sábado, 19 de junio de 2010





Si algo aprende uno en la vida, es a no llevar la contra. Se puede ir en contra, pero con cierta discreción.

Cada que pensamos en ir en contra de algo, recordamos los bofetadones que nos daban nuestras jefecitas o güelitas por rebatirlas. De esa misma forma, la sociedad cachetea a los “contreras”, pues ir en contra es blasfemar.

Las creencias religiosas, los equipos de fútbol, la ciencia, la política y el sistema capitalista son temas sagrados. Si no vas a decir lo que la mayoría quiere escuchar, mejor ni te metas.

Una vez, en una reunión, se me ocurrió defender algunos puntos del socialismo. Me dijeron: “¡Pues lárgate a Cuba, adolescente treintón!”. Otra vez se me ocurrió decir que el hombre nunca había pisado la luna, y casi me linchan.

Entre en broma y en serio, con el tema de la luna, basé mi pensamiento en un documental falso que sostiene una teoría conspirativa. Nadie entendió mi punto de vista, y de ingenuo y pendejo no me bajaron.

La idea que quería transmitir con el documental falso era muy simple: alguien que se esmera tanto en comprobar o desmentir un suceso, me parece sospechoso, me parece que algo esconde y no es digno de toda mi confianza. Más aún si quienes protagonizan dicha película son Donald Rumsfeld y Henry Kissinger, dos cabrones que no creo que tengan el mínimo sentido del humor o mayor intención que haberse “divertido” filmándola. Pero al tratar de explicar esto, caigo en lo que estoy criticando, pues pareciera que me muero por justificar lo que dije.

Lo mismo pasa con nuestro presidente, que tiene que salir en cadena nacional a cada rato para acreditar la guerra contra el crimen y así validar un gobierno dudoso en su legitimidad.

Aclaro que no tengo pruebas de que ese señor no haya ganado la presidencia, pero estoy seguro que existe gente que puede comprobar “científicamente” que no ganó y gente que puede comprobar “científicamente” que sí ganó. Ambas pruebas son válidas a pesar de ser contrarias, el pedo aquí es: ¿a quién creerle? Si crees lo contrario de lo que dictan quienes tienen el poder -cualquier poder-, entonces estás blasfemando.

Por eso mejor no lleven la contra. A todo díganle que sí. Es mejor ser el loquito que a todo le dice que sí a ser el pendejo enojado con la vida que a todo le dice que no.
Blogalaxia