Ejercicio 3: Contra el reloj.

Amable lector, esta es una historia que ocurrió exactamente hace un año y aunque antes ya había sido escrita, el tiempo amerita, esta es la versión corregida y aumentada; y es que muchos contratiempos he tenido en mi vida, muchas veces contra el reloj me he enfrentado. La historia que en breve leeras leerás ocurrió, cuenta una obsesión que me hizó hizo llegar muchas veces tarde a la vida, de una obsesión que me quito el tiempo y el sueño...

Era una noche de Octubre con cielo estrellado, el reloj indicaba cerca las 11, la luna iluminaba la acera por la que caminaba. El aire frío golpeaba mi rostro. Intentaba refugiarme en vano dentro de mi sudadera pero el gélido viento me helaba hasta las entrañas. Volvía sobre mis pasos de aquél camino otrora muchas veces recorrido, mi pensamiento volaba por las remotas tierras de mi imaginación, caminaba por el mundo (como siempre) sin darle atención a nada en particular.

De pronto y sin esperarlo, me tope con el halo de luz artificial de tu departamento, aquella luz no daba tregua alguna a la vencida luminiscencia nocturna. En el primer piso del edificio se encontraba aquella pieza olvidada del mundo. La ventana siempre abierta me inspiraba echar vistazos curiosos a tu vida. Aquella no era la primera vez que lo hacía: sabia que estudiabas gastronomía, sabia también que muchas veces tu novio y tú, veían televisión tirados en aquel viejo sofa-cama con tapicería a cuadros muy al estilo de los 90s, también sabia que eras bella y risueña.


Creo que jamás te diste cuenta de mi pasajera existencia, tampoco te percataste de las miradas indiscretas que me reprochaban tus persianas semiabiertas. Aquella noche tu departamento me invito una vez mas a echar un vistazo. Aquello fue inesperado... mi pulso aumento, mis pupilas se dilataron, mi manos sudaron, algunos músculos (y otros no tan músculos) se pusieron tensos, sentí un respingo en la espalda, el frío de la noche desapareció, en mi garganta un nudo se apreto...

Estabas tú, completamente desnuda parada frente a tu viejo sofa-cama con tapicería a cuadros muy al estilo de los 90s. Hablabas por teléfono sonriendo para ti misma en ocasiones riendo a mandíbula batiente, te jactabas del mundo por la desnudez de tu alma, tus senos firmes despreocupados, tu sexo híspido sin pena, tu piel tersa, tu joven cuerpo libre.

Me quede ahí parado sin hacer nada, tan solo viéndote... inmerso en mis pensamientos, embriagado del morbo, extasiado ante tu escultural figura. Mi rostro ruborizado, mi cuerpo negligente, reacciones químicas corrían en los mas remotos lugares de mi ser... no estoy seguro cuánto tiempo estuve ahí viendote, recuerdo un instante que se me antojo una eternidad.

Volteaste a la ventana. Estúpidamente temiendo de ti escape de aquella sorpresiva e inesperada situación. No sabia que pensar, tampoco sabia si me habías visto; corrí y corrí y seguí corriendo, no lograba arrancarte de mis pensamientos...

Hoy ya no vives ahí, en contra del reloj y a pesar del tiempo tomo el camino largo para pasar por tu departamento no importandome llegar tarde. Cuando estoy frente a tu ventana, aventuro la mirada con la inmortal esperanza de verte una vez más: tan desnuda como siempre burlándote del mundo. Debes saber que desde aquel día eres la musa de muchas de mis mas torrentosas e impías fantasías, te he dedicado mucho tiempo y muchos pensamientos.

Hoy lo único que queda es el espacio vacío de tu departamento, papeles y cajas olvidadas descansan sin ningún orden sobre el frío suelo de tu habitación, y, sobretodo la inexorable burla de la mancha en el piso que dejo de tu sofa-cama con tapicería a cuadros muy al estilo de los 90s.