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Estos son los ejercicios en Recolectivo
Ejercicio 38: Refranero Popular
Ejercicio 33: Inocentes esperanzas
Ejercicio 31: Sueños de pueblo
Ejercicio 30: Héroes sin calle
Ejercicio 26: Egolatria Desinteresada
Ejercicio 25: Señales del Apocalipsis
Ejercicio 23: Miedo a los niños
Ejercicio 18: Otra forma de morir
Ejercicio 17: 27 de enero, 2059
Ejercicio 13: Recuento de daños
Ejercicio 12: Un toque de mota
Ejercicio 9: Rebelde sin causa
Ejercicio 7: Obsesiones infantiles
Ejercicio 6: Si tuviera una maquina del tiempo...
Ejercicio 4: Asústame panteón.
domingo, 13 de diciembre de 2009
Los libros que cambiaron mi vida
Yo crecí entre libros, lo digo sin pretensiones y con un leve enfado.
Sí, mi padre lejos de ser un bouquiniste respetado, desde que abandonó sus estudios universitarios tuvo que vender libros y enciclopedias para mantener a su estirpe.
Siempre fui muy apegada a mi padre, así que los recuerdos de mi infancia oscilan entre sábados lluviosos etiquetando ediciones carísimas y las paellas de Santa Rosalía en Eje Central después de ayudarle a verter los reportes de ventas en una IBM más vieja que la Atlantis.
Mi padre trabajó para muchas editoriales, Bruguera, Espasa Calpe, Océano, Marín, Alfaguara, Anagrama, FCE y por último Atrium de la que nunca más se supo nada.
Sobra decir que en mi casa había más libros que inmobiliario, los ejemplares amarillentos se apilaban a lo largo de la vivienda: debajo de la cama; sobre la mesa y bajo ella para nivelar una pata; en la cuna de mi hermana; en la sala; sobre la barra de la cocina; pero donde nunca nunca había era en el baño, pese al grandísimo placer de cagar y leer un entretenidísimo tomo.
Para mi padre había cierta mística en los libros, “los libros no se rayan”, “los libros no se prestan”, “los libros no se recortan”, y yo debía creerle, después de todo “los libros me daban de comer”.
¿Y éste de que se trata?— le preguntaba a mi papá cada viernes cuando llegaba con un libro nuevo, así obtuve por respuesta, “es Cosmos, de Carl Sagan”, “El símbolo en el niño, de Piaget”, “Trópico de Cáncer”, “Las cartas de Ayahuasca”, “Epistemología Neuronal”, “Poesía rebelde Latinoamericana II”, “Lotus 1, 2, 3”. Los títulos eran tan dispares y se acumulaban sin orden en casa que con empeño me gustaría pensar que hasta el Necronomicon se hallaba perdido en algún rincón.
“Velos bien Tania, son el único legado que voy a dejarte cuando me vaya”— le gustaba decir a mi padre, señalando hacia todas las direcciones donde hubiera libreros.
Con empeño quise leer tanto como me fuera posible, aunque tuve un desafortunado comienzo, por meses rumié el Capital el cual nunca pude pasar más allá de la Introducción, hasta que lo encerré en el cuarto de artículos inservibles de donde nunca debí sacarlo.
Fui de las desafortunadas niñas que en lugar de la Barbie astronauta, azafata, maestra o supercabello, tuvieron por regalo la colección más lujosa del Códice de Borgia. Para desgracia de mi nula popularidad, mis cumpleaños eran celebrados en las múltiples ediciones de la Feria Infantil y Juvenil del Libro, a donde acudíamos religiosamente y sin posibilidad de soplarle a las velitas.
En la escuela siempre fui objeto de burla, me decían desde “Pitufa Filosofa”, “Hija de Gutenberg”, hasta “Zuly- Brito”, para convertir en gramema mi apellido y hacer más desdichada mi existencia. Sin embargo, siempre fui respetuosa del destino que me tocó vivir, nunca renegué de los libros y lo poco útiles que me serían en un país como este, obedecía con diligencia las especificaciones de mi padre.
Pero cuando el muy cabrón nos abandonó en 1994, para irse a vivir a Cuba y pelear por una Revolución que sólo sobrevivía en los afiches, decidí olvidarme de todos los rituales, junté los libros que me heredó, algunos los subrayé, hice anotaciones y dibujos de zombies follando, recorté fotografías e ilustraciones y con el dinero que obtuve de vender el resto, baratísimos, muy por debajo de lo que costaron, me compré una Barbie y una televisión, después de todo “los bienes son para resolver los males”, y eso también me lo enseñó mi padre.
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Borregata,
Libros que cambiaron mi vida
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A continuación nuestra lista de colaboradores:
Srta. Pelo Irritante adolescente con complejo de Peter Pan. De calvita sexy y gracioso caminar. Aspirante a mimo. Ha usado el mismo par de zapatos en los últimos 7 años y sólo se baña los domingos .Dicen que es rara: lo es.
Freddymatico Zimmerman. Blogger de orejas perfectas y patillas de taquero. Sarcástico engreído de comentarios corrosivos. Egocentrico jactancioso con pretenciones de macho-alfa, de piel sensible y todo poderoso. En constante contacto con su lado femenino.
Huevo Luis, nada más. Blogger venido a menos. De niño creía que Chinampa era una ciudad, pero ahora ya no está seguro. Lo acusan de ser un montón de cosas, casi todas ciertas. Él es Luis, nada más.
Salaverga. Sonorense jocoso con ínfulas de mafioso siciliano. La versatilidad y el garbo de un exiliado voluntario, que a vivencias propias, sabe que puede ser más frío el desierto de un país decadente y avaricioso, que el mismo Rio Bravo en los raudales de agosto.
Mulder. Mediocre heroe del canal 5. Desempleado de final de temporada. Escritor de lo anormal y cazador de lo paranormal. Valiente captor del Chupacabras. Fiel amante de Scully y perseguidor de extraterrestres furtivos.
NEB. Publicista frustrado prófugo de los yermos publicitarios y desertor de la semiótica. Amante de lo kitsch y buena onda. De repugnante y nauseabundo sentido del humor.
Yo soy Ella. Costeñita en el exilio. Alcohólica en proceso con la habilidad para permanecer dormida largas horas ininterrumpidas. Con tendencia a caer y accidentarse. Los internets la odian y ella odia el aguacate.
Caballero. Televiso y comunicólogo. Locutor y productor de obviedades inherentes. El maestro limpio de los blogs,
autentico portavoz del proletariado con tildes de barrio bajo. Burgués desidioso con aspiraciones de Zabludovsky.
Kabeza. Monero nacido en el desierto y exiliado en el asfalto. Fuma para esconder el bigote y dibuja porque no le queda de otra. Extraña las tortillas de harina, por eso adopto a la Tía Rosa.
Plaqueta. Como no daba una socializando ni bailando salsa, tuvo que abrir un blog. Se dice que cuando muera encontraremos sobres de Splenda regados entre sus pertenencias. Ama tanto a los hombres que le gustaría ser uno, aunque la idea de ligar con mujeres la asquea (pinches viejas). Abusa de los paréntesis (por ejemplo).
Guffo. Su mayor temor es ver a Cepillín sin maquillaje y una vez llego hasta el nivel del pretzel en Ms. Pac-Man. Ha tenido una vida provechosa y llena de triunfos, como podrán darse cuenta.
Changos. Fiel practicante de la ley del mínimo esfuerzo. Inconforme estudiante de ingeniería. Inconforme hijo de familia. Naco, inculto y borrachín. Torpe y descoordinado. Tipo de pocas palabras y aspiraciones. Indispuesto al desarrollo si este implica abandonar la comodidad de la sombrita.
Rox. Computita manipuladora. Se le vio por última vez con una caja de cartón de leche Lala en el aeropuerto acosando extranjeros. Señas particulares: Pecas en las nalgas y tendencia a morder. Padece de sus facultades mentales.
Canibal. Chamaco de rancho. Flaco, prieto, panzón y alcohólico. Cuasimisógino. Amante de la crítica a lo wey y del mundo porno. A veces llora en las mañanas, cuando recuerda la muerte violenta de su perro Jicotillo... pero ya lo está superando.
LaMaga. Monógama rehabilitada. Sobrevivió al ataque de sus propios tacones teiboleros (ya no hay lealtad en este mundo). Fanática de los cuentos (los reales, los ficticios, los propios, los ajenos y sobre todo los que le han regalado a título personal). Le gustan las películas repetidas y los planes malévolos. Las fuerzas superiores la odian.
Perdidos en acción.
Falso Profeta. Lanchero Escritor enmascarado de alta nobleza. Blogstar de naturaleza sobrevalorada. Proveniente de modesta cuna pero con afanes de opulencia. Porque su sangre, aunque plebeya, también tiñe de rojo.
5 comentarios:
Y después de todo... al parecer, terminó muy bien. Hubiera hecho lo mismo. (Tal vez cambiando la Barbie por un He-man).
y que culpa tenian los libros digo yo
Muy bueno, captaste el sentido de la hija de un vendedor de libros, excelente y fluido. Buen trabajo
Buen relato, de cierto: linda vida la tuya. Saludos.
me agrada leerte.
Gracias por todo
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