miércoles, 9 de junio de 2010

Capricho



Cuando leí el tema de la semana lo primero que me vino a la mente fue aquella FIL de hace unos 3 años en la que me encontraba caminando por todos los pasillos buscando con esmero la editorial Cal y Arena para comprar "Ella y otras mujeres" cuando sin querer me topé con la conferencia del mismísimo autor, el merito Rubem Fonseca, amor de mis amores, el escritor de tantos de mis libros favoritos ahí frente a mis narices. Terminé siendo abrazada por sus arrugadas y pecosas manos, cagada como fan quinceañera y orgasmeada como puta de sus libros.

Pero pronto recordé muchas otras situaciones... muchas, una por una y en específico el momento en el que comprendí lo que Serendipia era.

Hacía un chingo de calor y un aire agradable, nuestros primeros buenos soles después del largo invierno. Nos vestimos ligeros y coincidimos en que era el momento perfecto para un picnic bajo un arbolote a la orilla del río, guardamos unos sandwiches en un par de mochilas, unos tapetes y hasta un par de barajas para jugar un rato mientras disfrutábamos la luz ambarina intensa del día, nos montamos en nuestros mustangs de dos ruedas y pedaleamos hasta el lago. Nos instalamos bajo el mejor árbol, la sombra nos caía pocamadre después de la pedaleada bajo el sol, metí los pies al lago para refrescarme y de un momento para otro, sin aviso alguno el cielo se nubló. Fue como un switch; encendido-apagado. Voltée la cabeza violentamente hacia donde él se encontraba, ambos teníamos la misma cara de incredulidad y un dejo de coraje y frustración.

"¡Vámonos!"
"No, no, espérate, no importa, a lo mejor ahorita se quita" contesté yo aferrándome a la imagen de día que ya había hecho en mi cabeza.
"No, no, córrele, no me quiero mojar"
"¡No pasa nada!"

Sentimos las primeras gotitas, se subió con todo a su mustang de cuatro ruedas y yo hice lo mismo, en tres segundos lo que caía del cielo ya no eran gotitas, eran chorros de agua que hasta disminuían la visibilidad.
Mientras pedaleaba a gran velocidad de regreso, sentía como toda me iba invadiendo el agua, como las gotas explotaban en mi cara y el sonido que hacían al explotar en el suelo.
Cuando llegamos, él corriendo entró al edificio, yo ya había disminuído la velocidad, me bajé con calma, estacioné la bici, me quité los zapatos y los acomodé bajo el buzón. Ya no podía estar más empapada pero tampoco más sonriente.

Caminé despacio hasta el centro del jardín central que separa los edificios y me acosté en el pasto. Ví el cielo gris tan lejano y supe que la lluvia era en ese momento la conexión directa entre él y yo, cerré los ojos un rato para dejar que el agua me siguiera inundando y limpiando, que el viento frío erizara mi piel y que el pasto me acariciara toda. Abrí los ojos de nuevo, era feliz y me daba cuenta. Escuché a lo lejos una risa y una frase semi ladrada que no supe distinguir, voltée hacia atrás; había un hombre resguardado bajo un techito que me veía divertido, lo miré y reímos juntos.

Era feliz y me daba cuenta.

Así como me di cuenta, que los mejores momentos de mi vida, habían sido caprichos inesquivables de la vida que llegaron cuando yo nunca los planée.

7 comentarios:

arboltsef dijo...

Que bonito compendio de imágenes.

Y sí, son especiales cuando están sujetas a la casualidad.

Kuruni dijo...

Me encantó de principio a fin. Que hermosa imagen.

Chilangelina dijo...

"Era feliz y me daba cuenta". Esa es la verdadera felicidad.

Anónimo dijo...

Era feliz y no lo arruiné al darme cuenta. No fue como en los sueños chidos que terminan cuando eres consciente de que estás soñando.


CNB

Xldrin dijo...

Me encanta cuando alguien redacta algo y mi cerebro comienza a agolpar imagenes, hasta parece "television por cable pero en mi cabeza y gratis", por eso me gusta como escribes...

Anónimo dijo...

mmm que rico.

es increible como proyectas las imagenes, y pues de paso uno no puede evitar correr como loco bajo la lluvia cuando niño.... o no hay que ir a la chamba.

Anónimo dijo...

Que ricas tetas

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