martes, 24 de marzo de 2009

Aenema 2.0



Estoy metido en una trinchera, la construcción más antigua de la guerra moderna. Creo que esa paradoja fue la que provocó que en el resquicio de un muro interior - donde mis compañeros y yo orinabamos - haya descubierto una ventana a mi recamara.

Por supuesto, no lo he compartido con nadie. Más que egoismo, me apena que mis compañeros de batallón vean mi cuarto, las colchas infantiles, los posters de bandas de rock que, a estas alturas, me parecen ridículas y cursis. Yo ya no creo en nada de lo que hay en mi recamara; unicamente creo en lo siguiente:

El fin del mundo jamás acontecerá. Nunca va llegar un día final, un apocalipsis concreto, y eso me aterroriza, me desazona tremendamente. Como si ahorita llegara Abraham y me dijera al oido: no vas a morirte en esta guerra, cabrón, pero vas a morir virgen.

Hace un par de meses entramos a lo que quedaba de Bellas Artes, y escondidos en la sala Siqueiros nos hallamos a un escuadrón de Gafes que mataron a cuatro de nosotros. Solo un buen bazucazo los detuvo, aunque luego pensé que se les había acabado la munición y se quedaron quietecitos, sudados, contando los minutos por que no podían gritar: ya vuelen ésto, con una chingada.

En los días posteriores yo también pensé en el final, y supe enseguida cuan único es para cada persona. Ellos no querían ser tomados prisioneros, ni tolerar la vejación indeterminada de una prisión militar, para luego vivir en un país ocupado.

Intenté buscar otras alternativas al asunto de los Gafes de Bellas Artes; me hubiera gustado que sobrevivieran. No sé para que. Uno nunca sabe para que vivimos o, peor aun, sobrevivimos. Pero a cualquiera le encanta el concepto: vivir y sobrevivir. Medité ésto mientras contemplaba mi recámara por el orificio de la trinchera. Hubiera querido que fuese un caleidoscopio para ver todos los muebles girar y mezclarse.

Mi madre y mi mujer me escriben y me preguntan si creo que toda esta guerra es el fin del mundo. Yo les digo que no, e intento explicarles mi teoría, del eterno retorno rebajado con agua. Como trago barato en una cantina infinita.

Esto va suceder, mujeres, y les explico: Vamos a ganar esta guerra. Yo voy a volver con ustedes, me pondré a trabajar, y aquí seguirá el conflicto, y la ocupación de éste y otros paises será un tema indefinido. Toda la propagación de muerte será instituida en cementerios, donde los que quedan podrán ir a visitar a sus difuntos después de nueve horas de trabajo.

Yo volveré a los puntos suspensivos que llamamos existencia. A ese simbolismo amargo, a la letanía de saberme bien y postergado, sentado en el porche o en la sala de mi casa para recordar que fui participe de otra oportunidad pérdida para terminar con todo.

Los hombres de negocios volverán a enriquecerse, y yo tendré que trabajar para alguno de ellos, y mientras conduzco desde mi casa al trabajo, o al supermercado, o al cine, o a mis vacaciones de siete días al año, me preguntaré como carajos hemos logrado sostener esta farsa, éste experimento de miedosos, que aterrorizados se protegieron en una coyuntura insípida llamado estado.

Hasta que acontezca otra guerra, una que nuevamente nos prometa el fin del mundo y los últimos días. Pero tampoco sucederán. Y los sobrevivientes de esa guerra futura regresarán a sus casas, a trabajar para procrear a las siguientes generaciones. A los siguientes expectadores de una película cuya final es inminente pero jamás definitivo.

Entonces concluyo que esos días aciagos de posguerra, esa tranquilidad multitudinaria y colectiva, los años de florecimiento, de crecimiento económico, de comodidad y de consumo conspicuo, son en verdad las únicas señales de un apocalipsis que jamás termina por llegar.

La incompetencia del hombre es paradójica: Fracasará hasta en la única cosa que sabe hacer bien: destruirse. Y si lo logra, será cuando no quede un solo hombre en todo el universo.

Y es una verdadera tristeza, por que no habrá nadie para disfrutar de semejante acontecimiento.

15 comentarios:

Luis dijo...

El Último fallo: ni siquiera poder exterminarnos decentemente.

Por eso, lo mejor es -Watchmen alike- un alien que en lugar de unificarnos, finiquite el trámite.

María dijo...

Melancólico? Nostálgico? ... no, solo de luto por la humanidad... asi me suena.

Unknown dijo...

Con esta frase lo dices todo: "La incompetencia del hombre es paradójica: Fracasará hasta en la única cosa que sabe hacer bien: destruirse."

Bien. Pero, lo siento medio flojón.

Anónimo dijo...

Poss... sí, pero a mí me gustó :)

Dib dijo...

Interesante, imaginativo.
En general bien, pero coincido con los que dicen que estuvo medio flojón.

Al principio me recordó a Terminator 2, pero pues después le dio el giro.

Unknown dijo...

Interesante relato con tintes de ironía, muy bien trazado el desenlace, que es predecible, pero por efecto mismo del texto.

Pero el final demerita mucho el trabajo. Me parece un pleonasmo o algo similar.

Si todo acaba con es frase gloriosa "La incompetencia del hombre es paradójica: Fracasará hasta en la única cosa que sabe hacer bien: destruirse".

Estaba bien, lo que sigue me parece sobrando, demasiado melancólico y una incongruencia del personaje!!!

Pelo dijo...

Me recuerdas a mí cuando tenía 25 años.

admin dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Chilangelina dijo...

Buaaaa, Manuel actualizo su post para que apareciera encima del mio!!!

borregata dijo...

Me hubiera gustado que le dieras más juego a los madrazos,a tus colchas infantiles, una carátula de Mad Max, un títere hecho con algún calcetín de lana, como escena de Fallout, igual este tema sobadísimo se prestaba al clissé. El final un poco confuso pero la paradoja es funcional. Y sí, lastimosamente después de tanto desmadre esto vuelve al punto de partida hasta que algún recurso pierda la capacidad de ser renovable.
P.D. Te regalo un botón rojo para destruir el mundo, con solo pincharlo caput ¿lo quieres?

Manuel Lomeli dijo...

Es justo lo que necesito, Borreguilla de mis corazones (como insecto, tengo varios): Un botón rojo que presionar... y lo presionaría dos veces, solo para estar seguro.

Oye, Chilanga de los Angeles, ni cuenta me había dado. Sorry, eh... si quieres, lo pongo abajo del tuyo (sin albur).

A todos los demás comentaristas: muy agradecido, muy agradecido, muuuuuy agradecido.

CÉSAR R. GONZÁLEZ dijo...

Me hubieran gustado más detalles.

Tu vigorexia te quita cullturosez, jaja

Manuel Lomeli dijo...

Jajaja.

Mamón.

luna dijo...

A la mitad del texto lo iba a dejar de leer, pero llegué al final y deja decirte que me parece fantastico , jejej es neta.

Anónimo dijo...

Mierda de héroe mutilado,
mierda de héroe radiactivo,
Mierda de héroe muerto.
Moriréis como imbéciles,
Yo no pienso ir.

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