y sobre todo los que le han regalado a título personal). Le gustan las películas repetidas y los planes malévolos. Las fuerzas superiores la odian.
Perdidos en acción.
Falso Profeta. Lanchero Escritor enmascarado de alta nobleza. Blogstar de naturaleza sobrevalorada. Proveniente de modesta cuna pero con afanes de opulencia. Porque su sangre, aunque plebeya, también tiñe de rojo.
9 comentarios:
Heatrow es un mounstruo. Asusta, abruma, divierte y asombra más que cualquier aeropuerto que conozco. Nuestro inglés gringo no sirve ni para ordenar comida.
Mi experiencia varada sólo fue de 4 horas y por esas cosas europeas: había huelga de cocineros de British y no sabían como resolver el asunto sin meterse en pedos con el sindicato y al mismo tiempo lograr sus pasajeros no muriéramos de inanición durante las 11 horas de vuelo a América.
Nos dieron vales que gasté en una Guinness y un sándwich tipo lonchibon pal camino. Me dio hambre, pero la guiness gratis nadie me la quita :)
Saludos! muy buen post.
A poco ladras inglés Rox, si eres bien naca
la inquebrantable voluntad de la Santísima Muerte...
respirar el aire de londres y de nueva york en menos de 48 horas, que bendición.
Saludos desde Mexicali
hermes? harrods? debo decir que mi anhelada experiencia de pisar el otro saite del charco se ve un tanto opacada por mi incultura respecto a marcas prestigiadas... neta... yo sueño con desayunarme en las costas de grecia sin preocuparme por cuestiones idiomaticas y mucho menos de indumentaria... pero bueno, a reserva de sonar naco, intente seguir el texto... aunque me perdi por momentos :( .....
Excelente post, Daniel! Tanto tu como Rox en su comentario tienen la boca llena de razón. No solamente Heathrow, Londres se ha convertido en un mundo surreal, en el que los ingleses juegan una parte menor, pero que te dejará experiencias que recordarás para siempre.
Aprovecho para mencionar que ya compré "Diarios del Fin del Mundo" y que tu historia, además de su alta calidad, fue muy disfrutable de leer. Solamente por historias como la tuya, la de "El Niño, la Niña y el Pez", "Pintor", "Prisionero", y la de los militares y la del chavo que va por leche, vale la pena haber comprado ese libro. Felicidades.
Acerca de mi post anterior: No quise decir que las historias que mencioné fueron las únicas que resultaron de mi agrado. Lo que quise expresar es que cada una de esas historias, por sí sola, elevan la sensación de agrado que me dejó leer la selección de cuentos, a tal punto que la compra y la lectura de ese libro valió la pena.
Anónimo dijo...
la inquebrantable voluntad de la Santísima Muerte...
Bah me cagan los pendejos que andan creyendo en mamadas de las santisima muerte y su puta madre.
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