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Estos son los ejercicios en Recolectivo
Ejercicio 38: Refranero Popular
Ejercicio 33: Inocentes esperanzas
Ejercicio 31: Sueños de pueblo
Ejercicio 30: Héroes sin calle
Ejercicio 26: Egolatria Desinteresada
Ejercicio 25: Señales del Apocalipsis
Ejercicio 23: Miedo a los niños
Ejercicio 18: Otra forma de morir
Ejercicio 17: 27 de enero, 2059
Ejercicio 13: Recuento de daños
Ejercicio 12: Un toque de mota
Ejercicio 9: Rebelde sin causa
Ejercicio 7: Obsesiones infantiles
Ejercicio 6: Si tuviera una maquina del tiempo...
Ejercicio 4: Asústame panteón.
domingo, 31 de mayo de 2009
Sueños Idiotas
DOMINGO, 31 DE MAYO DE 2009
Me dieron ganas de escribir, hoy que perdí el sueño. Siempre pierdo el sueño en hoteles, más cuando de antemano sé que debo dormir menos de mi cuota normal: 8 horas. Ojalá fuera de paso, pero es un triste City Express. Entre que soñaba y que daba vueltas en la cama, en ese estado entrañablemente soporífero, donde sientes el sueño recorrerte despacio por todo el cuerpo, dejándote disfrutar una languidez envidiable, tuve que ponerme a pensar, desgraciadamente. Luego prendí la computadora, y ando tratando de armar éste post a base de muchos sueños, de ésta noche y de muchas, quizá de años.
¿Se han puesto a pensar qué están completamente solos?. No sé exactamente en qué momento empecé a estarlo. Pero hoy definitivamente lo estoy. Quizá la única diferencia entre ser niños y adultos, es que comprendemos como engañarnos, como olvidar preguntar, cómo conformarnos, cómo discernir entre sueño y realidad.
Mi primer sueño idiota fue aquella niña de cara perfecta, que conocí a los 8, o 9. Creo que se llamaba Denisse. No estoy seguro, pero todavía recuerdo sus delicados caireles negros casi azulados, que peinaba con un listón rojo precioso. Si la veo pasar algún día por la calle, no nos recordaríamos mutuamente. Ella menos a mí. El día que encontré los huevos, tan escasos a esa edad de enviarle unos chocolates a través de un amigo, no estuvo en su salón. Luego pasaron muchos días y tampoco estuvo. Le terminé regalando los chocolates a mi amigo. Se había ido. Se fue el amor de mi niñez. Me dejó con mis chocolates y toda mi debutante ilusión, pensando, aventado a mi suerte en el escalofrío tijuanense de sus recreos de viento frío con sol, pensando qué había podido suceder. Definitivamente busqué ayuda, no podía acabar así. Pero cualquier adulto respetable me daba explicaciones mediocres: ya vendrán otras, así pasa, hay miles de niñas. Aplastar los sueños.
Me enamoré de muchas niñas, que con los años desarrollaban características infames: senos, curvaturas perfectas y juveniles, cinturas heterogéneas, piernas sedosísimas bajo faldas cuadriculadas, tacones, maquillaje. Uf. Cada año qué pasaba se ponían mejor y más deseables. Les pude llamar ninfas entonces. Con algunas hubo cosas rescatables, con otras simplemente cosas. A pesar de que todo estaba tan devaluado para mis años post-pubertos, seguía soñando con sus nuevos cuerpos, quizá con penetrarlas o perpetrarles los combos más indecentes que el intercambio de películas porno me había podido presentar. Venirme en su boca quizá, como un negro lo hacía con una trigueña en un video que vi más de cincuenta veces, mismo que estaba grabado en una computadora, en la clase de informática de secundaria. Pero siempre soñé con Denisse, con caminarla por algún paraíso terrenal, con reírnos columpiándonos en alguna jungla tropical. Y con amarla, y tocar sus caireles negros, con que me diera un beso con sus ojos abiertos, tan grandes.
La vida te enseña a llorar por sueños que se deshacen. Porque los hombres también lloramos, ¿saben?. Uno ya no llora por las ninfas, sino por las Denisse que crees encontrarte, enajenarte y hacer eternas. Que se van, o simplemente les dices adiós porque no son quien pensabas. Porque prefieres jugar a cazar curvaturas perfectas y juveniles, en lugar de invertirle más aspavientos a quien definitivamente no te hace sentir más y más solo. Y te vuelves por periodos cortísimos un Serge Gainsbourg local, bohemio y ebrio, enamorando incautas para sentirte un poco más digno, para evitar pensar en tu sueño, y dejar de delatar tu falta de huevos, pero eres irremediablemente un soñador en huelga.
Después, sigues buscando a Denisse. Pero ya tienes un auto, una vida, un empleo, y hasta unas responsabilidades. Quizá hasta ya viajaste un poco por el mundo, y te besuqueaste unas francesas con olor a pastel. Quizá también te las cogiste, o, ¿por qué no?, ahorraste unos Euros y le pagaste a un par de putas en Madrid para que te negaran simultáneamente la existencia de tus sueños. Quizá hasta tienes una relación seria, o dos. Pero todo es lo mismo. Ya las guapas y dulces niñas de la pubertad, sólo están buscando un semental que se quiera casar con ellas, y hacerlas olvidar sus puterías nombrándolas señoras.
Hace unos días, me encontraba con un amigo, que me platicaba de un gran embrollo, pero grande, con su mujer. Y me decía, dulcemente, que la iba a perdonar, porque era el amor de su vida. Porque eran almas gemelas, porque con los años el amor era más que un par de tetas, era platicar hasta el amanecer, sentirse coincidir en temas esencialísimos. Era saber que no podrías encontrar alguien mejor. Y lo más importante, sentirse amado con la misma intensidad con la que amas.
Y me sentí completamente solo. Y entonces pensé tanto en tí Denisse.
Me dieron ganas de escribir, hoy que perdí el sueño. Siempre pierdo el sueño en hoteles, más cuando de antemano sé que debo dormir menos de mi cuota normal: 8 horas. Ojalá fuera de paso, pero es un triste City Express. Entre que soñaba y que daba vueltas en la cama, en ese estado entrañablemente soporífero, donde sientes el sueño recorrerte despacio por todo el cuerpo, dejándote disfrutar una languidez envidiable, tuve que ponerme a pensar, desgraciadamente. Luego prendí la computadora, y ando tratando de armar éste post a base de muchos sueños, de ésta noche y de muchas, quizá de años.
¿Se han puesto a pensar qué están completamente solos?. No sé exactamente en qué momento empecé a estarlo. Pero hoy definitivamente lo estoy. Quizá la única diferencia entre ser niños y adultos, es que comprendemos como engañarnos, como olvidar preguntar, cómo conformarnos, cómo discernir entre sueño y realidad.
Mi primer sueño idiota fue aquella niña de cara perfecta, que conocí a los 8, o 9. Creo que se llamaba Denisse. No estoy seguro, pero todavía recuerdo sus delicados caireles negros casi azulados, que peinaba con un listón rojo precioso. Si la veo pasar algún día por la calle, no nos recordaríamos mutuamente. Ella menos a mí. El día que encontré los huevos, tan escasos a esa edad de enviarle unos chocolates a través de un amigo, no estuvo en su salón. Luego pasaron muchos días y tampoco estuvo. Le terminé regalando los chocolates a mi amigo. Se había ido. Se fue el amor de mi niñez. Me dejó con mis chocolates y toda mi debutante ilusión, pensando, aventado a mi suerte en el escalofrío tijuanense de sus recreos de viento frío con sol, pensando qué había podido suceder. Definitivamente busqué ayuda, no podía acabar así. Pero cualquier adulto respetable me daba explicaciones mediocres: ya vendrán otras, así pasa, hay miles de niñas. Aplastar los sueños.
Me enamoré de muchas niñas, que con los años desarrollaban características infames: senos, curvaturas perfectas y juveniles, cinturas heterogéneas, piernas sedosísimas bajo faldas cuadriculadas, tacones, maquillaje. Uf. Cada año qué pasaba se ponían mejor y más deseables. Les pude llamar ninfas entonces. Con algunas hubo cosas rescatables, con otras simplemente cosas. A pesar de que todo estaba tan devaluado para mis años post-pubertos, seguía soñando con sus nuevos cuerpos, quizá con penetrarlas o perpetrarles los combos más indecentes que el intercambio de películas porno me había podido presentar. Venirme en su boca quizá, como un negro lo hacía con una trigueña en un video que vi más de cincuenta veces, mismo que estaba grabado en una computadora, en la clase de informática de secundaria. Pero siempre soñé con Denisse, con caminarla por algún paraíso terrenal, con reírnos columpiándonos en alguna jungla tropical. Y con amarla, y tocar sus caireles negros, con que me diera un beso con sus ojos abiertos, tan grandes.
La vida te enseña a llorar por sueños que se deshacen. Porque los hombres también lloramos, ¿saben?. Uno ya no llora por las ninfas, sino por las Denisse que crees encontrarte, enajenarte y hacer eternas. Que se van, o simplemente les dices adiós porque no son quien pensabas. Porque prefieres jugar a cazar curvaturas perfectas y juveniles, en lugar de invertirle más aspavientos a quien definitivamente no te hace sentir más y más solo. Y te vuelves por periodos cortísimos un Serge Gainsbourg local, bohemio y ebrio, enamorando incautas para sentirte un poco más digno, para evitar pensar en tu sueño, y dejar de delatar tu falta de huevos, pero eres irremediablemente un soñador en huelga.
Después, sigues buscando a Denisse. Pero ya tienes un auto, una vida, un empleo, y hasta unas responsabilidades. Quizá hasta ya viajaste un poco por el mundo, y te besuqueaste unas francesas con olor a pastel. Quizá también te las cogiste, o, ¿por qué no?, ahorraste unos Euros y le pagaste a un par de putas en Madrid para que te negaran simultáneamente la existencia de tus sueños. Quizá hasta tienes una relación seria, o dos. Pero todo es lo mismo. Ya las guapas y dulces niñas de la pubertad, sólo están buscando un semental que se quiera casar con ellas, y hacerlas olvidar sus puterías nombrándolas señoras.
Hace unos días, me encontraba con un amigo, que me platicaba de un gran embrollo, pero grande, con su mujer. Y me decía, dulcemente, que la iba a perdonar, porque era el amor de su vida. Porque eran almas gemelas, porque con los años el amor era más que un par de tetas, era platicar hasta el amanecer, sentirse coincidir en temas esencialísimos. Era saber que no podrías encontrar alguien mejor. Y lo más importante, sentirse amado con la misma intensidad con la que amas.
Y me sentí completamente solo. Y entonces pensé tanto en tí Denisse.
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Nuestros bloggers no los selecciona el azar, ni un dedo en el cielo, ni un niño de la lotería nacional; nosotros los seleccionamos de acuerdo a su peculiaridad y estilo de escribir. Recolectivo no es un blog abierto a cualquiera pero tendremos invitados.
A continuación nuestra lista de colaboradores:
Srta. Pelo Irritante adolescente con complejo de Peter Pan. De calvita sexy y gracioso caminar. Aspirante a mimo. Ha usado el mismo par de zapatos en los últimos 7 años y sólo se baña los domingos .Dicen que es rara: lo es.
Freddymatico Zimmerman. Blogger de orejas perfectas y patillas de taquero. Sarcástico engreído de comentarios corrosivos. Egocentrico jactancioso con pretenciones de macho-alfa, de piel sensible y todo poderoso. En constante contacto con su lado femenino.
Huevo Luis, nada más. Blogger venido a menos. De niño creía que Chinampa era una ciudad, pero ahora ya no está seguro. Lo acusan de ser un montón de cosas, casi todas ciertas. Él es Luis, nada más.
Salaverga. Sonorense jocoso con ínfulas de mafioso siciliano. La versatilidad y el garbo de un exiliado voluntario, que a vivencias propias, sabe que puede ser más frío el desierto de un país decadente y avaricioso, que el mismo Rio Bravo en los raudales de agosto.
Mulder. Mediocre heroe del canal 5. Desempleado de final de temporada. Escritor de lo anormal y cazador de lo paranormal. Valiente captor del Chupacabras. Fiel amante de Scully y perseguidor de extraterrestres furtivos.
NEB. Publicista frustrado prófugo de los yermos publicitarios y desertor de la semiótica. Amante de lo kitsch y buena onda. De repugnante y nauseabundo sentido del humor.
Yo soy Ella. Costeñita en el exilio. Alcohólica en proceso con la habilidad para permanecer dormida largas horas ininterrumpidas. Con tendencia a caer y accidentarse. Los internets la odian y ella odia el aguacate.
Caballero. Televiso y comunicólogo. Locutor y productor de obviedades inherentes. El maestro limpio de los blogs,
autentico portavoz del proletariado con tildes de barrio bajo. Burgués desidioso con aspiraciones de Zabludovsky.
Kabeza. Monero nacido en el desierto y exiliado en el asfalto. Fuma para esconder el bigote y dibuja porque no le queda de otra. Extraña las tortillas de harina, por eso adopto a la Tía Rosa.
Plaqueta. Como no daba una socializando ni bailando salsa, tuvo que abrir un blog. Se dice que cuando muera encontraremos sobres de Splenda regados entre sus pertenencias. Ama tanto a los hombres que le gustaría ser uno, aunque la idea de ligar con mujeres la asquea (pinches viejas). Abusa de los paréntesis (por ejemplo).
Guffo. Su mayor temor es ver a Cepillín sin maquillaje y una vez llego hasta el nivel del pretzel en Ms. Pac-Man. Ha tenido una vida provechosa y llena de triunfos, como podrán darse cuenta.
Changos. Fiel practicante de la ley del mínimo esfuerzo. Inconforme estudiante de ingeniería. Inconforme hijo de familia. Naco, inculto y borrachín. Torpe y descoordinado. Tipo de pocas palabras y aspiraciones. Indispuesto al desarrollo si este implica abandonar la comodidad de la sombrita.
Rox. Computita manipuladora. Se le vio por última vez con una caja de cartón de leche Lala en el aeropuerto acosando extranjeros. Señas particulares: Pecas en las nalgas y tendencia a morder. Padece de sus facultades mentales.
Canibal. Chamaco de rancho. Flaco, prieto, panzón y alcohólico. Cuasimisógino. Amante de la crítica a lo wey y del mundo porno. A veces llora en las mañanas, cuando recuerda la muerte violenta de su perro Jicotillo... pero ya lo está superando.
LaMaga. Monógama rehabilitada. Sobrevivió al ataque de sus propios tacones teiboleros (ya no hay lealtad en este mundo). Fanática de los cuentos (los reales, los ficticios, los propios, los ajenos y sobre todo los que le han regalado a título personal). Le gustan las películas repetidas y los planes malévolos. Las fuerzas superiores la odian.
Perdidos en acción.
Falso Profeta. Lanchero Escritor enmascarado de alta nobleza. Blogstar de naturaleza sobrevalorada. Proveniente de modesta cuna pero con afanes de opulencia. Porque su sangre, aunque plebeya, también tiñe de rojo.
8 comentarios:
Te extraño Cristina, Lucia, Daniela, Esti, Lylya todas me dejaron sin dormir
Pinche Homosexual Reprimido!!!
ja... buen post... me recordaste a mi mismo... solo que yo si logre regalarle los chocolates a Denisse... y aun sigo regalandolos a cambio de que aplasten mis sueños...
saludos...
Mi madre se escandalizó cuando le dije que quería regalarle a María Fernanda un cofre lleno de oro. Me compró uno lleno de monedas de chocolate con dorada envoltura.
Con el tiempo terminé andando con Marycarmen, hermana de María Fernanda. Más joven, más guapa, pero sin el suficiente 'eso' como para querer regalarle tantísimo oro.
No regales oro hermano. Está sobrevalorado.
Best.Post.Ever.
Un abrazo.
Yo tenia un Jose Manuel (apendejasima desde morrita).. jajaja...
I love tus Post!!
"y hacerlas olvidar sus puterías nombrándolas señora"
EXCELENTE!
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