lunes, 19 de abril de 2010

Para hacer una tarta de manzana primero tienes que crear un universo





Corrían los ochentas y un señor vestido con cuello de tortuga y traje café hablaba en la televisión sobre los planetas y las estrellas; de la gente que ha habitado este mundo que se llama Tierra, las características de ésta y de cómo habían contribuido al conocimiento universal del que ahora él hablaba emocionado. Desde su sillón, ese hombre recorría el universo utilizando animaciones que a ojos de este siglo, parecen maquetas colgadas de hilitos. Su nombre era Carl Sagan y la serie se llamaba Cosmos.

Tiempo después, las computadoras y los hombres comenzaron a llamar mi atención, por lo que dejé de alimentar mi vena científica.

En el 2003 volví a encontrar a Sagan, pero ahora el formato era de papel y con títulos como El mundo y sus demonios y El cerebro de Broca. Pero fue hasta el 2005 cuando devoré Cosmos en pocos días, ya que el librote llegó a mis manos en préstamo de una biblioteca. Al terminarlo, tenía un nudo en la garganta y lágrimas en los ojos. También me dieron ganas de robármelo, pero al final lo regresé.

Cuando la instrucción escolar nos vomita nombres por separado y en diferentes “materias” como Filosofía, Matemáticas, Astronomía, Biología, Historia, etcétera, en Cosmos, Carl Sagan hace un todo y relaciona a Pitágoras con Platón con Hipatía, Kepler, Newton, Da Vinci, Colón, Darwin, Huygens, Einstein. Su lectura me acercó a ellos como hombres (no sólo como teorías), a sus errores, problemas y a las fallas históricas que hemos tenido como raza. El conocerlos por separado me había quitado el placer de entender la relación entre sus teorías y propuestas; tampoco me di cuenta del común denominador que existe entre ellos e incluso, conmigo.

Sagan me llevó de la mano por la historia del hombre como un ser pensante e inteligente. Entendí que el conocimiento, antes que otra cosa, significa libertad. Libertad de elegir a través de la razón, libertad para no subyugarte ante las ideas de otros, libertad para atreverte a soñar en más.

Si me preguntan la distancia al Sol, la gravedad de Júpiter o la elasticidad del tiempo por la aceleración de las partículas a velocidad de la luz, tal vez no les pueda contestar o les diga una tontería. Pero ahora entiendo que la ciencia es mucho más que números, datos, fechas y nombres. La ciencia es lo que nos da esencia como humanos, sus logros y adelantos unen, mientras que las guerras destruyen. La ciencia ilumina, mientras que la charlatanería oculta y miente.

Sabía que sólo era cuestión de tiempo, ahorro y decisión para adquirirlo. Así que desde la semana pasada, Cosmos está en mi librero y es parte de mi evangelio.

6 comentarios:

Alejandra dijo...

Me encantó el texto...

De acuerdísimo: ''La ciencia es lo que nos da esencia como humanos, sus logros y adelantos unen, mientras que las guerras destruyen. La ciencia ilumina, mientras que la charlatanería oculta y miente.''

Saludos!

●•• √эиuⓩ ••● dijo...

Pues a mi me encanta.. Cosmo...politan... jajajaja!!

Naaa, tienes toda la razón, el conocimiento te dá libertad. Y por cierto cómo dices tu... Así deberían enseñar historia, cómo un todo y no por materias, por que así no se le entiende ni J!

:P

Saluditos, por aquí andaré!:D

Kuruni dijo...

Chidísimo.

Chilangelina dijo...

Era más barato comprar Cosmo, mana.






(Nocierto; no me patees, Huevo).

La Rosy dijo...

Chilas: De repente me da por sentirme rica (después no como en 2 días, pero pos ya que)

Zape: ¿Has visto una cochinada que se llama "como ser mas culto en un año"? es un best seller al que Cosmos se madrea por knock out

Gracias Kuruni, Venuz y Alejandra

Neverlan dijo...

La ciencia ilumina, mientras que la charlatanería oculta y miente.
(Rox)

Me gusta la frase....

saludos

Blogalaxia