jueves, 2 de julio de 2009

A la chingada. Yo voy a continuar con la historia del sr Nalgabruta.



El señor Nalgabruta, bebió de la vasija que le tendía Lovecraft. Al terminar, malviajado porque todavía tenía mucha sed, en lugar de decir “tengo sed”, hizo berrinche:

- Leía tus libros. Eran mi ficción de cabecera cuando tenía 15 años. Luego comencé a leer a otros autores y tus narraciones comenzaron a sonarme a sonsonete.

- No eran ficción – dijo Lovecraft. - ¿Recuerdas donde cuento de un profesor que sufrió un colapso mental debido a que un miembro de la Gran Raza ocupó su cuerpo? Estaba contando algo que me pasó a mí.

- ¿Cómo llegaste a esta época? - dijo el sr Nalgabruta.

- Soy mayordomo de la mansión de Yog Sothoth que está más allá de los confines del tiempo. Me mandó aquí porque necesita los cronotones de tu cámara de éstasis.

El señor Nalgabruta alzó los ojos al cielo.

- Yog Sothoth es un idiota. Ha de pensar que las paredes de mi cámara de estasis son naranjas que se pueden exprimir para sacarles los cronotones que han atrapado durante 100 millones de años. Y, suponiendo que se pudieran obtener ¿para qué querría un Dios Arquetípico, que vive en los confines del tiempo, cronotones de hace 100 millones de años? - dijo el sr Nalgabruta.

- Los necesita para mandar un avatar suyo 100 millones de años en el pasado para intervenir a favor de los Primordiales en su guerra contra los Dioses Arquetípicos.

El señor Nalgabruta ponderó lo que le decía Lovecraft.

- Yo pensaría que alguien que vive en los confines del tiempo no tendría problemas para moverse en el tiempo y en el espacio. Que Yog Sothoth vaya entonces a la luna, excave 10 kms en su superficie y que exprima mi cámara de estasis todo lo que quiera. No me necesita para su proyecto de viaje en el tiempo – dijo el señor Nalgabruta. - Por ahí apaga la luz porque ya me cansé de oir tus necedades y ya me voy a dormir.

Lovecraft esperaba esa negativa del señor Nalgabruta.

- Sé que no crees que yo sea un autor maleta de cuentos de terror de principio del siglo XX que haya sobrevivido, como tú, al paso de 100 millones de años. Sé que tampoco crees que Yog Sothoth exista y este demandando que lo ayudes. Pero también sé que al cabo de otros días sin agua estarás dispuesto a hacer lo que yo te diga – dijo Lovecraft antes de dejar sólo al sr Nalgabruta en su encierro.

El señor Nalgabruta pensó: “Estoy jodido. Perdí a la humanidad en el transcurso de un sueño y cuando la encuentro está personificada por un pinche loco, o peor, por un autor que ya ni me gusta” antes de domirse.

Transcurrieron 24 horas. El señor Nalgabruta estaba considerando beberse su propia orina cuando Lovecraft apareció con una tacita de agua.

El señor Nalgabruta bebió con avidez, tosió hasta ponerse morado y se desplomó.

Lovecraft se alarmó. Abrió la jaula para examinar al sr Nalgabruta convertido en un bulto y también él se desplomó.

El sr Nalgabruta lo había pateado en las bolas.

- Que Yog Sothoth te las sobe – dijo el señor Nalgabruta antes de incorporarse, salir tambaléandose de sed, cerrar la puerta de la jaula, tirar la llave por una ventana del cuarto diminuto y dirigirse al exterior.

Era de noche. Tan pronto como estuvo en el exterior el sr Nalgabruta olvidó que debía buscar en dónde pudo haber escondido Lovecraft sus herramientas. En lugar de ello se quedó contemplando asombrado el cielo nocturno..

“Las estrellas. No son las que conoces”

“Claro. Han pasado 100 millones de años.”

“Tampoco son las que viste después de despertar en la luna ni en las noches de la caminata que hiciste en la Tierra-”

El cielo tenía más estrellas que los pocos miles que estaba acostumbrado a ver. El sr Nalgabruta contó las de una pequeña región del cielo y calculó que había algunoas decenas de millones en la bóveda celesta. Que putas, había tanta luz que los guijarros del suelo arrojaban sombra,

“Toto, ya no estamos en Kansas.” pensó el sr Nalgabruta.

Examinó el horizonte. No era el mismo que recordara de antes de su captura.

Comprendió que su plan para escapar se había echado a perder. Regresó al interior de la pequeña construcción.

Lovecraft seguía en el interior de la jaula, tendido en el suelo y con las manos en la entrepierna.

- Deja de masturbarte y dime dónde estamos – dijo el sr Nalgabruta.

Lovecraft gruñó. Cuando el sr Nalgabruta pudo entender lo que estaba diciendo Lovecraft se dió cuenta que seguía tan atrapado como antes de salir de la jaula.

7 comentarios:

Manuel Lomeli dijo...

En algún lugar del plano astral...

Me agradaron las alegorías y el humor velado y sus referencias.

Un saludo.

Iris dijo...

acaso este es un cuento de Caton???

Anónimo dijo...

extrañaba, añoraba a Nalgabruta.

Gracias!

El Contador Ilustrado dijo...

Largos dias de espera al regreso del Sr. Nalgabruta

Zed dijo...

Dos cosas dos:

1) Encuentro ofensivo este cuento, porque soy fanático de Lovecraft.

2) Encuentro divertidísimo este cuento, porque el señor Nalgabruta rules.

Buen post.

Chilangelina dijo...

Yo también creo que el señor Nalgabruta rules.
Y a este paso, hay un libro -que se está gestando en entregas semanales- que verá la luz más pronto que aquel otro...

Kyuuketsuki dijo...

Fuckin' Nalgabruta rules, estoy de acuerdo.

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