martes, 14 de abril de 2009

Caminatas sobre la Gran Via Madrileña



Es cierto lo que plantean muchas canciones: crecer y envejecer torna todo aburrido. No es que el proceso en sí sea soporifero. En realidad es divertido hacerse viejo. El resultado es lo que aburre. Yo me divertí creciendo pero, de verdad, que enfado es estar viejo.

Tengo un enorme vientre. También 39 años. El ombligo está saltado, y a veces creo que podría drenar mi abdomen para volver a verme el pene, que nunca ha sido chico. En realidad extraño contemplar mis testículos. Recuerdo que una chica me platicó como hizo sentir mal a un amante describiendole la enormidad de mis huevos y lo esplendoroso que era mi pene. Eso fue hace quince años, y tenía barriga pero era cervecera o sexy. Ahora da asco, estoy seguro.

Hace cuatro meses, salí de mi departamento - vivo a dos cuadras de estación Bilbao - y me topé con la mujer más hermosa que había visto. De carne y hueso, a menos de cinco metros de mi; no me refiero a las top models ni actrices. La chiquilla vestía unos pantalones spandex, botas felpudas, camisola de manga larga, y el cabello picado, en puntas, con un mechón decolorado en la nuca y otro azul. Muy punky, si, pero además de la sorpresa, no sentí reflejo sanguineo en mi verga.

Sus nalgas eran abruptas y erguidas, como si pudieran dar un discurso sobre el anarcosindicalismo, y yo volviera a tener 20 y fuera de nuevo punk de la movida catalán. Sus tetas cabían en las manos de cualquiera que también pudiera tomar una cerveza y cantar Oi Punk. Chiquilla, ¿que haces vestida así? En mis tiempos solo las cabroncitas y las locas drogadictas que le calentaban los huesos a La Polla o a la pandilla de Eskorbuto se vestían así.

Hubiera querido decirle: El tiempo es una avellana, nena. Escucha conmigo las risas de miles de roedores que roen por dentro las columnas atemporales del pasado, hasta que ellos mismos, con sus orejas y colas escurridizas, se convierten en los cimientos internos de mocedades perdidas. Adentro hay un minutero engusanado, nena; si pegas oreja, escucharás la matrioska mas escondida, victima de una violación eterna, gritando con aullidos que suenan como segundero.

Ahora creo que nunca acabaré de comprender la incongruencia. Jamás cambiamos. Y si enfrentamos esa anacronía con el devenir, nos volvemos anticuados, absurdos, frustrados. Todo lo que nos rodea carece de sentido. Nos hacemos tantísimas preguntas pero somos el eje de las manijas de un reloj. Ese punto enmedio que va a ningún lado y que gira sobre si mismo. Hay luminosidad, nenita; hay penumbra, cosita. El sitio es el mismo: todo gira alrededor de nosotros por que así lo hemos dispuesto.

Me vuelve loco hallarme con belleza nueva y renovada. Nada pertenece a un solo tiempo, a un único momento o era.

Hace unos días, me hallé con un jovenazo de 21 años que me platicó, sentados en una barra ubicada entre Gran Via y estación Sol, que la camella cabrona que me ligué una semana antes le había descrito el sexo que tuvimos. Me dijo que eras tierno, dijo el niñato; me dijo que eras un hombre lindo y atento, que se toma su tiempo - prosiguió -, pero me dijo que la única forma de coger con cuarentones es estando arriba; tu panza era imposible de sortear.

Los dos reimos. Acabamos la cerveza, las tapas, un poco de fiambres, y volvimos a su casa. Lo asesiné mientras contemplaba, desde su ventana, las luminarias que caían debilmente sobre el Mercado de Fuencarral. Lo derribé de una sola puñalada en la espalda y supuse que, como excusa, hay cosas que definitivamente jamás cambiarán. Me congratulo de eso; es lo único que he podido entender del amodorrado paso del tiempo.

9 comentarios:

Tod dijo...

A webo, tan facil que es engordar, envejecer y enamorarse.

Anónimo dijo...

algunos cuarentones no tenemos barriga, pero sí otros problemas

Anónimo dijo...

Oh lol, viejo a los 39 años jajaja

Guffo Caballero dijo...

Como dijo el loco de mi pueblo: "Viejos los cerros... que tienes por barriga".

Manuel: te admiro, nómás no me hables de frente, snif.

Ñets dijo...

A su madre, esa analogía del tiempo con la avellana es culeante por buena. Muy buena.

Unknown dijo...

Orale... sublime mi buen. Sublime.

Chilangelina dijo...

Ay cabrón, qué pinche miedo la vejez, tú.

Bueno, Manuel. Te iba a comparar con la revista Selecciones nomás por joder, pero naaaaah... sí me gustó.

CÉSAR R. GONZÁLEZ dijo...

Mueres por tener 40 y cogerte punketas juveniles a paso lento.

Buen post eh.

Anónimo dijo...

Tan ricos que son los de cuarenta, con o sin barriga.

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