miércoles, 25 de marzo de 2009

El llanto del diablo



Nuestros gritos ensordecían, quemaban; como un infierno de voces y almas. Saltábamos ante sus miradas, y entonces parecíamos arder. Casi podía presentir el nuevo espectáculo y lo que iba a pasar, pero obviamente siempre era algo distinto. La prensa hablaba: "hijos del diablo: corrompen a nuestra juventud", y a nosotros nos encantaba ser los engendros de satan y estar ahí gritando concierto tras concierto. Se habían acabado las noches en vela junto a nuestros padres, expectantes ante un disco enorme y corroído, mientras ellos con cara de sublimidad cerraban los ojos, sonreían y después terminaban por decir: "Pero qué hermosa pieza!"

No, ya no estábamos en esos días, ya no nos mirábamos en la estancia junto a ellos. Podíamos escuchar sus reclamos tras la puerta, los demoledores: "¿Qué es ese ruido? ¡Y bájale a tu música; a esa porquería!", y pareciera que eso nos alentaba a subirle todavía más y a disfrutar con más sabor cada nota, cada nueva banda que íbamos encontrando. Era oficial: al mundo le encantaba. No importaban las notas amarillistas, o las letras de caín; el fulgor, la necesidad, la adrenalina; el nuevo sonido que había escapado desde las puertas del infierno para llegar a nosotros y sentirnos endemoniados.

Hombres blancos tocando música de negros que aclamaban nunca estar satisfechos. La nariz de un judío resaltar por debajo de un gorrito y una armónica gritándoles a todos: "¡No te creo! ¡Eres un mentiroso!". El bigote de un tal Eric, que obviamente no pertenecía al cielo y le cantaba lágrima por lágrima a su hijo muerto. Cuatro caballeritos de Liverpool con peinado de basinica volvían locas a nuestras primas, y mi madre lavaba los platos mientras solía decir: "Pero qué muchachitos tan indecentes... y con ese corte de pelo tan largo!" pero a quién engañaba? ella tampoco podía quitar los ojos de la televisión.

Todo eso y más era lo que amábamos, lo que nos hacía sentir vivos. Por fin podía decir: "Esto es música de verdad, y por esto vale la pena luchar", y ya no había quien me dejara atrás: muchos otros pensaban lo mismo. ¿Que si éramos unos herejes? ¿Que si íbamos camino a la perdición? Qué importaba... Y si era por molestar a la autoridad, por sentirnos rebeldes, o por encontrar un poco de salvación en acordes, silencios y un nido de gritos aglutinándose en nuestros oídos, realmente no importaba; que Gabriel tocara su trompeta, y ya habría oportunidad para reivindicarse e intentar ganarnos después un pase eterno para la entrada del cielo.

El mundo los amaba, el mundo los odiaba. Cada concierto, cada nota en los periódicos, cada revista, los programas en horario familiar por la noche, las giras, los posters, los discos escondidos debajo del colchón, todo eso se convirtió después en pantalones que destrozábamos a propósito, en ventas masivas de guitarras en las tiendas de música, cortes de pelo para hombre en las mujeres y pelo largo y descuidado en los chicos. Ya nada podía cambiarlo: el infierno estaba reinando.

Y de pronto, al correr los años, como una estampida y sin que nos diéramos cuenta, todo desapareció. Tras unas cuantas décadas todo parecía esfumarse. Los alaridos, los himnos de aquellos tiempos, las inconformidades, los reclamos del hombre de la armónica en primera plana, el cuarteto dividido y corrompido, se convirtieron en fantasmas, en mitos urbanos de: "Te acuerdas de aquél concierto? de aquella canción?" y ya a nadie parecía interesarle, como si hubieramos entrado en un vortex y eso jamás hubiera existido. Las nuevas personas que compartían la edad que nosotros una vez tuvimos, se encontraban hiptonizadas por muchachas rubias y chicos idiotas que apenas y podían sostener una guitarra, por negros forrados de diamantes que sólo parecían querer olvidar a sus ancestros esclavos, modelos que cantaban o querían cantar, pubertos que decidían iniciar una nueva banda de rock y sonaban a los lamentos más patéticos y tristes del pop. Todo aquello era lo nuevo, y a las personas les parecía encantar.

Como un ensueño viejo quedó la imagen de mí escondiendo mi música, y si tengo tiempo, me encierro con calma, coloco el vinil e escucho nuevamente la música de satan: pero ahora parece ser dos, parece que hay tres. Escucho en conjunto cómo llora Eric desde el infierno, y es el lamento del diablo también, que llora al haberse extinguido su infierno, al tener en vez de eso tepotacas de un demonio remasterizado y con lipstick, que ni siquiera está dispuesto a defender su reino. Entonces lo supe: las figuras de esos nuevos músicos que se dejaban venir, la imagen asquerosa de una rubia sosteniedo la guitarra desde abajo y tocándola como si escribiera en un teclado.

...Así que ese era el grito de ésta generación, y esos eran los alaridos del nuevo planeta tierra. Cuando lo entendí, lo acogí. Cerré la puerta, mis ojos, volví a colocar el disco, me dejé caer y comencé a llorar: lloré junto a Eric, junto al demonio, y sólo entonces entendí que el fin del mundo estaba cerca.

22 comentarios:

Tumeromole dijo...

Buena elección para relatar las señales apocalípticas y qué buena manera de hacerlo.

Aplausos chingadamadre.

«danito» dijo...

Que mejor que las palabras de sus Satánicas Majestades:

"It's only rock'n'roll, but i like it"

Simple Poeta+ dijo...

like it

Anónimo dijo...

buenisimo, escribes sensacional, la forma en mezclar la apocalipsis acabando a la musica, y no la musica como simbolo del apocalipsis..

i like it

i like you

Pelo dijo...

Marry me.

IVAN CABRERA dijo...

sI ES HORRIBLE LA MUSICA DE BANDA, AH, ESTÉ NO ERA DE BANDA? AH PERDÓN NO ES LO MISMO?

borregata dijo...

Me agradó el tema, mucho muy buen giro el apocalipsis genracionalrock&rollestoselollevólavergaconelpop. Aunque creo que los párrafos son muy largos y te pierdes en imágenes pero me agrado

Canalla dijo...

Muy chido. Saludos desde el infierno.

Verdaderoyo dijo...

Chido, chido, creo que es lo mejor que he leido esta semana. . .

Anónimo dijo...

falsos "dioses" siempre habra...mas sin embargo los fieles seguidores del Diablo y defensores de la entrada al infierno no iremos a ningun lado...

La musica es un arte facil de corromper y lleno de vanidad.

Unknown dijo...

Así es... desde que el pop se volvió de estileno y silicona ya nada es lo mismo. ahora ya cualquier mamada que se pase por el mainstream se le llama pop. Y al rock le cortaron las gónadas en pos de exhibirlas desenchufadas y hacer de un auténtico canto de inconformidad otro pinche espectáculo perdido entre las novelas de la barra vespertina y las repeticiones de las series vacías de comedia ligera de los canales de cable. Siendo así, ¿cómo diablos no nos iba acargar la chingada en este pinche apocalipsis mediático?

Inspirador derroche de verborrea que ejemplifica de manera fantástica un apocalipsis lento y sistemático. Gracias. Buen post.

Anónimo dijo...

El primer coment que pongo en el blog, tu me obligaste, fue excelente.

Gio Yakún dijo...

Quizá es que el mundo ya se acabó y no nos hemos dado cuenta. Quizá es que todos estamos en el infierno y las rubias bobaliconas nos atormentarán eternamente. (mmmhhh, I wouldn't mind, you know?) Quizás, quizás, quizás...

La imagen más genial, ese final llorando junto a Eric, al demonio, oyendo los lamentos viejos de una guitarra que ha perdido su lugar en el mundo... Wow!

Saludos!

Gio.

Anzelime dijo...

seee ya nos llevo la..

DEARmente dijo...

Interesante el ejercicio... no sé si el fin del mundo está cerca pero la buena música, esa si se está terminando.

Cache dijo...

Más cerca de lo que creemos!

Shit happens!

Saludos

Anónimo dijo...

Ohh, ¡ahora también se te puede leer acá!

Guffo Caballero dijo...

Juajuajuajua... Tan chiquita y escribiendo así. Snif.

luna dijo...

Triste pero cierto...
Es una señal mas del apocalipsis, no hay duda.

Anónimo dijo...

aburrriiiddooooo!

Julia Arelí dijo...

simplemente tengo ke decirlo...... escribes genial, me hiciste leer tooodo el blog, o kasi toodo, para ver ke mas habia asi de interesante.... ke chido ke todavia hay gente ke sepa de musika....

"no music.. no life"

Anónimo dijo...

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