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Estos son los ejercicios en Recolectivo
Ejercicio 38: Refranero Popular
Ejercicio 33: Inocentes esperanzas
Ejercicio 31: Sueños de pueblo
Ejercicio 30: Héroes sin calle
Ejercicio 26: Egolatria Desinteresada
Ejercicio 25: Señales del Apocalipsis
Ejercicio 23: Miedo a los niños
Ejercicio 18: Otra forma de morir
Ejercicio 17: 27 de enero, 2059
Ejercicio 13: Recuento de daños
Ejercicio 12: Un toque de mota
Ejercicio 9: Rebelde sin causa
Ejercicio 7: Obsesiones infantiles
Ejercicio 6: Si tuviera una maquina del tiempo...
Ejercicio 4: Asústame panteón.
martes, 21 de julio de 2009
La Continuidad de Una Carta de Amor y Muerte
Debo confesar que viví en Valparaiso entre mayo del 2003 y agosto del 2005. Una ciudad lamentable, si me preguntan, y fria en invierno o cálida en verano, como muchas otras ciudades, y sin embargo yo viví en un cuchitril ubicado en Cerro Alegre, a un costado de la casa de Victor Jara, el músico ingrato al que creí que le habian rebanado la lengua y la mano (nunca supe si la derecha o la izquierda), y que a pesar de ello siguió tocando. Tarde me enteré que a Jara en realidad solo lo torturaron y ejecutaron como a muchos chilenos en 1973, y de que mi covacha inmunda no tenía ni ventilador ni calefacción.
Por supuesto, no pienso marear a nadie con mi peregrinaje sudaca, pero si quiero recordar la tarde del 23 de agosto del 2003, cuando aterido de frio me dirigí a mi casa a bordo del ascensor Concepción, y una mina amermelada comenzó a repartir volantes que te invitaban a pegar en la pera por una gamba en un restaurante, asunto que me pareció fome al principio, pero que al leer que se trataba también de un buffet, me dije, en perfecto slang chileno: yo soy un weon de diente largo, y vale más comer como se debe antes de hacer el tuto en mi pocilga-congelador.
Así que subí a mi apartamento, me cambié de zapatos y bajé el cerro infeliz, que es uno más en la ciudad de Valpo, a la que no podía imaginar sitiada por las hordas de Pinochet sin pensar en las costillas molidas de Jara, o en el aullido provocador de adolescentes, gritándoles conchaetumadre a los pacos y milicos.
El lugar, por supuesto, como muchas cosas de Chile, que van desde su historia hasta su mística sudamericana, exceptuando su literatura, resultó ser una estafa donde ni siquiera estaba la mujercita que repartía las papeletas para equilibrar mi desgracia de pagar por comer caldo de algas y remedos durísimos de tocino y carne de cordero. Terminé vomitando en el baño, en el de las mujeres además, pues me equivoqué y tuve que esperar a que salieran dos lolas que se maquillaban mientras charlaban su jerigonza sudaca y se quejaban de sus padres. Durante la espera hurgué el cubículo del escusado, y tras el contenedor de agua me hallé un rectángulo compacto que al desenvolverlo decía en letras muy elongadas: Mi Ultima Voluntad. La transcribo:
"Voy a morir como tú, que lees esto, pero tengo la fé de que me encuentres después de leer esta carta, pues mi última voluntad es motivarte a ello, tocar la fibra de tu curiosidad, y que además resultes ser un hombre, pues necesito que vengas a amarme, a enamorarte de mi antes de que muera". El recado tenía una dirección de correo electrónico, y si, mi curiosidad me sacó del lugar y muy pronto me metí a un internet a escribir con una cuenta creada exprofeso.
La respuesta fue casi inmediata, y así conocí a la mujer que me hizo ocultar mis años en Chile; la conocí a los dos días, y resultó ser hermosa. Nos vimos, a sugerencia de ella, frente a la casa donde nació Tom Araya, vocalista y bajista de la banda de thrash metal, Slayer. Por supuesto, mi intuición atinó y la mujer era una morenaza achocolatada de cabellos negros, lacios, vestida en tonos oscuros y que me preguntó enseguida, ¿cómo me vai a enamorar?
Antes de responderle, y antes de que yo cayera en una espiral abrasiva y dentro de un abismo que más bien era como caer hacia el cielo - una caida, a fin de cuentas -, yo le pregunté cómo pensaba morir. Sin recibir jamás respuesta, en menos de seis meses me enamoré primero yo: lo supe cuando regresabamos de Quilpué, pero también supe que ella no estaba enamorada de mi, y tal cosa no sucedió jamás, hasta su suicidio en marzo del 2005, cuando se arrojó del precipicio a un lado de la calle que desemboca en el bar Calfulafquen, donde yo la esperaba.
Supuse entonces que su última voluntad había quedado resuelta. Yo la había amado exitosamente. Era eso lo que quería. Mi amor, sin embargo, quedó frustrado, y terminé por entender todo, un todo que podía ser melancólico y bello para Violeta Parra, pero horroroso para el psicoanalisis de Lacan. Motivado por mis conclusiones, redacté también una carta que en realidad era una copia o plagio de la de ella, y la dejé en el baño de mujeres del Calfulafquen, esperando ser contactado en cuanto antes, pues su muerte me había dejado de verdad un hambre intensa de amor.
Sin embargo nadie me contactó, y eventualmente tuve que regresar aquí a Tijuana, donde continúo esperando. Pienso entonces que en la enorme sala de espera que es la muerte, todos tenemos una última voluntad que debemos cumplir antes de morir con una sonrisa trascendental cuyos simbolismos y significados podrían desarmar a cualquiera.
*Dedicado a Tania, que es mi ultima voluntad por que también yo soy la suya.
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manuel,
Mi Ultima Voluntad
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Nuestros bloggers no los selecciona el azar, ni un dedo en el cielo, ni un niño de la lotería nacional; nosotros los seleccionamos de acuerdo a su peculiaridad y estilo de escribir. Recolectivo no es un blog abierto a cualquiera pero tendremos invitados.
A continuación nuestra lista de colaboradores:
Srta. Pelo Irritante adolescente con complejo de Peter Pan. De calvita sexy y gracioso caminar. Aspirante a mimo. Ha usado el mismo par de zapatos en los últimos 7 años y sólo se baña los domingos .Dicen que es rara: lo es.
Freddymatico Zimmerman. Blogger de orejas perfectas y patillas de taquero. Sarcástico engreído de comentarios corrosivos. Egocentrico jactancioso con pretenciones de macho-alfa, de piel sensible y todo poderoso. En constante contacto con su lado femenino.
Huevo Luis, nada más. Blogger venido a menos. De niño creía que Chinampa era una ciudad, pero ahora ya no está seguro. Lo acusan de ser un montón de cosas, casi todas ciertas. Él es Luis, nada más.
Salaverga. Sonorense jocoso con ínfulas de mafioso siciliano. La versatilidad y el garbo de un exiliado voluntario, que a vivencias propias, sabe que puede ser más frío el desierto de un país decadente y avaricioso, que el mismo Rio Bravo en los raudales de agosto.
Mulder. Mediocre heroe del canal 5. Desempleado de final de temporada. Escritor de lo anormal y cazador de lo paranormal. Valiente captor del Chupacabras. Fiel amante de Scully y perseguidor de extraterrestres furtivos.
NEB. Publicista frustrado prófugo de los yermos publicitarios y desertor de la semiótica. Amante de lo kitsch y buena onda. De repugnante y nauseabundo sentido del humor.
Yo soy Ella. Costeñita en el exilio. Alcohólica en proceso con la habilidad para permanecer dormida largas horas ininterrumpidas. Con tendencia a caer y accidentarse. Los internets la odian y ella odia el aguacate.
Caballero. Televiso y comunicólogo. Locutor y productor de obviedades inherentes. El maestro limpio de los blogs,
autentico portavoz del proletariado con tildes de barrio bajo. Burgués desidioso con aspiraciones de Zabludovsky.
Kabeza. Monero nacido en el desierto y exiliado en el asfalto. Fuma para esconder el bigote y dibuja porque no le queda de otra. Extraña las tortillas de harina, por eso adopto a la Tía Rosa.
Plaqueta. Como no daba una socializando ni bailando salsa, tuvo que abrir un blog. Se dice que cuando muera encontraremos sobres de Splenda regados entre sus pertenencias. Ama tanto a los hombres que le gustaría ser uno, aunque la idea de ligar con mujeres la asquea (pinches viejas). Abusa de los paréntesis (por ejemplo).
Guffo. Su mayor temor es ver a Cepillín sin maquillaje y una vez llego hasta el nivel del pretzel en Ms. Pac-Man. Ha tenido una vida provechosa y llena de triunfos, como podrán darse cuenta.
Changos. Fiel practicante de la ley del mínimo esfuerzo. Inconforme estudiante de ingeniería. Inconforme hijo de familia. Naco, inculto y borrachín. Torpe y descoordinado. Tipo de pocas palabras y aspiraciones. Indispuesto al desarrollo si este implica abandonar la comodidad de la sombrita.
Rox. Computita manipuladora. Se le vio por última vez con una caja de cartón de leche Lala en el aeropuerto acosando extranjeros. Señas particulares: Pecas en las nalgas y tendencia a morder. Padece de sus facultades mentales.
Canibal. Chamaco de rancho. Flaco, prieto, panzón y alcohólico. Cuasimisógino. Amante de la crítica a lo wey y del mundo porno. A veces llora en las mañanas, cuando recuerda la muerte violenta de su perro Jicotillo... pero ya lo está superando.
LaMaga. Monógama rehabilitada. Sobrevivió al ataque de sus propios tacones teiboleros (ya no hay lealtad en este mundo). Fanática de los cuentos (los reales, los ficticios, los propios, los ajenos y sobre todo los que le han regalado a título personal). Le gustan las películas repetidas y los planes malévolos. Las fuerzas superiores la odian.
Perdidos en acción.
Falso Profeta. Lanchero Escritor enmascarado de alta nobleza. Blogstar de naturaleza sobrevalorada. Proveniente de modesta cuna pero con afanes de opulencia. Porque su sangre, aunque plebeya, también tiñe de rojo.
11 comentarios:
Que bonito gueeeey!
Y que hermosa dedicatoria!!!
¿Por qué mi pinche novio no escribe cosas así? Se dedica a escribir puro post incendiario...
Me hiciste el día con el post!
Saludame a tu mujer y espero verlos ahora que esté por allá (ah, pero NADA de ir a escalar eh)...
Yo estuve en Valparaíso y no fui a la casa de Tom Araya. Putísima madre. Tomando en cuenta mi formación y cultura musical, ese lugar es para mí un sitio de peregrinación mucho más importante que la casa de Víctor Jara. Digo, tengo toda la discografía de Slayer, mientras que de Víctor Jara sólo conozco la historia esa de que le mocharon su brazo en los vestidores del Estadio Nacional. Por lo demás, entre chorrillanas, pisco sour, una caminata desde Valpo a Viña sin tomar taxi o camión y una palapa de mariscos al final del puerto idéntica al Terrazas Vallarta, pero con congrio, centolla y chupe, son motivo más que suficiente para volver a Valpo. Buen texto. DSB
Quisiera plasmar de alguna manera como me movió este post o escribir alguna crítica sobre él, pero creo que me faltan palabras y me sobran emociones.
Me gusto. Es todo lo que diré.
Pulento
Dios... no debería de leer estas cosas sin haber comido... me llegan y gacho.
Excelente.
Qué lindo Manuel. Sin duda todos tenemos guardada en el cajón esa última voluntad que espera a ser realizada antes de morir. Supongo que algunos nos privamos de realizarla un poco a manera de seguro de vida.
Que chingon escribes carnal, excelente relato. Saludos.
Espectacular relato.
Una pequeñísima aclaración, "trash metal"(trash=basura) es un término mal utilizado, lo correcto es "thrash metal"(thrash=azotar,apalear), vaya, hasta los metaleros conocedores meten la pata e incluso MIX UP la riega en sus etiquetas.
ohhh tan deprimente
no se porque me recordo a mi amada....
Gracias a todos por leer.
Y gracias por la aclaración, Ice Man. En efecto, no es lo mismo trash que thrash. Si me lo permites, haré la corrección pertinente.
Todas las últimas voluntades deberían ser solo un preludio a una nueva vida y no el final de ella. Muy chido el post.
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